JESÚS entra en Jerusalén montado en un pollino como había profetizado Zacarías (Cf. Za 9,9): esta es la entrada profética en Jerusalén junto con la purificación del Templo (Cf. Mc 11,15-18). Los evangelios sinópticos, y entre ellos san Marcos, resaltan la vertiente de MAESTRO por parte de JESÚS en esta recta final. JESÚS da muestras de impartir una doctrina acorde con la tradición más recta dentro de la ortodoxia judía, destacando lo prioritario, que tiene en cuenta el Shemá como la versión más perfeccionada del primer mandamiento o precepto. Los judíos varones debían recitar el Shemá por la mañana y al atardecer. San Marcos recoge la enseñanza de JESÚS en clave de controversia. El capítulo doce comienza con la parábola de los labradores homicidas (Cf. Mc 12,1-9). Al escuchar esta parábola, algunos de los principales, escribas y fariseos, se sintieron aludidos y le siguen dos escenas protagonizadas por fariseos, herodianos y saduceos. Los evangelios no se recatan en señalar a los enemigos u oponentes de JESÚS, que lo apremian con preguntas capciosas, en el intento de obtener algún argumento acusatorio a partir de sus propias palabras. Un buen ejemplo de lo anterior es la cuestión candente en aquellos momentos del tributo a Roma: ¿se paga o no el tributo al César? (Cf. Mc 12,13-17). Los saduceos de la clase sacerdotal elaboran una historia estrambótica intentando ridiculizar a JESÚS con el supuesto de una mujer que enviuda siete veces, casándose sucesivamente con los cuñados que aún permanecían solteros. Aquellos representaban la clase sacerdotal en su rango más alto, por lo que debían poseer un conocimiento suficiente de la Escritura, pero la sentencia de JESÚS los descalifica totalmente: “no conocéis la Escritura ni el Poder de DIOS” (Cf. Mc 12,18-27). Todavía aparece otro personaje acreditado y con prestigio, un escriba, que le pregunta a JESÚS sobre el Primer Mandamiento (Cf. Mc 12,28-34). La cualificación de los escribas era muy variada, pero los más letrados en la Escritura estaban relacionados con los sumos sacerdotes y el Sanedrín; por tanto, podemos pensar que este escriba que se dirige a JESÚS busca una respuesta que él pueda comparar con lo enseñado o impartido por los otros maestros acreditados, Gamaliel o Hillel. El capítulo doce se cierra, no obstante, con una cuestión que JESÚS plantea a su auditorio: ¿cómo es que al MESÍAS, David lo llama SEÑOR, si se dice que es hijo suyo? (Cf. Mc 12,36-37). Si las autoridades religiosas hubieran respondido adecuadamente a este dato de la Escritura, la Luz habría entrado en sus corazones y el curso de los acontecimientos se encauzaría en otra dirección, sin llegar a la condena del INOCENTE. Termina el capítulo doce con dos advertencias o lecciones de JESÚS para los discípulos: “guardaos de los escribas -fariseos y saduceos-, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros puestos en las sinagogas, y en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas bajo la fachada de largas oraciones. Estos tendrán una sentencia más rigurosa” (Cf. Mc 12,38-40). Entroncan estos versículos con el inicio del capítulo y la reacción de estos grupos por la parábola de los jornaleros homicidas. El contrapunto a las distintas escenas de este capítulo doce lo pone JESÚS señalando la actuación de un viuda muy pobre, que echa dos monedas de mínimo valor material en el cepillo del Templo (Cf. Mc 12,41-44). Aquella viuda muy pobre no se servía del Templo, sino que a través de aquella institución sagrada se ejercitaba en la confianza incondicional en DIOS manifestando su Amor primero. Merecía la pena la existencia de aquel Templo por el bien espiritual que hacía a muchas personas sencillas y entre ellas a esta viuda pobre.
