Hoy es Domingo de Ramos. El nombre propio es Domingo de la Pasión del Señor. En este día la Iglesia inicia de forma solemne la Semana Santa, los días en que hacemos memoria de la pasión, muerte y resurrección del Señor.
El Evangelio de este día es la lectura completa de la Pasión según San Lucas. Es un repaso de lo que sucedió desde que Jesús es recibido triunfalmente como Mesías en Jerusalén hasta el día en que fue puesto en la sepultura en espera de su resurrección. La misa empieza de un modo especial con una procesión de palmas o de ramos que nos hace vivir los momentos en que Jesús entra en Jerusalén como si fuera un héroe vencedor que vuelve de la batalla.
En realidad Jesús no ha vuelto de la guerra sino que entra en ella. La inaugura, es la batalla definitiva que entabla la muerte y la vida, el pecado y la gracia, Dios y el demonio. Al final Dios vence de una manera desconcertante pues pasa del fracaso de la cruz al triunfo de la resurrección, de la muerte a la vida y con él nosotros también pasamos de las tinieblas del pecado a la luz del amor, del perdón y de la redención.
Escuchamos este largo evangelio porque es muy importante que volvamos a recordar y vivir la pasión del Señor. Todo lo que Jesús sufrió y padeció lo hizo por ti, por todos, incluso por los pecadores y quienes lo rechazaban. Ese es el verdadero amor que no abarca sólo a los suyos, a sus amigos sino que abraza hasta redimir a sus enemigos.
Al escuchar la pasión debes pensar que todo aquello que padeció Jesús lo hizo por ti porque te ama porque quiere que vivas, porque así sufriendo y muriendo pagó el precio de tu rescate y tu salvación. La lectura de la pasión del Señor, el recuento de sus sufrimientos no es para que te sientas culpable, por el contrario, es para que te sientas amado y perdonado. Si alguien es capaz de sufrir y dar la vida por ti, tiene un solo significado, lo hace porque te ama más a ti que a sí mismo, porque ama más tu vida que la suya, porque el precio de tu salvación es su perdición.
La muerte de Jesús en cruz, Dios la convirtió en victoria y resurrección. Este domingo al leer y escuchar la pasión del Señor debes exclamar como San Pablo, me amó y se entregó por mí, y tienes que sentir un deber de gratitud y amor, sabiendo que al amor sólo se le corresponde con amor. Por lo tanto, debes preguntarle a Jesús, ¿qué quieres de mí? ¿Cómo debo corresponder a tu amor? Señor, habla mi corazón, tócalo y transfórmalo.
“Te miro crucificado y te pido que me hagas comprender cuánto me amas, cuán caro fue el precio de tu redención y cuánta dureza hay en mi alma. Permíteme entrar en tu corazón traspasado por la lanza para que aprenda a amar como tú amas”.
Estos días santos, busca momentos de oración, asiste a la iglesia, a los oficios sagrados, únete a aquel que te amó y se entregó por ti.
¡Feliz domingo! ¡Dios te bendiga!