Falleció el sacerdote jesuita Alfonso Llano Escobar.

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El miércoles hacia el mediodía falleció en Bogotá el sacerdote jesuita Alfonso Llano Escobar. Según la información que se conoce hasta ahora, Llano Escobar venía presentando problemas de salud bastante delicados que se le complicaron en los últimos días.

 

Varios de los allegados al sacerdote aseguran que “no murió de covid-19″. Escobar, de 95 años, había nacido en Medellín en 1925 y se destacó por ser uno de los religiosos con más formación académica.

Tenía formación como filósofo y teólogo, además de doctorado en filosofía y en teología con énfasis en moral. Así mismo, escribió varios libros y fue director del Instituto de Bioética de la Universidad Javeriana.

Desde 1941 comenzó a ser parte de la Compañía de Jesús y se ordenó como sacerdote en 1956.

Durante varios años, Llano Escobar fue columnista del diario El Tiempo. El padre Carlos Eduardo Correa, provincial de la Compañía de Jesús y quien conoció a Llano desde sus épocas de seminarista, dijo al diario que Escobar “era un erudito, un intelectual y un excelente hombre consagrado a Dios. Y humanamente siempre fue muy querido. Lo queremos mucho los jesuitas”.

Así mismo, recordó la columna de opinión con la que Llano Escobar “alentó la fe de gente que no iba a misa. Se expresaba con un lenguaje muy adecuado para todo tipo de personas. Un hombre capaz de transmitir el evangelio de una manera clara y agradable. Muchas personas vivieron mejor su fe gracias a sus escritos”.

La Fundación Centro Nacional de Bioética, Cenalbe, lamentó la muerte del sacerdote.

“Lamentamos profundamente el fallecimiento de nuestro fundador, el padre Alfonso Llano Escobar S.J. Hoy descansó en la paz del señor. 95 años de vida y de aportes a la bioética, profesor y columnista q. e. p. d.”.

Tras conocerse la noticia de su muerte, varios de sus alumnos, seguidores y lectores han recordado la columna que el sacerdote publicó en El Tiempo el 6 de septiembre de 2018, bajo el titulo ‘¡Señor, que acabe bien!’.

“Ya diviso tierra firme (cielo). Falta el último trayecto. El más delicado, sin duda alguna, el más difícil y el más expuesto a tentaciones de toda clase. Quiero llegar a la meta. Por eso le pido diariamente al Señor que me dé la gracia de arribar a buen puerto. Un naufragio aquí sería fatal”, se lee en el texto.

Con información de Semana

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