«Siempre creían que eran el único católico de la ciudad», se encontraba Jerzy Steckiewicz al recorrer las ciudades de la Kaliningrado rusa de los años 90. Tras años de dictadura comunista, los católicos no se conocían unos a otros. Pero había más, y así fueron surgiendo las parroquias de Kaliningrado.
La Iglesia Católica rusa ha perdido a uno de sus representantes más importantes. Tras batallar contra el Covid-19, en la noche del 12 al 13 de diciembre, falleció el obispo bielorruso Jerzy Steckiewicz.
Fue decano del área pastoral y párroco de la parroquia de San Adalberto en Kaliningrado, un enclave ruso situado en Prusia Oriental. Kaliningrado es la antigua Könisberg, la ciudad de Emmanuel Kant, que quedó anexada a la Unión Soviética a partir de 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial.
La zona, habitada por muchos ciudadanos de origen polaco y lituano, tanto en la ciudad como en los pequeños pueblos que se asoman al mar Báltico cuenta con una densa red de comunidades católicas, reabiertas gracias al padre Jerzy.
Kaliningrado forma parte de la arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, cuyo arzobispo, el italiano Paolo Pezzi (recientemente recuperado del coronavirus), dio la noticia de la muerte del sacerdote.
En el sitio web oficial de la diócesis, Cathmos.ru, Pezzi recuerda que «el padre Jerzy dio inicio al renacimiento de la Iglesia Católica en la región de Kaliningrado, donde desempeñó su servicio durante muchos años. Se puede decir que fue el apóstol católico de esta región. No hay ciudad, pueblo o aldea que el padre Jerzy no haya visitado».
«Lo conocí inmediatamente después de mi consagración episcopal, y en cada una de mis visitas a la zona de Kaliningrado siempre me sorprendió que dondequiera que fuera, entre los creyentes siempre había alguien que conocía al padre Jerzy personalmente y lo recordaba o me hablaba de él», explica el arzobispo católico de Moscú.
Criado en Polonia, llegó a territorio ruso en 1991
Monseñor Steckiewicz tenía 66 años y había nacido en Grodno, en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, la misma ciudad de donde provenía el arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz, el primer obispo católico de Moscú después del comunismo, del que había sido uno de los primeros colaboradores junto con su hermano, el padre Andrzy. Criado en Polonia, se convirtió en sacerdote en Szczecin en 1981 y 10 años más tarde se trasladó a Rusia. Desde un principio, veló especialmente por la región de Kaliningrado.
El mismo sitio diocesano publicó una vieja entrevista con Steckiewicz, en la que recuerda los primeros días del renacimiento religioso en la ex Unión Soviética: «Desde la perestroika de los años ochenta, los fieles ortodoxos pudieron contar con la asistencia de sus propios sacerdotes. La situación era diferente para los católicos, que los miraban con envidia. De todas maneras, se percibía el comienzo de una nueva era para todos. Hasta el mismísimo Gorbachov había declarado que estaba bautizado, y que no veía nada malo en ello… y así llegamos también nosotros, los misioneros católicos».
En la Federación Rusa viven 144 millones de personas, pero los bautizados católicos no llegan a ser ni 800.000. El arzobispo Paolo Pezzi, desde agosto de 2020 ayudado por el obispo auxiliar Nikolai Dubinin, tienen a su cargo un territorio de 59 millones de habitantes, de los que unos 70.000 son católicos. Las distancias son enormes y el enclave de Kaliningrado (en círculo rojo) es parte de esta compleja diócesis.
Al frente de Cáritas en Kaliningrado
Steckiewicz también dirigió la rama local de Cáritas durante mucho tiempo, y contribuyó en gran medida a la reconstrucción de los edificios eclesiásticos y estructuras diocesanas en el Báltico y en toda Rusia. Fue el propio Kondrusiewicz quien lo envió a Rusia y formó parte del primer grupo de sacerdotes católicos, procedentes de Polonia y de varios países del mundo, que en Rusia tenían que saber unirse respetando las tradiciones y la historia de un país históricamente ortodoxo, que durante décadas había estado sometido al ateísmo de Estado.
Como él mismo relató en la entrevista, «nos llamaron de varios lugares, a veces eran sólo dos o tres personas que pensaban que eran los únicos católicos de la ciudad… luego esa parroquia se convertía en una de las más bellas, y se desarrollaba de una forma maravillosa».
Como recuerda el padre Jerzy: «el padre del renacimiento religioso fue solamente Dios Nuestro Señor, nosotros apenas fuimos pequeños instrumentos, que intentaban desempeñar su servicio… instrumentos no siempre adecuados, pero el Señor siempre se las arregló para utilizarnos de la manera correcta».
Con información de Religión en Libertad/Stefano Caprio