La historia de los tres mártires asesinados en la Guerra Civil por odio a la fe y que podrían ser beatificados.

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El cardenal Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro,ha oficiado este sábado en la catedral de Santa María la Real de la Almudena, la solemne ceremonia de apertura del proceso diocesano de tres causas de martirio promovidas por la Archidiócesis de Madrid, la diócesis de Getafe, la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), la Acción Católica de Madrid y la Acción Católica de Getafe, con un total de 140 siervos de Dios. Todos ellos fueron víctimas de la persecución religiosa en España en los años 30:

Timoteo Rojo Orcajo y 60 compañeros, sacerdotes diocesanos.

Rufino Blanco Sánchez y 70 compañeros, laicos.

Isidro Almazán Francos, y 7 compañeros laicos de la Asociación Católica de Propagandistas.

Todos ellos, como hemos comentado, fueron víctimas de la persecución religiosa que se produjo en España durante la Segunda República y la Guerra Civil Española. Concretamente en Madrid, de donde pertenecían estos siervos del Señor, sufrieron este odio un total de 408 sacerdotes y 17 seminaristas. 342 sacerdotes y 11 seminaristas tenían oficio en la entonces diócesis de Madrid-Alcalá. Los otros 72 se encontraban circunstancialmente en Madrid o fueron traídos aquí por sus verdugos.

Timoteo Rojo Orcajo

Timoteo Rojo Orcajo nació en el Monasterio de Rodilla (Burgos), el 22 de agosto de 1891. Estudió en el seminario de Burgos y en la Universidad Gregoriana de Roma. Es ordenado sacerdote en Roma el 29 de junio de 1915. Solicita traslado a Madrid en 1925. Desde 1929, era canónigo archivero de la hoy Colegiata de san Isidro, por aquel entonces Catedral provisional de Madrid, hasta que en 1993 se consagró la Catedral de la Almudena. Gracias a la figura de Timoteo, el cuerpo de San Isidro Labrador fue escondido y no desapareció durante la contienda que enfrentó a los españoles. Pese a que trataron de sonsacarle el paradero de la imagen, jamás confesó.

Por este hecho y por ser poseedo de llaves y documentos del obispado, fue perseguido por los milicianos. Aquello hizo que fuese encarcelado en la prisión de Porlier, y sacado de allí, el 19 de noviembre de 1936, para ser asesinado en Paracuellos de Jarama. Tenía tan solo 45 años.

Rufino Blanco Sánchez

Rufino Blanco Sánchez era un maestro y pedagogo de prestigio. Fue cofundador de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio. Nacido en la localidad guadalajareña de Mantiel en 1861, siendo aún niño se trasladó con sus padres a Madrid.

En marzo de 1936, con 75 años de edad, había ingresado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, con un notable discurso, en el que no ocultaba la honda inspiración religiosa de su ciencia y de su vida. Tuvo nueve hijos, de los cuales, Julián, periodista, que se encontraba en casa de su padre cuando llegaron las milicias en busca de Rufino, no quiso dejarle solo y lo acompañó al martirio.

Ambos fueron acusados de que «solo escribían para las escuelas cristianas y no para las laicas».

Su importante obra ha hecho que varias poblaciones españolas tengan colegios que lleven el nombre de Rufino Blanco en su memoria: Madrid (en la calle del General Álvarez de Castro, Distrito de Chamberí), Salamanca, Guadalajara (Colegio Público Rufino Blanco en la calle Fernández Iparraguirre), Huelva (Colegio Público de Encinasola) y Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real).

Isidro Almazán Francos

Isidro Almazán Francos nació en 1888 en el municipio alcarreño de Málaga del Fresno, en el seno de una familia de labradores.

Inició su formación como maestro en el Instituto General y Técnico de Guadalajara, y posteriormente llevó a cabo su labor docente en distintos establecimientos educativos, primero en Guadalajara y después en Madrid. Asimismo, desarrolló una relevante actividad periodística, colaborando en publicaciones como La Crónica o El Debate.

Isidro Almazán también se entregó al apostolado de la enseñanza, siendo el presidente de la Federación de Maestros Católicos. Debido a su devoción católica, ingresó como novicio de la orden franciscana en sus últimos años de vida, aunque no llegó a tomar sus votos por su delicado estado de salud. Fue fusilado el 27 de agosto de 1936 en el cementerio de Aravaca, en Madrid.

La Archidiócesis de Madrid, optimista

Desde la Archidiócesis de Madrid espera que pronto puedan celebrar la beatificación de estos siervos de Dios, “testigos de la fe hasta la sangre”. Hasta que llegue el momento, no es posible rendirles culto público, por lo que el Arzobispado confía “en el juicio de la Iglesia”.

No obstante, ya pueden acogerse de modo privado a su intercesión: “Oremos por la beatificación de estos hermanos en la fe. Oremos para que, por su mediación, el Espíritu suscite en nuestras diócesis de Madrid y en toda la Iglesia sacerdotes y laicos santos, que sean testigos humildes y poderosos de la alegría del Evangelio”.

Con información Cope Aleluya/Redacción

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