Una vez más Tierra Santa es fuente de violencia y enfrentamiento en vez de un lugar de paz, y en esta ocasión el foco del conflicto ha sido la ciudad santa de Jerusalén, donde desde hace varios días se vienen produciendo incidentes cada vez más graves entre musulmanes y las fuerzas de seguridad israelíes, especialmente en dos focos: la explanada de las mezquitas y el barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén este y de mayoría palestina.
Sin embargo, la escalada de violencia ha ido a más en las últimas horas tras los ataques con cohetes de los terroristas de Hamas a Jerusalén y la contundente respuesta de Israel contra este grupo en Gaza, donde varias personas han muerto debido a los misiles.
El origen del conflicto empezaría, según denuncian los palestinos, en los problemas para acceder a la zona de la mezquita de Al Aqsa en este mes del Ramadán y en el supuesto desalojo de familias palestinas del barrio anteriormente citado para facilitar la llegada de familias judías. Mientras tanto, las autoridades de Israel han ido frenando los disturbios provocados durante los últimos días por jóvenes radicales musulmanes en Jerusalén.
Ante esta situación, el Patriarcado Latino de Jerusalén ha emitido un comunicado acerca de la violencia en la ciudad santa, aunque ha sido publicado antes de los ataques con misiles tanto de Hamas como de Israel de las últimas horas, por lo que su texto es válido sólo para lo ocurrido en los últimos días, no durante estas horas.
De este modo, la Iglesia Católica latina se une al resto de iglesias cristianas en Tierra Santa para mostrar lo “profundamente descorazonados y preocupados por los recientes acontecimientos violentos en Jerusalén Este, ya sea en la Mezquita Al Aqsa o en Sheikh Jarrah, que violan la santidad del pueblo de Jerusalén y de Jerusalén como Ciudad de Paz y requiere de una intervención urgente”.
En opinión del patriarcado latino, “la violencia utilizada contra los fieles socava su seguridad y su derecho a tener acceso a los lugares sagrados y al culto libremente. El desalojo forzoso de palestinos de sus hogares en Sheikh Jarrah es también una violación inaceptable de los derechos humanos más fundamentales, el derecho a un hogar. Es una cuestión de justicia que los habitantes de la ciudad vivan, recen y trabajen, cada uno según su propia dignidad; una dignidad conferida a la humanidad por Dios mismo”.
Recordando de nuevo que el comunicado está firmado antes de los ataques con cohetes y misiles, tanto de Hamas como de las fuerzas de Israel, el testo añade que “también es motivo de especial preocupación el derecho de acceso a los Santos Lugares. A los fieles palestinos se les ha negado el acceso a la mezquita de Al Aqsa durante este mes de Ramadán. Estas demostraciones de fuerza hieren el espíritu y el alma de la Ciudad Santa, cuya vocación es ser abierta y acogedora; ser un hogar para todos los creyentes, con iguales derechos, dignidad y deberes”.
“La posición histórica de las Iglesias en Jerusalén es clara con respecto a nuestra denuncia de cualquier intento que haga de Jerusalén una ciudad exclusiva para cualquiera. Esta es una ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas y, según el derecho internacional y las resoluciones pertinentes de la ONU, también una ciudad donde el pueblo palestino, cristianos y musulmanes, tienen el mismo derecho a construir un futuro basado en la libertad, la igualdad y la paz. También pedimos un respeto absoluto por el statu quo histórico de todos los lugares sagrados, incluido el recinto de la mezquita de Al-Aqsa”, agrega el Patriarcado Latino.
De este modo, la autoridad católica latina en Jerusalén recalca que “la autoridad que controla la ciudad debe proteger el carácter especial de Jerusalén, llamada a ser el corazón de las religiones abrahámicas, un lugar de oración y encuentro, abierto a todos y donde todos los creyentes y ciudadanos, de todas las creencias y pertenencias, puedan sentirse a gusto”.
Por último, el comunicado agrega que “nuestra Iglesia ha dejado claro que la paz requiere justicia. En la medida en que no se defiendan y respeten los derechos de todos, israelíes y palestinos, no habrá justicia y, por tanto, no habrá paz en la ciudad. Es nuestro deber no ignorar las injusticias ni las agresiones contra la dignidad humana independientemente de quién las cometa”.
ReL.