Todavía hay tiempo hasta esta tarde, pero por ahora, en la tradicional liturgia de hoy, aniversario de su intervención para evitar los efectos de una erupción del volcán Vesubio en 1631, la sangre del santo patrón de Nápoles no se ha licuado como es costumbre.
El abad de la Capilla de San Jenaro, Vincenzo De Gregorio, al final de la Misa, ha declarado: “Cuando hemos sacado la ampolla del relicario, la sangre estaba absolutamente sólida y sigue estando absolutamente sólida”.
El milagro de la licuefacción de la sangre del santo se produce tres veces al año, en recuerdo de la traslación de sus restos a Nápoles (el sábado anterior al primer domingo de mayo), en su fiesta litúrgica (19 de septiembre) y hoy, en el aniversario de su intervención para evitar los efectos de una erupción del volcán Vesubio en 1631. Pero no siempre sucede, lo que se asocia tradicionalmente con malas noticias. La sangre del santo no se licuó en 1939, 1940, 1943, 1973, 1980 y diciembre de 2016. También se mantuvo sólida el año en que Nápoles eligió a un alcalde comunista, pero se licuó espontáneamente cuando el entonces arzobispo de Nueva York, Cardenal Terence Cooke, visitó el santuario de San Genaro en 1978.
La sangre seca de San Genaro se conserva en dos ampollas de vidrio en la Capilla del Tesoro de la Catedral de Nápoles, y su licuefacción en días especiales se considera un milagro de las oraciones de los fieles. Consiste en que la masa de sangre reseca rojiza, adherida a un lado de la ampolla, se convierte en sangre completamente líquida, llegando a cubrir todo el vidrio.
A veces el proceso dura horas o días. Las ampollas, que conservan una masa sólida oscura, están en un relicario que es sostenido y girado por un sacerdote, por lo general el Arzobispo de Nápoles, mientras el pueblo reza. Normalmente, después de un período que puede ir desde los dos minutos hasta una hora, la masa sólida se torna roja y empieza a burbujear.
Según señala Famiglia Cristiana, el relicario con las ampollas permanece a la vista de los fieles durante ocho días, durante los cuales pueden besarlo mientras un “sacerdote lo mueve para mostrar que (la sangre) sigue líquida. Luego se coloca nuevamente en la bóveda con llave” dentro de la Capilla del Tesoro de la Catedral.
Con información de InfoVaticana/Carlos Estaban