Por sorpresa… Así cayó la designación del franciscano Juan María Huerta Muro como II obispo de Xochimilco, sucediendo a Andrés Vargas Peña quien, después de casi tres años, le fue aceptada la renuncia canónica a una de las iglesias más jóvenes de la República mexicana, hoy sufragánea de la arquidiócesis de México.
Desde la prelatura de El Salto, Juan María Huerta ya hace los preparativos para llegar a una realidad diferente. Después de un prolongado tiempo en las montañas de Durango, el obispo franciscano reconoce el gran reto al llegar a una realidad urbana, no sólo por sus dimensiones, también por el contraste de realidades de la diócesis de Xochimilco.
Sincero y objetivo, Juan María Huerta nos comparte las líneas de su próximo ministerio, mismo que iniciará en una fecha significativa, el 19 de marzo, para tomar la cátedra episcopal.
Su programa pastoral estará enmarcado para ser cercano a todos y, a la manera de otros obispos franciscanos, dialogará con buenos y malos; transparente, admite ser firme de carácter y su nombramiento vendrá a romper con la inercia que ahora existe para dar un golpe de timón donde deba ser necesario. Como buen franciscano, se valdrá del gran patrimonio de la devoción popular.
A unos días de su instalación, el nuevo pastor de Xochimilco desea afianzar aspectos que venía realizando en la prelatura de El Salto, entre ellos, el de la evangelización a través de los medios y redes sociales. Y su primer mensaje a los fieles de la diócesis es el de la apertura sincera: “Sin conocerlos personalmente, ya los quiero…”
La entrevista completa para la Agencia Católica de Noticias puede ser vista aquí.