El Amor está primero
Difícil tarea la que tenemos por delante: mantener la primacía del Amor a DIOS y al prójimo. Traemos a la memoria las palabras del SEÑOR a la Iglesia de Éfeso: “Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que camina entre los siete candeleros de oro. Conozco tu conducta, tus fatigas y paciencia; y que no puedes soportar a los malvados, y pusiste a prueba a los que se llaman apóstoles sin serlo y descubriste su engaño. Tienes paciencia y has sufrido por mi Nombre sin desfallecer, Pero tengo contra ti, que has perdido tu Amor primero… “ (Cf. Ap 2,1-4). La vuelta al “Amor primero” es el retorno al corazón en el que el SEÑOR habita. La Iglesia de Éfeso designa al mismo tiempo a cada uno de los fieles, por tanto estas palabras van dirigidas a todos los fieles, y deben ser tenidas en cuenta de modo particular. Se hace un reconocimiento expreso de aspectos que son encomiables: fatigas y esfuerzos por defender las cosas del SEÑOR. La comunidad de Éfeso y cada uno de sus integrantes velan por la fidelidad al Mensaje y la autenticidad del mismo, desenmascarando a los impostores. Por otro lado, se reconoce una gran constancia en el cumplimiento de sus obligaciones. Ahora viene lo que nos puede sorprender: todo lo anterior se está viviendo, al tiempo que se adormece el Amor primero. La debilidad humana es grande, pero el retorno al Amor primero es posible, y lo dice el SEÑOR: “date cuenta de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera…” (Cf. Ap 2,5). Los pasos a seguir quedan establecidos: examen de conciencia o discernimiento del proceso o situación, verdadero arrepentimiento como don del ESPÍRITU SANTO, y plan de acción para rehacer la trayectoria. Un día emprendimos un camino para encontrarnos con JESÚS y tal cosa sucedió. Las cosas empezaron a cambiar ordenándose de forma conveniente. Conquistamos una zona de cierto descanso para reponer fuerzas, pero la escalada continuaba. No se puede permanecer en ese punto por mucho tiempo y es preciso seguir la ascensión con fuerzas renovadas. La cima de esa particular montaña termina con el último aliento que habrá salido de la fuente del Amor primero. El SEÑOR nos está pidiendo la renovación continua del encuentro con ÉL. Muchas son las ocupaciones y obligaciones que llenan una jornada, pero de las veinticuatro horas del día debe haber un intervalo suficiente para entrar en el recinto secreto de nuestro interior y dialogar con el SEÑOR, que está allí y ve lo secreto, dándonos su recompensa (Cf. Mt 6,6-13). El Amor primero hace nuevas todas las cosas. DIOS es AMOR (Cf. 1Jn 4,7-9) y está en el principio de todo. En la clave de todas las preferencias el SEÑOR pide estar el Primero para que todo nuestro edificio se sostenga. Si ÉL que es AMOR está en el control de todos nuestros intereses, su Amor alcanza a todo lo que hagamos, incluyendo a las personas con las que nos relacionemos. El Amor de DIOS es Luz que renueva la forma de estar de nosotros mismos y de los que se relacionan con nosotros. Algo de Vida Nueva despierta cuando un verdadero encuentro con JESÚS se realiza. Si recibimos la EUCARISTÍA desde el corazón, entonces apreciaremos la Vida Nueva que ha llegado y no teníamos: “YO SOY el PAN vivo que baja del Cielo y da la Vidal mundo” (Cf. Jn 6,51-56). Nuestra vuelta al Amor primero es, en último término, el retorno a la casa del PADRE, para el que JESÚS se ofrece como único CAMINO (Cf. Jn 14,6). Lo primero que nos ha acontecido fue salir de las manos de DIOS, y lo último que nos sucederá será la contemplación bienaventurada de la TRINIDAD. No volvemos a DIOS como si nos moviéramos en círculo, sino que nos acercamos a DIOS, que es el primero, para prolongar la existencia en una Bienaventuranza Eterna.
