El evangelio de este domingo (Mt 21, 28-32) sigue tratando el tema del rechazo de Israel al plan de Dios revelado en Jesucristo nuestro Señor; la parábola que nos propone desarrolla una escena familiar. “Dos hijos reciben de parte de su padre la misma orden: “hijo ve a trabajar”. El primero dice sí y no va; el segundo dice no y termina yendo. El tema fundamental es HACER LA VOLUNTAD DE DIOS.
En el Evangelio se muestra la incoherencia que puede existir en la vida personal: Decir y predicar una cosa y terminar haciendo otra. Jesús dice también en el evangelio: no todo el que dice Señor, Señor, entrará al reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi padre” (Mt 7, 21)
Cualquier persona puede cambiar de actitud en cualquier momento de su vida y esto puede suceder en dos direcciones. De bueno puede volverse malo y de malo puede volverse bueno. Es eso lo que nos dice Jesús en la parábola de los dos hijos.
Los dos hijos representan a dos grupos bien definidos en tiempos de Jesús. Al principio de la Parábola se dice que Jesús refirió esta enseñanza a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, eran quienes ostentaban la autoridad moral y religiosa de Israel. Este grupo representa al primer hijo. Ellos dijeron sí a Dios en un principio, pero llegado el momento decisivo se resisten a creer. Por lo tanto no quieren hacer la voluntad de Dios.
El otro grupo es el de los PUBLICANOS Y las PROSTITUTAS que por la fe en Jesús están más cerca de la justicia; son un pueblo que da fruto a su tiempo (Cfr Mt 21, 41). En el contexto de la parábola, el pueblo judío fue el primer destinatario de la revelación divina pero muchos, poco a poco, se fueron apartando de la voluntad divina; los publicanos y las prostitutas en cambio representan a todo aquel que en el camino del pecado, se encuentra con Cristo y se convierte. Es decir cambia radicalmente la orientación de su vida y termina haciendo la voluntad de Dios.
Desde luego, la parábola contada por Jesús se dirige también a nosotros que somos personas de este siglo a las que Dios siempre está invitando de una manera o de otra. Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos, él nos presenta su plan de salvación por medio de su Hijo Jesús. Él siempre está invitándonos a recorrer el camino que lleva a la salvación, es decir el camino del bien y de la verdad.
Cada vez que rezamos el Padre nuestro le decimos a Dios: hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Esto expresa el deseo de que realmente así suceda como el compromiso de hacer todo como Dios nos lo propone.
Dios nos llama a todos a la salvación que se nos ofrece a través de su Hijo Jesucristo y que se obtiene mediante la fe en él. Obras son amores y no buenas razones. Hay que decir que sí a Dios con nuestras obras. No solo de palabra. Se es un buen cristiano cuando asumimos las enseñanzas de Jesús y ponemos en práctica sus mandamientos. El camino para alcanzar la salvación que nos ofrece Jesús es el Evangelio.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes