La soledad de los auxiliares del arzobispo Aguiar…

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Muy temprano, al rayar el sol, una fresca mañana previa a los bloqueos y rejas que impidieron el paso a los festejos del 12 de diciembre tuvo lugar una caminata singular. Le llamaron ‘peregrinación’. Pocos transeúntes y comercios estaban abiertos. Al pie de la cruz de la Evangelización en Peralvillo, cinco obispos desconocidos comenzaron a desgranar sus rosarios, caminando hacia Basílica. En formación de escolta para las tomas perfectas y metralla de oraciones. Una escena de espectáculo y fe, para likes y devociones, para acentuar los beneficios de la virtualidad contra la realidad de la pandemia. Los auxiliares del arzobispo Aguiar tomaron rumbo por calzada de Guadalupe con paso apresurado. Escena de desconcierto en pocos y de indiferencia para muchos. Ni una bendición o discreto saludo se pudo percibir en las imágenes, a menos que tras bambalinas haya sucedido algo que bien pudiera haber valido la pena para suscitar admiración y aprecio. Solo les era familiar el equipo de grabación a cinco clérigos en traje talar, impasibles frente a pobres y mendigos, corredores matutinos y ciclistas evadiéndolos, entre ellos mismos se cuidaban las espaldas, pasaban la carpeta del guión y se acomodaban los solideos. ¿Qué es el obispo sin el pueblo? Inevitable el recuerdo de esa frase del grande de Hipona, ante la lacónica descripción de esos cinco en formación para la selfie en la soledad de la urbe y la mañana secular: Soy obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros. 

La condición de obispo connota una obligación, la de cristiano un don; la primera comporta un peligro, la segunda una salvación.A las 8:15, el rector de Basílica recibió sonriente a los cinco de Aguiar sin el cardenal Aguiar. Para postrarse a los pies de la Guadalupana, se había cumplido el propósito de una peregrinación que se dijo ¡Inédita! e ¡Histórica! Mas al difundirse en redes, no fueron pocas las voces, que lamentaron lo que fue evidente: ¿Dónde quedó el arzobispo Aguiar? ¿Dónde quedó el pastor? Para nadie es desconocido que en los tres años del nayarita en la arquidiócesis, lo menos que ha hecho es caminar y salir con el pueblo santo de Dios –Soy cristiano con vosotros. En Tlalnepantla, su gran misión era la excusa perfecta para tomarse la foto como peldaño en su ascenso al cardenalato. Como Primado de México, Aguiar Retes es, en verdad, y no en la virtualidad, el sacerdote perfectamente desconocido. Sus gestos adustos quieren ser suavizados por las redes para hacerlo cercano e irreal. “¿Y el cardenal?, decía un buen sacerdote. No había gente que lo pudiera contagiar ¿Cuál es ahora el pretexto para no peregrinar?”.

Cualquier arzobispo tendría un poco de sentido común. En un momento tan delicado, ningún auxiliar “puede hacer presente al pastor” ni mucho menos representar a millones de mexicanos. Cualquier persona con tres dedos de inteligencia, sincera y no zalamera, que no quiera endulzar los oídos con lo que los jefes quieran escuchar, dirán la verdad: la arquidiócesis de México no tiene un arzobispo de talante, altura, tamaños, amor y espiritualidad. Y no lo dice este bloguero por sí mismo. Esos comentarios son de fieles y sacerdote recibidos a poco después de la difusión que según logró 16 mil conexiones -un fracaso si se tiene en cuenta que son millones los que peregrinan- , pero no caigamos en la guerra de las cifras. Una cosa es clara, Aguiar perdió una oportunidad, quizá no histórica, pero sí la de demostrar empatía y de demostrar santidad, de trato con la Virgen, si es que cree en Ella. Esas cosas, por demás evidentes, cuestionan más a un arzobispo hundido y gris que se dice amigo de Papa, pero que en los hechos hace justamente lo contrario a lo que Francisco dice. ¿Qué diría al ver a los cinco auxiliares solos en una solitaria y apresurada peregrinación sin el pastor?

