Estados Unidos Mexicanos: de República a Matadero abortista

José Arturo Quarracino
José Arturo Quarracino

Como hemos demostrado con abundante documentación en numerosos artículos y en nuestro libro Geopolítica y Aborto, el envejecimiento poblacional que hoy padece la mayoría de los países del mundo es producto de un plan maestro integral diseñado a nivel mundial para lograr el control del crecimiento poblacional no planificado. No es un proceso casual que ha desembocado imprevistamente en estas dramáticas condiciones demográficas, sino que HA SIDO UN PLAN diseñado, proyectado y ejecutado al detalle, para llegar al objetivo deseado -impedir la mayor cantidad de nacimientos posibles-, provocando lo que en Demografía se conoce como Invierno Demográfico o Envejecimiento Poblacional, situación en la que es cada vez mayor la cantidad de personas mayores de 60 años y cada vez menor la cantidad de personas menores de 15 años.

Este plan fue impulsado por la elite de poder mundial, es decir, por los dueños de la mayor parte de la economía mundial y de las finanzas especulativas, que se han congregado a lo largo del siglo XX en instituciones como el Royal Institute International Affaires (R.I.I.A., británico), el Council on Foreign Relations (CFR, estadounidense), el Council of the Americas, el Bilderberg Club, la Trilateral Commission, la Financial Stability Board (FSB), desde las cuales han llevado a cabo sus políticas corporativas “convertidas” en políticas de Estado, tanto en el plano de la economía como en el de la demografía. En este sentido, el clan Rockefeller se ha desempeñado como el operador político principal de la ofensiva política, social, económica, cultural e ideológica a través de la cual ese poder corporativo privado se ha adueñado del mundo, tal como lo muestran los informes anuales de organizaciones como Oxfam y de bancos como el Credit Suisse, que muestran que el 0,47% de los adultos del mundo tienen en sus manos el 46/47% de la riqueza mundial, en una concentración nunca antes vista ni conocida en la historia universal.

El control del crecimiento poblacional no planificado (=control de la natalidad) fue la política trazada en el plano demográfico para acompañar el proceso de rapiña y concentración económica global. Por eso en su origen el plan antinatalista fue diseñado como un proyecto mundial, global, al igual que el de la concentración de la riqueza mundial en sus manos.

El primer paso antinatalista se dio con una declaración inicial, redactada íntegramente por John Davison Rockefeller III y firmada por 30 líderes mundial en el año 1966: Statement on Population from World Leaders (1966) [Declaración sobre Población por Líderes Mundiales (1966)]. La firma de estos líderes mundiales sirvió para hacer que la visión y el proyecto corporativo privado fuera asumido como problema a resolver por los Estados a partir de ese momento. En otras palabras: el proyecto antinatalista es privado, pero el esfuerzo financiero correrá a cargo de los Estados nacionales y de sus pueblos.

Después de definir que el problema que pone en peligro la paz mundial es el crecimiento poblacional mundial sin control, esta declaración instituyó como dogma incuestionable e indubitable que el derecho humano básico y fundamental no es el del derecho a la vida, sino el de todo individuo y pareja de decidir la oportunidad de cuántos hijos tener y el espaciamiento entre ellos. Así, el derecho a la vida de todo ser humano pasa a segundo plano, el fundamental es el de los adultos que deciden si tener hijos o no, cuándo tenerlos y con qué ritmo. 

El segundo paso antinatalista fue el de convertir este dogma básico en principio normativo para las Naciones Unidas, en el ámbito de los derechos humanos. Así, en 1968 este principio es adoptado oficialmente en la Proclamación de Teherán, como corolario de una celebración en la entonces capital de Persia al cumplirse 20 años de la Declaración de la ONU sobre Derechos Humanos.

El tercer paso antinatalista consistió en dotar a este “derecho humano básico” del principio activo para hacer realidad su ejercicio, a través de dos pasos: a) inventar el “principio ético” según el cual “sólo deben ser traídos al mundo los hijos deseados”, y b) convertir al aborto en el “derecho de la mujer para determinar su fecundidad” y al ejercicio del aborto en un “problema de salud pública”. 

El cuarto paso antinatalista consistió en instituir este “derecho humano básico” en el fundamento de la implementación del aborto a escala mundial, a través del famoso Memorando 200/74. Implicancias del crecimiento poblacional mundial para la seguridad de Estados Unidos y sus intereses de ultramar, elaborado por Henry Kissinger en su rol de consejero de seguridad nacional de las administraciones Richard Nixon/Gerald Ford.

En síntesis, en este documento se determina que el control del crecimiento poblacional mundial constituye un objetivo estratégico para fortalecer y asegurar la seguridad nacional de Estados Unidos, que el principio del derecho humano básico instituido por los Rockefeller debe ser aconsejado por el presidente estadounidense en sus relaciones con los gobiernos que el país mantiene relaciones, que México, Colombia y Brasil son los tres países de Hispanoamérica que ponen en peligro la política exterior yanqui por su numerosa población, que la legalización del aborto debe ser impuesta en todos los países como condición sine qua non, para que los planes de control de la natalidad puedan tener éxito, y que tienen que ser agentes nativos los que promuevan y promocionen los planes antinatalistas que le interesa imponer a la plutocracia angloamericana, imperialista, depredadora y genocida que es la dueña real de Estados Unidos, para “gozar en paz” de la riqueza que ha arrebatado a los pueblos del mundo.

El quinto y último paso en la imposición del dogma antinatalista se oficializó a nivel de Naciones Unidas en el documento final elaborado por la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, llevada a cabo en Egipto en setiembre de 1994. En esa declaración final se determina que el control de la natalidad a nivel mundial se va a impulsar mediante la promoción de los derechos sexuales y las políticas de salud reproductiva, derechos y políticas basados en el dogma inventado por los Rockefeller en el documento original de 1966 que estamos citado inicialmente.

En síntesis: desde mediados de los años ’60, la ultra minoritaria plutocracia financiera anglo-americana, especulativa y depredadora, ha diseñado el plan de control de la natalidad a escala planetaria, para gozar en paz de las riquezas de las que se ha apropiado. Es un proyecto corporativo privado que ha sabido convertir el genocidio prenatal en política de Estado de los países en particular y de las Naciones Unidas en especial, que ha dejado de ser una organización inter-nacional para convertirse en supranacional, imponiendo en el ámbito de la demografía planetaria la eliminación sistemática por millones de niños por nacer y el consiguiente envejecimiento poblacional.

Para imponer sus designios y “popularizar” su plan genocida prenatal, este imperialismo internacional antinatalista-abortista ha impulsado la divulgación de su siniestro plan por medio del progresismo social-demócrata seudo anticapitalista, no hablando del control de la natalidad, sino de la promoción de los derechos sexuales y de la salud reproductiva, con el fundamento inventado por John Davison Rockefeller III.

Así, con los liberales este poder mundialista hace negocios capitalistas, y con los progresistas impone el genocidio prenatal.

Una lectura atenta de la nueva Ley General de Población sancionada en diciembre del año pasado por la legislatura mexicana permite ver que este esquema rockefelleriano es la columna vertebral de esa ley sancionada, convirtiendo a los Estados Unidos Mexicanos en la granja de ese poder globalista depredador y en el campo de exterminio de los hijos del pueblo mexicano. Una ley que no es para beneficio de México, sino de la plutocracia financiera internacional, una auténtica y verdadera obra maestra de la traición a la Patria. Una ley que se fundamenta literal y conceptualmente en la ideología antinatalista del clan Rockefeller y que ha convertido al noble país azteca en matadero del poder financiero especulador, depredador de la riqueza y genocida. 

Una ley redactada ad maiorem gloriam de los Rockefeller-Kissinger, gracias a la infame actitud de traición a la Patria de legisladores que de mexicanos sólo tienen un documento de identidad que los identifica formalmente como tales, ocultando su servilismo y sumisión a favor del Imperialismo Internacional del Dinero y de su genocidio prenatal. 

Pero los pueblos están llamados a vivir para la eternidad, mientras que los tiranos y sus lacayos -como muestra la historia- están destinados a sucumbir y a caer en el olvido. Pero nada se logra sin el sacrificio de la propia vida, para labrar la felicidad ajena. En esta clase de lucha, no vencen los que son más “fuertes” y tienen más medios materiales a su disposición, sino los que están decididos a vencer y tienen más perseverancia para alcanzar la victoria, porque los anima el Amor, no el espíritu criminal y asesino de los agentes de la muerte y de sus traidores nativos. Cuando un pueblo se decide a la lucha, suele ser invencible, y los mercaderes de la muerte se hunden en el olvido eterno. 

Comparte: