Ramón Carrizo es el veterano exorcista oficial de la arquidiócesis argentina de Rosario, con 37 años de experiencia en el ministerio de sanación y liberación. No le importa hablar de su experiencia con los exorcismos. “Por supuesto que existe el demonio, yo me he enfrentado con él cara a cara. Pero jamás tuve miedo”, explicó en una entrevista a María Laura Favarel, del periódico argentino La Capital.
Durante muchos años ha sido el párroco de Nuestra Señora de Fátima, en la localidad de Villa Constitución. Allí conoció la Renovación Carismática Católica hace ya décadas. «El Señor me enganchó por la alabanza, en un grupito muy pequeño en mi parroquia». ‘¿Quiénes son estos que cantan?‘, se dijo.
Más adelante empezó a involucrarse en el ministerio de liberación. Muchas personas acudían a él sabiendo que se dedicaba a este ministerio.
A sus 73 años, y recuperándose de meses de convalecencia por el coronavirus, insiste en la entrevista en que a través de la oración “el poder de Dios obra verdaderos prodigios, sanaciones y liberaciones».
El padre Ramón Carrizo con poncho y hierba mate
«He visto escenas terribles»
“He visto escenas terribles. No es exagerado lo que muestran las películas. Por más que muchos quieran negarlo o ignorarlo, el demonio existe. Lo dice la Palabra de Dios y yo les aseguro que sí, y que está empeñado en hacernos mucho mal. En cambio, Dios nos quiere felices”.
Las posesiones propiamente dichas son escasas, advierte. En esos casos el exorcista designado por el obispo puede intervenir, dice él, con “toda la artillería”: crucifijo, rosario, agua bendita y el ritual completo de exorcismo.
Pero en la mayoría de los casos basta con la oración de liberación, sin el ritual de exorcismo. Perdonar a los enemigos, abandonar rencores y venganzas, entregarse al amor de Dios… todo eso tiene un poder sanador y liberador, recuerda.
“Muchas curaciones psicológicas, emocionales y hasta físicas se dan después de que la persona se libera espiritualmente de los rencores o de heridas del pasado. En esos casos hago una liberación a través de la oración, pero solo ‘funciona’ si la persona está predispuesta a cambiar, y si quiere recibir a Dios. Recién entonces se produce la liberación o la transformación, y la gente recupera la paz. En más de un caso he visto cómo se sana, incluso físicamente”.
Dice ser testigo de curaciones de cánceres y de haber visto personas que volvían a caminar tras recibir una oración de liberación.
Los exorcismos a veces incluyen escenas muy agresivas. “En un exorcismo te encontrás, a veces, no siempre, con personas totalmente enajenadas. Ante la presencia de lo sagrado, el demonio se pone furioso y, en general, la persona poseída empieza a gritar, con una voz que no es propia, chilla, se estremece y hasta larga espuma por la boca. Muchas veces intenta golpearme, pero nunca lo consiguió. Lo que sí me pasa casi siempre es que me insulta muchísimo, me desprecia, pero no tengo miedo”, explica el sacerdote.
Carrizo, como muchos otros exorcistas, intenta realizar su ministerio acompañado de otras personas que le ayudan con oración. Pero “no todos soportan esas situaciones, son muy feas y la gente se impresiona, se estremece cuando ve la escena”.
Carrizo en esos casos no pierde la calma y recita el ritual en nombre de la Iglesia, “no en nombre propio”.
«Se desplazaba como una víbora»
“Recuerdo el caso de una chica de 16 años, que gruñía con una voz tan gruesa que no podía ser humana, gritaba como un chancho [un cerdo]. Estaba en el suelo de espalda y se movía, se desplazaba como una víbora, estaba inconsciente. Al hacerle una oración de liberación, el Señor obró y quedó totalmente bien. Fue una transformación total”, rememoró el sacerdote.
“Hay gente con afecciones interiores, psicológicas o físicas cuya causa se debe a intervenciones del demonio. He presenciado cómo enfermos de cáncer o con parálisis graves recuperan la salud después de una oración de liberación. Es porque estaban atados a algo maligno”, añade el sacerdote.
“Esto no significa que no hay que ir al médico o al psicólogo», puntualiza.
«El tema es cuando hay quienes deambulan por diversos profesionales, durante muchos años, y no consiguen curarse de ninguna manera. Esos son los casos en los que tal vez se necesita una sanación interior o una liberación”, propone.
Ramón Carrizo, frente al demonio y sus engaños, propone el camino del amor, los sacramentos y los 10 mandamientos
La liberación que transforma
La liberación transforma a las personas, constata. “Es como si se derribara un muro e irrumpe de pronto toda la vida y la luz de Dios. Se descubre un camino de felicidad sobrenatural en medio de las situaciones difíciles de la vida”, explicó.
¿Cómo atrapa el demonio a las personas? “Involucrarse en prácticas esotéricas, consultar a brujos o videntes no es gratis, contamina a las personas porque esas cosas son “puertas” por las que entra la influencia del demonio. También hay quienes hacen pactos con el diablo para conseguir algo y luego empiezan a sufrir dolencias físicas o psíquicas sin causa aparente”, enumera Carrizo.
El demonio utiliza el engaño y el miedo
“El demonio trabaja con el engaño y el miedo. Hay quienes tienen pánico de cortar con aquello que los tiene atrapados, y por eso hay gente que no puede vivir sin un amuleto o una superstición, amistades tóxicas o ambientes que dañan; hay que cortar del todo para conseguir liberarse”. Quien quiere liberarse de la opresión del demonio necesita «el rechazo a lo que se está haciendo mal y el deseo de recibir la ayuda de Dios. Esa es la forma de recuperar la paz. Si una persona no está dispuesta a hacer este cambio, ningún exorcismo tendrá efecto”, opina.
Cambiar de vida es cambiar por dentro y por fuera. “Es necesario elegir el camino de los 10 mandamientos, eliminar el pecado, el rencor, cortar con lo negativo y disponerse hacia lo positivo; buscar la fortaleza de Dios que está en la gracia, que llega a través de los sacramentos, por eso la confesión es algo realmente liberador y sanador, y por supuesto la Eucaristía tiene un valor que no llegamos a darnos cuenta, no alcanzamos valorar su infinito potencial”, detalló.
Carrizo no vive en ningún entorno oscuro ni siniestro, sino que es un párroco cercano y social, como tantos otros; en este vídeo se recoge la animada fiesta parroquial por sus 40 años de ministerio
Perdonar es muy sanador; el rencor daña y esclaviza
“Me suelo encontrar con gente que sufre algún mal, que no detecta la causa de su dolencia, o que no tiene paz y, cuando se va al fondo de la cuestión, la causa es que no ha podido perdonar y hay mucho rencor. Esas personas se liberan cuando logran perdonar desde Cristo con su mismo amor. Es un camino a veces largo, que se hace con acompañamiento y oración, y soy testigo de curaciones físicas que se dieron cuando las personas perdonaron. Si alguien se abre con fe al poder y al amor de Dios, Él le regala una fuerza y una alegría que va más allá de todo».
Cuenta un caso, «un hombre que padecía de una úlcera sangrante, de muchos años, crónica, y por más tratamientos que hacía no se curaba. Al hacerle oración imponiendo las manos como nos enseñó Jesús, salió que guardaba un terrible odio a una persona que lo había hecho despedir del trabajo. Él lo reconoció con humildad, se arrepintió y perdonó de corazón. A partir de allí ocurrió la sanación, se cerró la úlcera. Aquí se conjugan por un lado el poder de Dios que obra maravillas sanando, restaurando, y la disposición del enfermo”, sumó el sacerdote.
El aborto es demoníaco: requiere sanación y perdón
Entre las cosas que dañan a muchas personas está el aborto. “El aborto es algo demoníaco, al igual que todo lo relacionado con la cultura de la muerte. Es lo que logra el diablo. En cambio nuestro Dios es un Dios de vida, de luz, de paz, de felicidad. Y es muy duro ver tantas mujeres que sufren mucho después de un aborto. A ellas también las tiene que atender el sacerdote y ayudarlas a sanar las secuelas que deja el aborto, de las que no se quiere hablar porque ahora se promociona el aborto. En estos casos también es fundamental que puedan perdonarse, y perdonar a quienes las indujeron a llegar a esa instancia», propone.
La Virgen María puede ser de gran ayuda en muchas circunstancias. “El rol de la Virgen María es importantísimo en la lucha contra Satanás. Ella es quien, trayendo a Jesucristo, nuestro divino Salvador, le aplastó la cabeza, y lo sigue haciendo; por eso la detesta y todo lo que tenga que ver con ella, como por ejemplo el Santo Rosario. Siempre es conveniente llevar estampas de la Virgen porque contra la Virgen María el demonio no puede hacer nada”, añade el veterano exorcista.
El infierno es el lugar donde no está Dios
Preguntado por el infierno, explica que «es un lugar donde no está Dios. Aquí quiero aclarar que cada uno elige si quiere o no estar con Dios. Los que no lo desean van al infierno porque así lo han decidido. Dios no es un vengador, Él nos da a elegir y cada uno hace su opción. Hay mucha confusión e ideas erradas de Dios, pero eso también es fruto de la ignorancia del plano de la fe y de la acción del demonio”.
En una entrevista televisada habla de la importancia de la oración de liberación.
ReL.