La posesión de la Tierra Prometida
La Biblia afirma sin reticencias, que toda la tierra es creación de DIOS, y ÉL es su propietario. La idolatría está generalizada por todos los pueblos y DIOS elige un pueblo, el que ÉL quiere, para modelarlo según su voluntad, con el fin de extender el monoteísmo y erradicar los ídolos, que en realidad destruyen al hombre. La figura de piedra o de madera no es nada en sí misma, pero detrás de ella está y actúa un espíritu satánico, que perjudica al hombre, que es la obra de DIOS por excelencia dentro de este cosmos visible. El libro del Deuteronomio, al igual que los otros libros del Pentateuco, reitera que la tierra de los cananeos, hititas, fereceos…, se le va a entregar al pueblo hebreo gestado en Egipto, liberado por Moisés de la esclavitud a la que estaba sometido. El paso por el desierto representó un tiempo de formación de una identidad como Pueblo elegido de YAHVEH. La elección queda sellada mediante la Alianza o Pacto, por el que YAHVEH se compromete a ser su Protector y el Pueblo ha de ser fiel al único culto de adoración a YAHVEH, que va acompañado de las Diez Palabras escritas en piedra para significar su inmutabilidad. La Tierra Prometida está a la vista, y Moisés en los primeros capítulos del libro del Deuteronomio, se encarga de hacer un amplio recordatorio exhortativo al Pueblo que está a punto de tomar posesión de una tierra que es de YAHVEH, y por tanto la tendrá en posesión mientras cumpla las normas, preceptos y decretos, que están establecidos. La primera lectura de este domingo ofrece la formulación del “Shemá Israel” -Escucha Israel- dado por Moisés como cima e inspiración de toda la Ley prescrita y recordada en síntesis en el capítulo cinco del libro sagrado. El Deuteronomio se presenta como un amplio testamento que Moisés entrega al Pueblo antes de morir, pues él no entrará en esa Tierra Prometida por YAHVEH. “Al Pueblo le dice: Estos son los mandamientos, preceptos y normas, que YAHVEH vuestro DIOS ha mandado enseñaros, para que los pongáis en práctica, en la Tierra, a la que vais a pasar para tomarla en posesión” (v.1). La Ley, en la medida de lo posible, estuvo presente en el tiempo de paso por el desierto, pero ahora se ofrecen nuevas posibilidades para el crecimiento religioso y espiritual. La vida del Pueblo elegido está vertebrada por la religión dada por Moisés: el Yavismo. La posesión de la Tierra Prometida ofrece todas las posibilidades de significar el culto externo, que caracteriza al Pueblo de YAHVEH. La estabilidad que da la posesión de la Tierra exige la puesta en marcha de instituciones que regulen la vida civil con un carácter religioso al mismo tiempo. El Código de la Alianza o el Código de Santidad no dejan al margen las cuestiones relativas al trato con los extranjeros, la esclavitud o los distintos tipos de enfermedades. Las leyes religiosas y civiles de Israel ofrecen un carácter mucho más humanitario que las de los pueblos de alrededor, aunque la ley del talión sea la medida o proporción a tener en cuenta entre la culpa y la pena. La legislación mosaica no contempla las mutilaciones para infringir penas por delitos, como lo hace el Código de Hammurabi -sirio caldeo-; ni da la muerte al reo por haber cometido un robo. La Ley de Moisés prohibía la tortura, por eso la Pasión y Cruz de JESÚS resulta tan escabrosa para los judíos que la decretaron a través de las autoridades romanas.
Respeto por la Ley de Moisés
“Teme a YAHVEH, tu DIOS, guardando todos sus preceptos y mandamientos, que yo te prescribo hoy, tú, tu hijo y tu nieto, todos los días de tu vida, y así se prolonguen tus días” (v.2). El ámbito principal donde la Alianza tiene que ser vivida es la familia. Está garantizada la pervivencia del Pueblo elegido, si mantiene la estructura de la familia patriarcal, en la que son acogidos los hijos de los hijos, manteniendo un tronco familiar y una genealogía. Aquí se vienen a dar los lazos de sangre y los vínculos espirituales, entreverándose de manera que unos y otros se refuerzan. YAHVEH es antes, que revelación en el Sinaí, el DIOS de los padres: de Abraham, Isaac y Jacob (Cf. Ex 3,6). La prueba de la buena marcha de la familia y la sociedad es que los nietos siguen creyendo en el mismo DIOS del abuelo: hasta la tercera y cuarta generación. La trasmisión se ha llevado a término y las normas religiosas y preceptos morales son valorados y estimados. Esta sucesión en línea ascendente que marca el versículo da por supuesta la ejemplaridad en el comportamiento de los mayores, que ofrece confianza y seguridad a las generaciones que van apareciendo. La Ley de Moisés se ofrece no sólo como un conjunto de leyes religiosas y morales, sino como una síntesis de Sabiduría sobre la cual es preciso indagar, pues lo prescrito nace en último término de la voluntad de DIOS.
