México ocupa el primer lugar en Latinoamérica en el robo del arte sacro; éste delito ha aumentado en un 600 % desde el 2000, en promedio cada semana 26 iglesias del país sufren robos de óleos y esculturas de la época virreinal con valor de entre 35 mil a 150 mil dólares.
Los estados que han reportado el mayor número de robo en sus iglesias son el primer lugar Puebla, seguido de Tlaxcala, el Estado de México, la Ciudad de México, San Luis Potosí, Hidalgo, Guanajuato y Zacatecas. La imagen más valorada en el mercado negro del arte extranjero y nacional en es el de la Virgen de Guadalupe, es por esto que los recintos que más padecen padecen este delito son los santuarios marianos, según el Episcopado Mexicano.
Los robos suelen ocurrir en iglesias de poblados apartados de las capitales, muchas de ellas conservan joyas del arte sacro de la conquista mexicana, una época en donde la religión era parte del estado y su adoctrinamiento era prioridad, por eso se le invirtió mucho capital tanto en obras como en construcción de templos.
El Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) es el organismo encargado de conservar y proteger el patrimonio cultural de México, incluyendo el arte histórico y contempla dentro de sus funciones la prevención del tráfico ilícito, la sustracción y el saqueo de bienes culturales, para lo que puede y debe instigar la investigación y la persecución de los delitos que involucren a los bienes a su encargo.
Las autoridades no tienen ningún plan de acción en contra de estas bajezas, a pesar de que se trata de un testimonio histórico de arte y patrimonio de la nación. Este delito no está tipificado como grave, las condenas en prisión van de uno a ocho años en prisión con posibilidad de fianza. Este tipo de obras cuentan únicamente con la protección y vigilancia de autoridades eclesiásticas de los recintos.
Según datos del Centro Católico Multimedial, el brutal incremento de los robos de arte sacro se debe a que ahora existe una industria del crimen organizado con catálogos específicos de joyería, crucifijos, coronas, imágenes con bordados en oro y plata, óleos, lienzos, piezas talladas en madera policromada, esculturas, cuadros y medallones con acabados en estofado de oro estilo barroco y neoclásico de la época virreinal, que deja ganancias multimillonarias y las denuncias ante las autoridades son tan escasas que prevalece la impunidad.
Los artículos más robados suelen ser pinturas, esculturas, coronas y sagrarios pero es difícil tener un registro fehaciente debido a que ni las iglesias ni ninguna institución religiosa se ha preocupado por la elaboración de inventarios, así que no hay ningún referente de comparación.
También se ha registrado el robo de documentos y libros muy antiguos, crucifijos, cálices, campanas, sotanas o textiles históricos que suelen terminar en colecciones privadas y anticuarias en el extranjero, difíciles de rastrear.
Con información de: Cultura Colectiva/Abril Palomino