¡La EUTANASIA aprobada en ESPAÑA se cierne sobre AMÉRICA!

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La muerte sigue cabalgando con guadaña en mano. Hace unos días terminó su parte en el Congreso de la Nación Argentina donde los diputados votaron a favor para que las madres asesinen a sus hijos en el vientre materno.  Ahora se ha dirigido al Congreso de los Diputados en España, pero en esta ocasión, para que los hijos asesinen a sus Padres. Al primer acto le llaman la interrupción legal del embarazo, y al segundo le llaman “muerte digna” o eutanasia.

Mientras las familias lloran a sus muertos por un virus que aumenta su contagio en la pandemia, “al puro estilo delincuencial, a oscuras y de espalda a la sociedad, diputados  socialistas imponen fútiles leyes que permitan a los hijos eliminar a sus enfermos, desconectar a sus abuelos y asesinar  a sus Padres.

Es la Eutanasia en España y que se cierne ya sobre America, el llamado continente de la Esperanza.

En la cultura del descarte le llaman buena muerte.

Ya en el 2019 la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida Española había denunciado que la eutanasia y el suicidio asistido eran objeto de campañas propagandísticas a su favor.

Estas campañas buscaban una situación terminal, dramática y llamativa que interpelara la sensibilidad colectiva. De ahí manipularon el discurso con eufemismos ideológicos y semánticos ensalzando frases para que el asesinato de los padres  o familiares se escuchen como  «muerte digna», «autonomía», o «liberación».

Diputados socialistas han presentado perversamente a la eutanasia como una demanda urgente de la población moderna de esta civilización.

 

¿El asesinato de los hijos en el vientre materno y de los Padres en el lecho de la enfermedad, es civilización? No se requiere mayor inteligencia para entender que es justamente lo contrario.

Resulta contradictorio y perverso defenderla precisamente en una época en la que la medicina ofrece alternativas para tratar y cuidar a los enfermos en la última fase de su vida.

La eutanasia constituye un drama humano, con hondas raíces antropológicas, un atentado cruel contra el valor inalienable de la vida humana y un grave daño social todavía no calculado.

Es el acto de  mayor mal agradecimiento de los hijos contra sus padres, quienes por cierto han olvidado que fueron ellos quienes los cuidaron durante su niñez y les dieron la vida.

No hay memoria de una sociedad tan mal agradecida como esta, dirigida por los neo comunistas y socialistas.

Hoy desechan a sus padres sin reparo alguno porque  ya no les sirven, por ser débiles, enfermos o ancianos.

Se han vuelto el caín moderno. Su ofrenda son fruto podrido y la envidia les carcome el alma, que decidieron hacer leyes para asesinar a sus progenitores.

Combaten  a las familias y a los hogares que son lugar de acogida natural en la enfermedad y ancianidad, donde la proximidad de la muerte se vive con cariño y lucidez; para ellos, esto, dicen, es indigno.

Han dado la espalda al precepto  de  NO MATARÁS.

Construyen un Estado que basa la vida en el hedonismo, el relativismo, la inmanencia y el pragmatismo utilitarista;  ven a los seres humanos vulnerables como fuente de gasto y que aportan poca utilidad a la sociedad; como obstáculos y sobrecarga para la economía del Estado.

Quienes por el desconocimiento, la desinformación, la ignorancia o la complicidad aplauden los disursos mentirosos de estos gobiernos neocuministas tendran que cargar en sus generaciones el remordimiento y el costo de sus actos.

¿Qué le está pasando a esta sociedad donde la medicina ya no se ocupa para curar sino para asesinar?

¿Donde la ciencia ha sido sustituida por la ideología?

¿Qué nos pasa a los indiferentes, ociosos o desinformados? ¿Aún peor, a los ignorantes promotores, lacayos de la cultura de la muerte?

¿Qué le pasa a esta sociedad que justifica su modernidad en el egoísmo, la muerte y la traición?

¿Cómo pagamos ahora en su enfermedad a nuestros padres quienes nos dieron la vida?

¿A quién se le ocurre asumir  como lícito causar la muerte de un enfermo?

¿Que no la democracia  fundamentó su espíritu  en la construcción de instituciones públicas para servir y tutelar toda vida humana?

Nadie —ni jueces, ni legisladores, ni médicos— se pueden atribuir el derecho a decidir quién vive o quien no.

Por eso, la eutanasia, constituye una gran derrota social para España. Y cabalga rápidamente hacia estas tierras. Preparémonos para lo que viene.

Vale la pena recordar el pensamiento de quien amó hasta el dolor, Teresa de Calcuta: «La vida es belleza, admírala; la vida es vida, defiéndela».

 

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