DIOS nos habla
“Escucha, Israel, cuida de practicar lo que te puede hacer feliz, y por lo que te multiplicarás, como te ha dicho YAHVEH, el DIOS de tus padres, en la tierra que mana leche y miel” (v.3). Estamos hechos para el diálogo, el encuentro y la comunicación. La escucha es receptividad, sin la cual no se dan los contenidos para la interiorización. La escucha, por tanto, debe contar con el tiempo suficiente para recibir con toda la comprensión posible el mensaje que nos están transmitiendo. Sin esta fase no puede darse una reelaboración correcta del mismo, y la respuesta oportuna, si tal cosa fuese necesario. La palabra escuchada y la palabra escrita se complementan o necesitan. Se ejercita en gran media la memoria cuando hay que retener un discurso; y la memoria es el garante de la propia historia, que en definitiva nos da la identidad. Si en algún momento se nos borrase nuestro pasado no sabríamos quiénes somos. Si tal cosa nos sucediese en medio de gente malvada, estaríamos perdidos, pues podrían inculparnos de todos los delitos que quisieran. El borrado de la historia es un verdadero latrocinio. En este caso el borrado de contenidos religiosos aumenta la gravedad del hecho, pues nos va a privar de la experiencias espirituales que dan al diálogo o al encuentro un nivel superior al habitual. No tiene el mismo impacto en el alma la transmisión de una experiencia espiritual en un retiro, que la experiencia difundida través de un plató de televisión. El autor sagrado, en este versículo, considera que la escucha y guarda en el corazón de la Palabra del SEÑOR es causa de felicidad. El establecimiento del precepto como pauta de comportamiento concede permanencia en esa tierra, que va a ser muy favorable, pues “mana leche y miel”. A través del Pueblo elegido, DIOS quiere hacerse reconocible para los hombres en este mundo. La conquista de la Tierra estará determinada por el factor generativo y no tanto por la fuerza militar, que en realidad era bastante escasa. DIOS promete a su Pueblo una gran descendencia. La fecundidad o la abundancia de hijos es un signo inequívoco, para el judío de aquellos momentos, de la expresa bendición de DIOS: “la herencia que da el SEÑOR son los hijos, su salario el fruto del vientre; son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud” (Cf. Slm 127,3-4). Como nos muestra el libro de Jueces, la conquista de la Tierra Prometida no fue el resultado de una acción relámpago, sino un proceso lento que duró hasta los tiempos del rey David, que consiguió la unidad de las tribus y la expansión de los dominios.
Un solo DIOS
“Escucha Israel: YAHVEH nuestro DIOS es el único YAHVEH” (v.4). Antes de formular el precepto del Amor a DIOS fue necesario proponer está premisa, que habría de ser repetida innumerables veces: no hay mas DIOS que YAHVEH. La Biblia como libro de Revelación no entra en los razonamientos que derivan del sentido común de aquella persona que observa la Creación desplegada a su alrededor. Un paralelismo que afecta al hombre moderno: en la antigüedad el hombre miraba al cielo y veía con facilidad un gran firmamento estrellado; sin embargo el hombre en la ciudad moderna que mira al cielo por la noche ve menos estrellas, o ninguna, a causa de la llamada contaminación lumínica. Las luces artificiales de la ciudad dificultan o impiden ver el gran firmamento estrellado. Algo así le pasa al hombre moderno: su sentido común no alcanza a ver, por medio de la creación a su alrededor, la mano providente del único DIOS. Sin embargo, para un pensamiento correcto y sencillo la intuición es inmediata: por definición sólo puede haber un DIOS. Esa intuición se ve reforzada o ratificada por la doble afirmación de la ciencia: en virtud de la entropía, el cosmos existente tendrá un final; y si tiene un punto final en que todo colapsará es que ha tenido un inicio. Si el cosmos actual tiene un comienzo y no se pudo hacer a sí mismo, necesariamente actuó el CREADOR. Después, si queremos, se puede hablar del reflejo que la SABIDURÍA dejó en cada criatura como dice san Atanasio, cosa que hoy la denominaríamos como “diseño inteligente”, por el que descubrimos no sólo la armonía de las cosas, sino una estructura interna de todo lo que nos rodea perfectamente pensada y delineada. Nosotros podemos decir con el autor sagrado: no hay más DIOS que el revelado en la Biblia y de modo especial por el HIJO, JESUCRISTO, que reveló al PADRE y nos envió al ESPÍRITU SANTO.
El Amor es un imperativo
“Amarás a YAHVEH tu DIOS con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (v.5). Sabemos que originalmente salimos de las manos amorosas de DIOS, y ese es nuestro origen. Amar a otros y ser amados es un imperativo para cada persona individual. La reciprocidad es esencial en el Amor, sin que ello, misteriosamente, signifique egoísmo. Estamos ineludiblemente llamados al Amor, porque DIOS nos amó primero (Cf. 1Jn 1,4). Bien dispone, pues, el autor sagrado cuando propone como eje de la vida el Amor a DIOS sin reservas: con todo el corazón, el alma y las fuerzas disponibles. Hace pocos días el papa Francisco ha publica la encíclica “Dilexit nos” -Nos amó-, en la que reedita la doctrina del Corazón de JESÚS como lo hicieron sus predecesores, san Juan Pablo II, Pío XII o León XIII. El corazón del hombre como centro psicofísico en el que confluyen las fuerzas cognitivas y emocionales es el órgano del Amor que se dirige a DIOS y a los hermanos: “nadie puede decir que ama a DIOS a quien no ve, si no ama al hermano a quien ve” (Cf. 1Jn 4,20). El alma -nefesh- para el hombre religioso del Antiguo Testamento representa la dimensión espiritual que baja al Sheol después de haber dejado este mundo. Las actividades del “nefesh” durante esta vida no están delimitadas, dado que la unidad espiritual y física del hombre no presenta duda alguna. No obstante son reconocidas las visiones anticipatorias y proféticas y los sueños también proféticos, que trasladas a la esfera de lo espiritual. Por tanto el hombre posee cualidades que traspasan los límites físicos inmediatos. Todas las fuerzas que poseemos encuentran un centro de confluencia en el corazón, por eso se convierte en la sede o centro de encuentro entre DIOS y el hombre. Lo importante es guardado en el corazón, porque lo que se quiere es sentido y lo pensado también es sentiente y no queda en pura abstracción. Por si lo anterior fuera insuficiente, el autor sagrado propone que todas las fuerzas de la persona estén al servicio del Amor a DIOS, porque sólo así cumplirán su cometido. Lo que pensamos, sentimos y realizamos encuentra su justa media en el Amor a DIOS.
El corazón
“Queden en tu corazón estas Palabras, que yo te dicto hoy” (v.6) Moisés da inicio a la vertiente espiritual de la Ley grabada en el corazón del hombre. El Arca de la Alianza guardaba las Diez Palabras grabadas en piedra (Cf. Ex 40,3.20-21); pero ahora, en el momento de tomar posesión de la Tierra Prometida, las Palabras que nacen y lleva al Amor de DIOS tienen que grabarse en el corazón, para que estén vivas en cada uno de los israelitas. En el corazón tienen que ser guardadas, meditadas, recordadas y puestas por obra. El Shemá se convierte en la síntesis de la Ley de Moisés e inspirador de todos los otros preceptos. El imperativo del Amor a DIOS se vuelve totalizante y todo tiempo y lugar es apto y propicio para reclamarlo y ser encontrado. Parafraseando al libro de la Sabiduría: “una constelación de personas movidas por el Amor a DIOS salvan al mundo” (Cf. Sb 6,24)
El escriba
Los evangelistas resaltan tanto las preguntas hechas a JESÚS como los interlocutores que las realizan. Ahora es un escriba con toda probabilidad relacionado con el Templo y el Sanedrín quien se dirige a JESÚS para preguntarle a cerca del mandamiento principal de la Ley. Este escriba se acerca a JESÚS con respeto aunque no estuviera exento de curiosidad por conocer la respuesta a su pregunta: “¿cuál es el primero de todos los mandamientos? (Cf. Mc 12,28b). El escriba podía imaginarse la respuesta, pues JESÚS no se iba a distanciar del centro de toda la Revelación anterior. Por otra parte el escriba había observado las respuestas que JESÚS había dado a los fariseos con respecto del tributo al César, y al estrambótico supuesto planteado por los saduceos con respecto a la ley del levirato (Cf. Dt25,5). El escriba mantiene un intercambio cordial con JESÚS y muestra consideraciones que lo disponen en el estadio espiritual que algunos israelitas habían alcanzado en el destierro a Babilonia cuando no había posibilidades de ofrecer sacrificios en el Templo (Cf. Slm 50). Hacía tiempo que el Segundo Templo estaba restaurado y los sacrificios eran abundantes y habituales. JESÚS concluye el encuentro con el escriba haciéndole saber: “no estás lejos del Reino de DIOS” (v.34). El escriba va preguntando por el Primer Mandamiento, que es lo esencial, y JESÚS termina hablándole del Reino de DIOS. ¿Esto último está por encima del Primer Mandamiento? ¿Significa el Reino de DIOS un nuevo modo de abordar el Amor a DIOS con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas? Los profetas levantaron la mirada hacia el futuro en busca de los tiempos en los que la Alianza estuviese vigente en el corazón del hombre, porque de lo contrario se permanecería en la dureza de corazón. El cumplimiento del Primer Mandamiento quedaba en el plano de las buenas intenciones, porque la Ley siendo santa, por sí misma no justificaba a nadie, en palabras de san Pablo. El escriba estaba cerca del Reino de DIOS, pero no había entrado en ÉL, porque no había descubierto la identidad de JESÚS para adoptarlo como el MAESTRO y seguirlo.
El PADRE espera ser amado en el HIJO
JESÚS responde a los dirigentes religiosos judíos conforme a su pregunta e intenciones. Aquellos no encuentran nada que se aparte de la ortodoxia, pero ninguno se acerca como discípulo; pues de hacerlo la respuesta estaría matizada: “si alguien quiere a su hijo, o a su hija más que a MÍ, no es digno de MÍ… (Cf. Mt 10,35-37). Para hacerlo relativamente fácil, JESÚS nos dice: “el que guarda mi Palabra el PADRE lo amará y vendremos a él y haremos morada en él” (Cf. Jn 14,23-27). Por tanto, el Primer Mandamiento tenemos que releerlo a partir del encuentro con el HIJO de DIOS, que viene a este mundo para encontrarse con todos y cada uno de los hombres: “Venid a MÍ todos los que estáis cansados y agobiados, que YO os aliviaré” (Cf. Mt 11,28). La fragilidad personal no necesita gran deliberación, pues puede dar la cara en cada jornada, y JESÚS se ofrece como el remedio que alivia y fortalece. ÉL nos dice en este mismo parágrafo, que es “manso y humilde de corazón” capaz de escucharnos y comprendernos. ÉL es DIOS, pero su condición humana es real. Como HIJO de DIOS le debemos toda adoración y como hombre mantenemos una corriente de compasión en el estricto sentido del término: JESÚS padece con nosotros y se pone en nuestro lugar. El Corazón de JESÚS se convierte en el recinto sagrado para el Amor a DIOS. El Shemá no ha perdido vigencia alguna pero se ha cristificado: “el que permanece en MÍ y YO en él, ese da mucho fruto, porque separados de MÍ no podéis hacer nada…. La Gloria de mi PADRE está en que deis mucho fruto y seáis mis discípulos. Como el PADRE me amó, también YO os he amado a vosotros. Permaneced en mi Amor” (Cf. Jn 15,5-9). La aparición del HIJO en nuestra historia, obliga a una nueva lectura de lo revelado anteriormente. Algunas prácticas religiosas perderán su vigencia, como sucede con los sacrificios cruentos en el Templo, y otros aspectos adquieren la perspectiva adecuada, y entre estos últimos tenemos el Shemá. El amor al prójimo venía formulado desde el libro del Levítico (Cf. Lv 19,18). Ahora el Amor al prójimo pasa por la acción de la Gracia, que nos viene por JESUCRISTO: “amaos los unos a los otros como YO os he amado” (Cf. Jn 15,12). El Shemá fue dado por Moisés como máxima autoridad religiosa, ahora la máxima autoridad está en JESÚS: ”vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que YO os mando” (Cf. Jn 15,14). Las Palabras de JESÚS tienen un carácter especial que transforma al que las recibe y lo convierten en discípulo: “por mi Palabra estáis ya limpios” (Cf. Jn 15,3).
JESÚS responde al escriba
Ante la pregunta del escriba sobre el Primer Mandamiento, JESÚS le responde en calidad de lo que el representa. Aunque muestra un tono cercano y casi conciliador, el escriba mantiene su papel que JESÚS no tiene intención de alterar de manera forzada. JESÚS repite el Shemá y el escriba queda satisfecho: “Escucha, Israel, el SEÑOR nuestro DIOS es el único SEÑOR, y amarás al SEÑOR, tu DIOS, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. El segundo es semejante: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe mandamiento mayor que estos” (Cf. Mc 12,29-31). JESÚS repite el Shemá con pocas variantes, que matizan, en todo caso, pero no cambian nada. Se sustituye YHAVEH por ADONAI -SEÑOR- evitando pronunciar el Nombre sagrado que los devotos israelitas omitían por respeto. En este texto de san Marcos se añade el término “mente”, que en el Shemá deuteronómico podía verse incluido en la parte espiritual representada por el “alma” -nefesh-. Todas nuestras capacidades intelectuales, afectivas y volitivas han de estar al servicio del único DIOS; porque no hay ningún otro DIOS que pueda ser tomado como verdadero. En esto insiste JESÚS, porque viene de parte del DIOS que se reveló a los patriarcas, a Moisés y a los distintos profetas. Dice la carta a los Hebreos: “de muchas maneras habló DIOS a nuestros padres por medio de los profetas, llegada la plenitud de los tiempos nos ha hablado por medio de su HIJO” (Cf. Hb 1,1). En la plenitud de los tiempos se da la plenitud de la revelación de DIOS iniciada muchos años atrás. JESÚS encarna la revelación plena de DIOS, mostrando que es TRINIDAD.
El prójimo
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v.31). En el Sermón de la Montaña se recoge: “haz a los otros lo que quieras que te hagan a ti” (Cf. Mt 7,12). De nuevo el ejemplo de JESÚS eleva el listón por encima de las posibilidades humanas. JESÚS muestra que tenemos a un próximo que es amigo y fácilmente se le puede corresponder; pero también nos habla del que está próximo como enemigo, y también nos pide un verdadero acto heroico para amarlo: “amad a vuestros enemigos…” (Cf. Lc 6,27-35). Algo extraordinario debe suceder en nuestros corazones para conseguir el Amor a los enemigos próximos. Amar al próximo amigo todos los días y en todos los instantes no es cosa sencilla; pero debe asistirnos una acción de DIOS muy especial para Amar al próximo enemigo.
Concluye el escriba
“Dice el escriba: tienes razón MAESTRO al decir que el SEÑOR es único, y amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas; y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos” (v.32-33). El experto escriba en la Escritura aprueba lo que dice JESÚS después del examen realizado, aunque lo llama MAESTRO no está de acuerdo con la verdadera autoridad espiritual que JESÚS representa.
