El secuestro de sacerdotes se ha convertido en un negocio, en Nigeria y Haití

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 El pasado fin de semana fueron secuestrados otros dos sacerdotes de todo el mundo. Estos dos últimos casos, hace unas horas, alargan la lista de sacerdotes, católicos y no católicos, secuestrados en los últimos años sobre todo en África y América Latina. El sismógrafo siempre ha seguido de cerca los numerosos acontecimientos relacionados con los secuestros de sacerdotes, misioneros laicos y religiosos, locales o extranjeros, dados a conocer por periódicos de todo el mundo. Por regla general, se trata de acciones organizadas y realizadas con el fin de pedir rescate a la diócesis, institutos religiosos y asociaciones eclesiales que trabajan en el territorio en obras de caridad.
Desgraciadamente, en las últimas décadas, no son pocos los secuestrados que han desaparecido para siempre o han sido asesinados, aunque en varios casos se haya pagado el rescate. En este paso del pago de un rescate, la mayoría de las veces con el objetivo de proteger a los secuestrados, todos los canales de información se mantienen en silencio y cerrados. Obviamente la historia desaparece de la prensa, cae un silencio absoluto ya veces después de años aprendemos algo ambiguo y poco claro. Mientras tanto, hay muchas personas que en los últimos años nunca han tenido la oportunidad de rezar ante la tumba del difunto.
Las últimas noticias que hemos relanzado sobre los secuestros de estos días se refieren a dos sacerdotes de dos países atormentados durante más de un siglo y donde la violencia, común, política y empresarial, se ha convertido ahora en el pan de cada día hasta el punto de que nigerianos y haitianos, y no sólo , parecen pueblos adictos a esta tragedia.
La primera es la historia de Haití. Del sitio web Le Nouvelliste nos enteramos de que cuatro personas, incluido el sacerdote católico Clercius Dorvilus, fueron secuestradas en la noche entre el sábado 4 y el domingo 5 de junio, en Bassin-Bleu (noroeste). El secuestro fue cometido por sujetos armados que ingresaron a la rectoría de la parroquia de St-Michel Archange donde se encontraban las víctimas. Por ahora, no se ha recibido otra información sobre el destino de estas personas.
La segunda historia es la de Nigeria, que sucedió mientras todas las miradas estaban puestas con razón en la tragedia del ataque a la iglesia de San Francisco en Ondo. En esas horas supimos de la prensa del paísla noticia del enésimo secuestro de un sacerdote, el p. Christopher Onotu, en Obangede en el estado de Kogi, de quien no se tiene noticias desde el sábado por la noche, cuando un grupo de hombres armados se lo llevaron de la rectoría de la iglesia.
Tanto en Haití como en Nigeria, pero también en varias otras naciones, los sacerdotes, especialmente en parroquias aisladas, viven bajo la protección de los feligreses y ahora se ha convertido en una costumbre de diferentes grupos armados irrumpir en las iglesias los domingos durante las celebraciones litúrgicas para robar, matar y tomar al sacerdote, para ellos un verdadero «tesoro» para obtener un rescate.
IS.
CIUDAD DEL VATUCANO.
Martes 7 de junio de 2022.
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By ACN
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