La idea es que la celebración según la Forma Extraordinaria desaparezca para siempre con el tiempo. Ese es el eje de una carta en la que el cardenal Arthur Roche, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, contesta a las consultas que le hace llegar el primado de la iglesia de Inglaterra y Gales, el arzobispo de Westminster, Vincent Nichols, sobre la aplicación de Traditiones Custodes.
El pasado 28 de julio, el cardenal Nichols envió a su colega, el prefecto para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Arthur Roche, una carta pidiendo aclaraciones sobre la aplicación del motu proprio papal Traditionis custodes que se filtró al portal Gloria.tv.
El cardenal Roche con el papa.
La carta contenía seis preguntas: si se publicarían documentos posteriores de aplicación del motu proprio; si la exhortación papal deroga la celebración de otros sacramentos y el Breviario Romano; si hay que imponer el calendario litúrgico Novus Ordo al Rito Romano; qué traducción debe usarse en las lecturas de la Misa Tradicional; quiénes, exactamente, constituyen un “grupo” del rito tradicional; y si Traditionis custodes permite las Misas de Réquiem según el llamado ‘indulto de Agatha Christie’ de 1971.
En su respuesta de 4 de agosto, Roche insiste en que el uso de la Forma Extraordinaria que consiente el motu proprio es “por vía de concesión excepcional” y que lo que pretende el documento papal es un “regreso” al Novus Ordo. En la interpretación de Roche -que, debemos suponer, no es exclusivamente suya-, Traditionis custodes permite aplicar una “prudencia pastoral” solo por “un periodo de tiempo muy limitado”. Roche sostiene que el motu proprio de Benedicto XVI que liberaba la celebración del rito tradicional, Summorum pontificum, fue “malinterpreado”, provocando un “crecimiento” que no fue “sancionado” por el propio Benedicto.
