- El 5 de mayo se renovará el Parlamento de Belfast pero los dos principales partidos nacionalistas, el Sinn Féin y el SDLP, han dado la espalda a los católicos: no sólo apoyan el aborto y el matrimonio homosexual, sino que ahora también están a favor de una ley que promueve las escuelas estatales y penaliza a las católicas.
- Mientras tanto, el número de los católicos que no van a votar está creciendo.
Irlanda del Norte, el “microestado” creado cuando Irlanda se separó de Gran Bretaña hace 100 años, se enfrenta a unas difíciles elecciones el 5 de mayo. Según las últimas encuestas, el Norte podría tener un Primer Ministro nacionalista por primera vez en su historia. Dado que el nacionalismo –que favorece la unión del Norte con la República de Irlanda- ha sido tradicionalmente el hogar de los votantes católicos, es lógico pensar que esto representa un buen augurio para los fieles católicos que han sido oprimidos durante mucho tiempo. Por desgracia, no es exactamente así: debido a los prejuicios a menudo anticatólicos de los principales partidos nacionalistas, esta idea está muy lejos de la realidad. En cuestiones morales como el aborto y el matrimonio homosexual, los partidos nacionalistas se oponen ahora abiertamente a las enseñanzas de la Iglesia, con opiniones además bastante radicales.
El principal partido nacionalista desde la firma del Acuerdo de Viernes Santo en 1998 (que llevó la paz a Irlanda del Norte tras décadas de violencia) es el Sinn Féin. A pesar de que se espera que pierda cuatro puntos desde las últimas elecciones de 2017, el Sinn Féin parece dispuesto a superar al Partido Unionista Democrático (DUP), que está perdiendo muchos apoyos por impulsar una línea cada vez más intransigente e impopular. Mientras tanto, el otro gran partido nacionalista, el Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP), que durante décadas ha sido el hogar natural del voto católico, ha descendido al quinto puesto. Por lo tanto, en lo que respecta al voto católico hay dos hechos claros: en primer lugar, el voto nacionalista ha disminuido en general; en segundo lugar, ha aumentado el porcentaje de personas que han decidido no votar, mientras que uno de cada cinco sigue indeciso.
Como se recordará, debido a la naturaleza del conflicto político en el norte, existía una importante identificación entre “nacionalistas” y “católicos”. Y había dos partidos que representaban el voto nacionalista/católico: el SDLP, fundado por John Hume (Premio Nobel de la Paz por los Acuerdos de Viernes Santo), y el Sinn Féin. Después de 1998, con el giro político que le llevó a distanciarse de la lucha armada con el Ira (Ejército Republicano Irlandés), el Sinn Féin superó claramente al SDLP en el voto nacionalista. Pero al mismo tiempo, las políticas sociales del Sinn Féin se han alejado cada vez más de la enseñanza moral católica. El Sinn Féin no sólo se ha opuesto a la Iglesia en cuestiones como el aborto y el matrimonio homosexual, sino que también se ha mostrado hostil a las escuelas católicas que en Irlanda del Norte siempre han desempeñado un papel fundamental en la educación de los católicos, discriminados por el gobierno unionista.
Al mismo tiempo, sin embargo, el SDLP también se ha movido hacia posiciones más liberales sobre el aborto y el matrimonio gay. A pesar de ser oficialmente un partido provida, los representantes electos del SDLP han votado sistemáticamente a favor de medidas radicales en favor de una ley de aborto en el Norte, y lo mismo ocurre con el matrimonio homosexual.
Otro tema que ha surgido recientemente es el de la ética escolar. En el Norte, al igual que en el Sur de Irlanda, la mayoría de las escuelas se dirigen de acuerdo con una ética católica o protestante (en el Norte, las escuelas dirigidas por protestantes se denominan “escuelas controladas”). Sólo un pequeño número de escuelas –aproximadamente el 7%- en el Norte están gestionadas por el Estado, y se denominan “educación integrada”. En la actualidad existe una presión política concertada para dar prioridad a la educación integrada, con violentas campañas de propaganda que tildan a las escuelas católicas de “segregadas”, “apartheid” y “focos de odio”. El mes pasado, el Presidente de Irlanda, Michael D. Higgins, ha entrado en la discusión, mientras que la Asamblea del Norte (su parlamento, de hecho) aprobaba un proyecto de ley de miembros privados que pretendía promover la educación integrada.
Los organismos de las escuelas católicas han expresado obviamente su preocupación por lo que está ocurriendo. Según informa la BBC, han enviado una carta a los padres de las escuelas católicas advirtiendo de que, “si este proyecto de ley se aprueba en su forma actual, la legislación podría beneficiar al sector integrado (laico) sobre todos los demás sectores en una serie de cuestiones educativas. Este proyecto de ley ignora la diversidad de las escuelas católicas y asume que la diversidad sólo es posible en una escuela integrada”. El obispo de Derry y miembro del Consejo de Educación, Donal McKeown, también ha expresado su “resentimiento” por el hecho de que se promueva la idea de que las escuelas católicas son malas, mientras que las escuelas laicas son buenas.
También en este punto los principales partidos nacionalistas han adoptado posiciones laicas. El Sinn Féin lidera con firmeza el cambio: el portavoz del partido, Pat Sheehan, se ha mostrado optimista sobre el progreso del proyecto de ley, afirmando que conducirá a un “cambio positivo” para la sociedad. Y el portavoz de educación del SDLP, Daniel McCrossan, ha reivindicado igualmente el compromiso de su partido con la educación integrada como “una forma clave en la que podemos ayudar a unir a la sociedad”. Hasta ahora, sólo el pequeño partido Aontú, nacido en 2019, ha salido con fuerza en defensa de la educación católica, pidiendo la protección del pluralismo escolar en el Norte.
Pocos católicos del Norte estarían en desacuerdo con la posición de McCrossan cuando dice que la educación integrada es “un camino”. Pero el hecho es que se promueve como “el único camino”, mientras que las escuelas católicas y protestantes son humilladas por los políticos y los medios de comunicación. Y los partidos nacionalistas más populares lo apoyan activamente, lo cual deja a los votantes católicos que aprecian las enseñanzas morales de la Iglesia ante una difícil decisión en el colegio electoral. Incluso hay quienes piensan que los católicos socialmente conservadores podrían ser inducidos a votar por el DUP sobre la base de que el partido unionista es fuertemente provida. Pero, según las encuestas, esto es muy poco probable. Sólo el 2,1% de los católicos ha asegurado que votaría a los unionistas, aunque hay un ligero aumento en el número que dice que votaría al partido unionista tradicionalmente más moderado, la Alianza (11%).
En cualquier caso, por las declaraciones de voto expresadas hasta ahora, una cuarta parte de los votantes católicos están indecisos. Algo comprensible, porque como ocurre cada vez más al sur de la frontera, los católicos comprometidos se quedan políticamente sin un punto de referencia. Dado que ninguno de los dos grandes partidos nacionalistas parece interesado en cortejar el voto católico, es posible que el número de los que tienen intención de no votar (actualmente un 10%) aumente. En cualquier caso, pase lo que pase en los colegios electorales en mayo, es probable que sean malas noticias para los católicos comprometidos.
*The Irish Catholi