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Notificación

La semana anterior presentamos en este blog, un lamentable caso de abuso de poder y de autoridad en la arquidiócesis de México. Los señalamientos van hacia Juan Carlos Ávila-Reza, un sacerdote que ocupa una de esas estructuras ideadas por la cúpula aguiarista, la Comisión verde o de ecología de la ‘APM’ (siglas que ahora estilan esos mismos que ven a la Iglesia como una empresa de eficiencia, activismo y producción criticada por el Papa Francisco). En una extensa y detallada entrevista, Adriana Martínez da pormenores de lo que raya en los linderos de una potencial violación de derechos humanos y religiosos. Solapando a Ávila-Reza, autoridades del arzobispado han recomendado a Adriana Martínez a cambiar de comunidad para dejar paz y garantizar la tranquilidad del protegido cura. Gracias a la difusión de la entrevista, han llegado comentarios a este blog señalando serias irregularidades que pesarían sobre el sacerdote, desde su formación sacerdotal que, en su momento, le habrían impedido ser ordenado.  No obstante, este caso ya llegó a niveles que hacen llamar la atención de propios y extraños- Ávila-Reza ha conseguido un recurso exagerado y desmedido, producto de quién sabe qué temores. Y es que la Fiscalía capitalina armó una carpeta de investigación en contra de la feligresa por el delito de amenazas advirtiendo un apercibimiento para abstenerse de ejercer cualquier tipo de violencia contra el agraviado (Ávila-Reza), contra sus familiares y las personas relacionadas con el sacerdote. Incluso se la ha ofrecido protección policial y vigilancia. El derrotero de este asunto ya no queda nada más en un simple desacuerdo. ¿Por qué se ha llegado a tales límites incluso judiciales?  Como Adriana Martínez lo ha expresado a este blog, su caso no pretende quedar en esto y lo llevará a instancias más allá de la arquidiócesis de México. Y va en serio. Una cosa es clara. Ese estilo de funcionarios curiales son los predilectos de Carlos Aguiar, de dudosa reputación, ahora encumbrados, solapados por un sistema que ha abierto muchas heridas y una gran brecha entre una cúpula fuera de la realidad y fieles y sacerdotes de a pie quienes, día tras día, luchan por salir adelante en esta prolongada pandemia.

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Martiniano-Sabás

Dos sacerdotes murieron a causa del covid-19 en los últimos días. Martiniano Martínez Gutiérrez y Sabás Benítez Hernández dejaron este mundo con pocos días de diferencia, ante la sorpresa de fieles y presbiterio arquidiocesano. Esos decesos abren nuevamente la discusión por saber qué protección y asistencia tienes los sacerdotes de la arquidiócesis de México amparados con un seguro inútil contra el covid-19. De acuerdo con la economía arquidiocesana, y como ha sido reportado en este blog, las cuotas exigidas a los clérigos deberían abarcar el pago anual del seguro privado de una compañía que ha sido opaca. Tras el inicio de la pandemia, la incertidumbre entre los presbíteros se ha vuelto zozobra para saber cómo y de qué forma pueden ser atendidos en los hospitales que cubre ese contrato en caso de contraer el coronavirus. Se han dado contagios incluso generalizados en ciertas vicarias, un presbítero pasó casi dos meses de prolongada lucha por su vida y se lamentan dos defunciones. Lo cierto es que nadie sabe de qué manera cualquier sacerdote de la Iglesia encabezada por Aguiar Retes puede ser asistido. Sólo les queda la buena salud y la fuerza del Espíritu Santo. En una arquidiócesis en ruinas con un déficit de casi tres millones de pesos, son presionados para cubrir sus cuotas, cueste lo que cueste. O como diría el chinito: “Coopelas o cuellos”

Con información de Religión Digital/Guillermo Gazanini Espinoza

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