Una plaza llena de gente, iluminada por el sol y acariciada por el viento, una Iglesia que, unida, canta la alegría del Señor resucitado. La celebración de la Misa de Pascua en el atrio de San Pedro comienza con el rito del «Resurrexit», adornado con 40 mil flores de Holanda. Los diáconos abren las puertas del icono del Santísimo Salvador que el Papa inciensa frente a 50 mil fieles, que han regresado tras dos años de pandemia para celebrar juntos la Resurrección de Cristo. El corazón se regocija aunque reina la preocupación por la guerra que desde hace más de 50 días ensangrienta a Ucrania. Desde esta plaza, desde esta sola voz, se eleva una oración de paz.
Todo el que cree en él recibe perdón.
La primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, recuerda las palabras de Pedro, «somos testigos de todo lo que ha hecho», por lo que llama a decir que «él es el juez de vivos y muertos» y que “el que cree en él recibe el perdón a través de su nombre”. «Volved vuestro pensamiento a las cosas de arriba», invita la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses, «no a las de la tierra», porque «cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces también vosotros apareceréis con él en gloria». Tras el canto de la Secuencia Pascual, se proclama en latín y griego el Evangelio de Juan, que narra el descubrimiento del sepulcro vacío y el desconcierto de los discípulos por no haber entendido aún las Escrituras, «que es necesario que resucite de entre los muertos». «. El Papa y la asamblea guardan silencio tras el anuncio de la Palabra de Dios.
El saludo en el papamóvil
En las oraciones de los fieles, en varios idiomas, el llamado a los gobernantes a la búsqueda del bien común y de la armonía; luego en ucraniano rezamos por los difuntos, para que puedan participar de la eterna Pascua. Tras la Eucaristía, la bendición del Papa Francisco concluye la Misa Pascual, con el pronunciamiento de “ir en paz”, una paz que hoy es necesario pedir con insistencia y oración.
Al final de la celebración, Francisco en papamóvil saluda a los fieles, deteniéndose para corresponder con un gesto afectuoso a quienes lo llamaron o saludaron agitando un pañuelo. El jeep lleva al Papa por via della Conciliazione, como no ocurría desde hace tiempo, para alegría de los que abarrotan la calle. Una gira que, tras el Domingo de Ramos, se repitió y que marca una esperada vuelta a la normalidad, tras el largo aislamiento por la pandemia.
Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano