“Los juicios y los prejuicios solo aumentan las distancias. Los conflictos y las palabras fuertes no ayudan. Encerrar a las personas en un gueto no resuelve nada. Cuando se alimenta la segregación, tarde o temprano estalla la ira. El camino para una convivencia pacífica es la integración”.
“Llenos de mensajes virtuales, corremos el riesgo de perder nuestras verdaderas raíces. Desconectarnos de la vida, fantasear en el vacío, no hace bien, es una tentación del maligno. Dios quiere que estemos firmemente plantados en la tierra, conectados con la vida ”.
Salir de los guetos, ya sean físicos como Lunik IX, donde viven los gitanos, o mentales, como esos ilusorios en los que se pierden tantos jóvenes. La tarde del Papa Francisco en Košice, la segunda ciudad de Eslovaquia, transcurre entre dos eventos muy diferentes: la visita a los gitanos y el encuentro con los jóvenes.
Luník IX es uno de los 22 distritos de la ciudad de Košice y se comenzó a construir en 1970. Hoy son siete grandes edificios sin gas ni agua corriente, que llegan solo unas pocas horas al día, y tampoco cuentan con un sistema de calefacción adecuado. Alberga la comunidad más numerosa de gitanos del país, cerca de 4.300 personas, aunque se desconoce el número exacto. Para la visita del Papa han dispuesto fuertes medidas de seguridad, con policías a caballo y redes para evitar que la gente se acerque demasiado. Han pedido que las personas se asomen por las ventanas, y muchas accedieron (ver la foto). Pese a todo, la gente viste las tradicionales ropas multicolores de fiesta y hay muchos niños. Una gran pancarta, en italiano, da la bienvenida a Francisco.
“En la Iglesia – dice Francisco (en la foto) – nadie se debe sentir fuera de lugar o dejado de lado. No es solo una manera de decir, es la manera de ser de la Iglesia”. «La Iglesia – añade – es una familia de hermanos y hermanas con un mismo Padre, que nos dio a Jesús como hermano, para que comprendamos cuánto ama la fraternidad».
“Los juicios y los prejuicios – explica luego – solo aumentan la distancia. Los conflictos y las palabras fuertes no ayudan. Encerrar a las personas en un gueto tampoco resuelve nada. Cuando se alimenta la segregación, tarde o temprano estalla la ira. El camino para una convivencia pacífica es la integración. Es un proceso orgánico, lento y vital, que comienza con el conocimiento mutuo, avanza con paciencia y mira hacia el futuro. ¿Y a quién pertenece el futuro? A los niños. Ellos son nuestros guías: sus grandes sueños no pueden romperse contra nuestras barreras. Quieren crecer junto con los demás, sin obstáculos ni exclusiones. Merecen una vida integrada y libre”. Por ellos «hay que tomar decisiones valientes: por su dignidad, por su educación, para que puedan crecer bien arraigados en sus orígenes pero al mismo tiempo sin que queden excluidos de cualquier posibilidad». “Agradezco a los que llevan a cabo este trabajo de integración, que no solo supone un gran esfuerzo sino que a veces también recibe incomprensión e ingratitud, quizás incluso dentro de la Iglesia”. Saludó también a los presos y dio las gracias a los salesianos que, valientemente, han establecido aquí una misión.
El estadio Lokomotiva, sede del último encuentro del día (en las fotos) antes de regresar a Bratislava, estalla en un griterío cuando Francisco saluda a los jóvenes en su propio idioma: ¡dobrý večer! [¡Buenas tardes!].
A ellos el Papa les recomienda que no escuchen a los que «hablan de sueños», pero «venden ilusiones». “Cada uno de nosotros – continúa – es único y está en el mundo para sentirse amado en su singularidad y para amar a los demás como nadie puede hacerlo en su lugar. Nadie vive sentado en el banco para ser el suplente de otro. No, cada uno es único a los ojos de Dios. Y no se dejen ‘homologar’; no estamos hechos en serie, somos únicos y libres, y estamos en el mundo para vivir una historia de amor con Dios, para vivir la audacia de abrazar elecciones fuertes, para aventurarnos en el maravilloso riesgo de amar”. “No banalicemos el amor -agrega- porque el amor no es solo emoción y sentimiento – en todo caso, ese es el comienzo. El amor no es tenerlo todo y de inmediato, no responde a la lógica de los descartables. El amor es fidelidad, don, responsabilidad. Hoy la verdadera originalidad, la verdadera revolución, es rebelarse contra la cultura de lo provisorio, es ir más allá del instinto y más allá del instante, es amar para toda la vida y con todo lo que uno es”.
“Hoy – prosigue – existe el peligro de crecer desarraigados, porque tenemos la tendencia a correr, a hacer todo rápido: lo que vemos en internet nos puede llegar de inmediato a casa; con un solo clic aparecen personas y cosas en la pantalla. Y entonces sucede que se vuelven más familiares que los rostros que nos generaron. Llenos de mensajes virtuales, corremos el riesgo de perder nuestras verdaderas raíces. Desconectarnos de la vida, fantasear en el vacío, no hace bien, es una tentación del maligno. Dios quiere que estemos firmemente plantados en la tierra, conectados con la vida; ¡Nunca cerrados, sino siempre abiertos a todos! Sí – me dirán ustedes – pero el mundo piensa de otra manera. Se habla mucho del amor, pero en realidad se aplica otro principio: cada uno piensa en sí mismo. Queridos jóvenes, no se dejen condicionar por eso, por lo que no hace bien, por el mal que hace estragos . No se dejen atrapar por la tristeza o el desaliento resignado de los que dicen que nada cambiará jamás. Si uno cree eso, se enferma de pesimismo. Se vuelve viejo por dentro. Y envejece joven. Hoy hay tantas fuerzas disruptivas, que culpan a todos y a todo, amplificadores de la negatividad, profesionales de la queja. No los escuchen, porque la queja y el pesimismo no son cristianos, el Señor detesta la tristeza y el victimismo. No estamos hechos para tener la cara hasta el suelo, sino para levantar la mirada al cielo”. (FP)
Košice, Eslovaquia.
AsiaNews.