El clero y los fieles fueron castigados: cardenal Ruini

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El cardenal Camillo Ruini, antiguo vicario de Roma, publicó una oración previa a la elección del próximo Papa. La oración se lee como una crítica al pontificado de Francisco.

1. Por una «Iglesia buena y caritativa».

El estilo de gobierno debe estar libre de asperezas, mezquindades y rigideces innecesarias.

2. Reavivar la «llama de la fe que amenaza con apagarse»

Se necesita la certeza de la verdad y la seguridad de la doctrina. «Durante demasiados años hemos visto que cuando éstas se debilitan, todos nosotros, pastores y fieles, somos gravemente penalizados».

3. Para el gobierno de la Iglesia

Benedicto XVI, dijo, se ha visto perjudicado por su «escasa capacidad de gobierno, y ésta es una preocupación válida para todos los tiempos». El estilo de gobierno y el uso de la ley deben, en la medida de lo posible, estar en armonía con esta ley, que es muy exigente para todos.

4. Por una Iglesia unida

Existen amenazas para la unidad y la comunión de la Iglesia. La Iglesia, como cualquier cuerpo social, tiene sus reglas que nadie puede ignorar impunemente.

El texto completo de la «oración» del cardenal Ruini en el espacio de Sandro Magister:

Ruini: Cuatro condiciones indispensables para el buen gobierno de la Iglesia

El cardenal Camillo Ruini ofrece esta “oración” a los cardenales que en unos días entrarán en el cónclave para elegir al nuevo Papa.

Pero lo ofrece también a todo el pueblo cristiano, al que el próximo sucesor de Pedro tendrá la tarea de «confirmar en la fe».

Ruini, de 94 años, fue el cardenal más cercano a Juan Pablo II, de quien fue vicario para la diócesis de Roma, además de presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.

Y fue uno de los grandes electores y admiradores de Benedicto XVI, cuyo valor recuerda en este escrito pero también un límite: su “escasa aptitud para gobernar”. Un límite en el que el futuro Papa no debería caer.

* Oración por la Iglesia del Futuro Próximo

por Camillo Card. Ruini

El legado del Papa Francisco es una pregunta que interpela y sacude profundamente a la Iglesia. En estas líneas me acercaré a ella con una perspectiva confiada, porque está fundada en el poder misericordioso de Dios que guía nuestros pasos por el camino del bien. Formularé cuatro deseos – que son también invocaciones – para la Iglesia de un futuro que espero esté muy cercano. Confío en una Iglesia buena y caritativa, doctrinalmente segura, gobernada según el derecho y profundamente unida internamente. Éstas son mis intenciones de oración, que me gustaría ver ampliamente compartidas.

1.

Ante todo, pues, una Iglesia buena y caritativa.

El amor llevado a la eficacia de la vida es de hecho la ley suprema del testimonio cristiano y, por tanto, de la Iglesia. Y eso es lo que la gente, incluso hoy en día, más anhela. En nuestro estilo de gobierno, pues, debe eliminarse toda dureza inútil, toda mezquindad y aridez de corazón.

2.

Como escribió Benedicto XVI, la fe hoy es una llama que amenaza con apagarse.

Reavivar esta llama es por tanto otra gran prioridad de la Iglesia. Para ello es necesaria mucha oración, la capacidad de responder cristianamente a los desafíos intelectuales de hoy, pero también la certeza de la verdad y la seguridad de la doctrina. Durante demasiados años estamos experimentando que, si estos se debilitan, todos nosotros, pastores y fieles, somos severamente penalizados.

3.

Luego está la cuestión del gobierno.

El pontificado de Benedicto XVI se ha visto minado por su escasa capacidad de gobernar, y esto es una preocupación para todos los tiempos, incluido el futuro próximo. Además, no debemos olvidar que se trata del gobierno de esa realidad tan especial que es la Iglesia. Aquí, como dije, la ley fundamental es el amor: el estilo de gobierno y el recurso a la ley deben ser lo más conformes posible con esta ley, que es muy exigente para cualquiera.

4.

En estos años hemos percibido algunas amenazas –que no quiero exagerar– a la unidad y a la comunión de la Iglesia.

Para superarlas y sacar a la luz lo que me gusta llamar la “forma católica” de la Iglesia, es decisiva una vez más la caridad mutua, pero también es importante despertar la conciencia de que la Iglesia, como todo cuerpo social, tiene sus reglas, que nadie puede ignorar impunemente. A los 94 años, el silencio es más apropiado que las palabras. Espero, sin embargo, que estas líneas mías sean un pequeño fruto del amor que tengo a la Iglesia.

Por SANDRO MAGISTER.

CIUDAD DEL VATICANO,

DOMINGO 27 DE ABRIL DE 2025.

SETTIMO CIELO.

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