Carta a los Hebreos 7,23-28
Gracias al sacerdocio de JESUCRISTO la Creación puede volver al PADRE para alcanzar su perfección, porque la Ley siendo santa no logró perfeccionar nada (Cf. Hb 7,19). La Ley fue dada como el anuncio de una Esperanza mejor, sigue diciendo el autor sagrado. Siglos de preparación fueron necesarios para disponer las condiciones históricas y espirituales, que hicieran posible la aparición de JESUCRISTO, Sumo y Eterno SACERDOTE. JESÚS vivió alejado, en cierta medida, de la institución sacerdotal, del propio Templo, aunque lo reconocía como la Casa de su PADRE de forma especial para sus coetáneos que lo miraban como una significativa seña de identidad. JESÚS vivió alejado también de los sacrificios del Templo, aunque en distintas ocasiones indicó a los curados de la lepra que realizaran los ritos prescritos por la Ley de Moisés para su reintegración en la sociedad. JESÚS representa el único intermediario válido entre DIOS y los hombres, y la ofrenda de SÍ mismo no es comparable al sacrificio de animales en el Templo. La comunión con el PADRE por parte de JESÚS no es de carácter ritual, sino que obedece a su condición de HIJO, por tanto no es separable de la comunión perfecta con ÉL.
Sacerdocio provisional
“Aquellos sacerdotes fueron muchos, porque la muerte les impedía perdurar. Pero JESÚS posee un sacerdocio perpetuo, porque permanece para siempre” (v.23-24). Todo en el sacerdocio antiguo era imperfecto, aunque fuese el anuncio de una nueva Esperanza. El autor sagrado de esta carta declara la muerte como lo más imperfecto que afecta al sacerdote mismo y la ofrenda presentada. JESÚS, en cambio, logró llevar a la perfección el sacrificio de su vida en este mundo, y su validez es eterna porque ÉL ya no muere más. El valor de la ofrenda de JESÚS unida a su sacerdocio es infinita. Cualquier acto de su Redención consigue la Salvación eterna del que se acoge a su intercesión.
JESÚS está vivo
“JESÚS puede salvar perfectamente, a los que por ÉL se acercan a DIOS, ya que está siempre vivo para interceder en su favor” (v.25). En otra parte el autor sagrado nos dirá que “JESÚS es el mismo, ayer, hoy y siempre” (Cf. Hb 13,9). JESÚS está vivo porque ha resucitado atrayendo hacia SÍ a todos los que se han de salvar, transformando nuestro cuerpo frágil y mortal en un cuerpo glorioso como el suyo (Cf. Flp 3,21). JESÚS pagó por nosotros, por todos y cada uno, para presentarnos ante el PADRE en la perfección de un cuerpo glorioso como el suyo.
Santo SACERDOTE
“Así es el SACERDOTE que nos convenía, santo, inocente, incontaminado; apartado de los pecadores, encumbrado por encima de los Cielos” (v.26). Los animales ofrecidos en el Templo tenían que presentar unas condiciones físicas del todo perfectas, sin enfermedad o defecto alguno; lo mismo que los que habrían de ser admitidos al ejercicio sacerdotal. La imperfección física como muestra de la imperfección moral o espiritual no va a regir en el Evangelio, pero en su tiempo tuvo su valor pedagógico. Bien sabemos que la perfección física no garantiza la perfección moral o espiritual, incentivando, por otra parte, la soberbia o la vanagloria. El pecado es el gran mal, del que nuestro Sumo y Eterno SACERDOTE permaneció totalmente ajeno. Tanto así que “no tiene necesidad de ofrecer sacrificios por los propios pecados cada día; y luego por los del pueblo, como aquellos sumos sacerdotes. JESÚS hizo un solo sacrificio, una vez para siempre, ofreciéndose a SÍ mismo” (v.27). En la experiencia mística hay retorno a la vida ordinaria, lo mismo que ocurre en las ECM -experiencias cercanas a la muerte-; pero en la muerte propiamente no se da la posibilidad de retorno: “el destino del hombre es vivir y morir una sola vez” (Cf. Hb 9,27). Lo mismo JESÚS, Sumo SACERDOTE, se ofreció a SÍ mismo una sola vez y desde su Resurrección ya no hay retorno a una nueva Encarnación. La Segunda Venida se establece como el cierre y cumplimiento de todo el Plan de DIOS sobre la Redención, en el que todo se habrá sometido al HIJO (Cf. 1Cor 15,28). Todo es recapitulado en CRISTO (Cf. Ef 1,10). Todo es ofrecido al PADRE por JESÚS, porque todo le pertenece: “ÉL es Sacerdote Eterno según el rito de Melquisedec” (v.28; Slm 109,4).