Estamos celebrando el mes patrio, en el que como pueblo mexicano mostramos nuestra identidad, hacemos fiesta, nos alegramos y hasta gritamos ¡Viva México!
Ciertamente, en este año no podremos vivir presencialmente este gran acontecimiento, motivo que debe darnos la pauta para reflexionar y analizar la situación que actualmente enfrenta nuestro país y cómo nosotros ciudadanos creyentes hemos incidido.
Jesús, en el Evangelio según San Lucas, en la noche de Pascua, abrió la mente de los discípulos al misterio de su muerte y resurrección, les dice: “Vosotros sois testigos de esto” (Lc 24, 48). En efecto, ellos fueron testigos, porque vieron con sus propios ojos a Cristo Resucitado, vieron resucitado a aquél que los llamó para que estuvieran con Él y enviarlos a predicar el Evangelio a toda criatura.
Este texto del Evangelio nos confronta, a quienes somos seguidores de Cristo a ser sus testigos en medio del mundo. Jesús se mostró a sus Apóstoles para que ellos a su vez predicar la verdad de su resurrección. Por eso hoy quienes formamos la Iglesia tenemos esa tarea portar este mensaje de la salvación, sí con nuestras palabras, pero también, especialmente con nuestro testimonio coherente, porque Jesús está vivo y vive en medio de nosotros.
Como seguidores de Cristo estamos llamados a ser testigos en medio de lo que sucede en nuestra sociedad, ya que no podemos ser indiferentes a la realidad que como pueblo mexicano estamos padeciendo: violencia, narcotráfico, vida sexual desenfrenada, suicidios y homicidios al por mayor. Ante estas y otras situaciones desgarradoras que vemos, tenemos el reto, como testigos, de darle un nuevo rumbo a nuestra sociedad y luchar para que nuestra Patria tenga vida nueva y esa vida se fundamente, se experimente y se viva en Cristo, porque sólo Él le puede dar un sentido nuevo la humanidad, en Él tendremos vida y quien testimonia la Verdad es el creyente, quien ha optado en dar la vida por Cristo.
El cristiano no comunica una teoría o sólo conceptos, más bien, comparte una experiencia, el mensaje de salvación, una experiencia concreta con una Persona real, que vive, que ama, que perdona, que es misericordioso y que espera mucho de cada uno de nosotros: Cristo Resucitado.
Por tanto, en medio del mundo, el testigo renuncia a la soberbia, a la vanidad, a la comodidad, al protagonismo, a la indiferencia respecto a lo que sucede e esta sociedad, porque está llamado a comunicar a ese Jesús vivo.
Asumamos el reto de marcar un nuevo rumbo a nuestra sociedad y comprometámonos a trasformar esta realidad tan fracturada por la injusticia y la mentira. Los pastores junto con todo el Pueblo de Dios luchemos y manifestemos con nuestras palabras y acciones que México nos interesa y que unidos podremos erradicar los males que lo aquejan y lograr esa Patria en donde se vive la justicia y se vive la Paz en Cristo.
Con información de Gaudium/Editorial
