División en la Iglesia de España por grupo secreto que supervisa al Nuncio y decide quiénes deben ser obispos.

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Según comunica nuestro corresponsal de la comunidad de Lanceros de España en Valencia, el cardenal Antonio Cañizares está profundamente molesto por algunas decisiones últimas que se han tomado en Roma y en la Conferencia Episcopal Española respecto a la marcha de la Iglesia española. Parece que su Eminencia valenciana está dispuesto a lo que sea para que se aclare quién está gobernando la Iglesia.

Tal y como adelantó esta comunidad de lanceros en una noticia reciente sobre el marcaje al señor Nuncio, que amplió con algunos datos nuestro amigo Francisco José Fernández de la Cigoña, con el visto bueno del papa se habría decidido imponer a monseñor Bernardito Auza una comisión de supervisión de los nombramientos episcopales que se van a producir en España.

Nuestro admirado Francisco José añadía en su blog:

A ese poder oculto que con anuencia pontificia pretende gobernar y cambiar la Iglesia española no le gustaba el trabajo serio y responsable del nuncio en Madrid y han logrado mediatizarlo con la imposición de un comité que debe avalar todas sus ternas. Y que lo integraban los cardenales Blázquez, Osoro y Omella y el arzobispo emérito de Zaragoza. Con evidente postergación, y feo, al cardenal arzobispo de Valencia. Pero hete aquí que el emérito cesaraugustano en respetuosa carta al Papa renuncia al nombramiento por considerar que él ya es pasado en la Iglesia y hubo que remendar aceleradamente el bodrio que habían montado y que pronto comenzó a tener nuevas vías de agua al cargarse un candidato de Blázquez que se había consensuado para promocionar a otro del señor del gran poder que es la mano negra que maneja todo el cotarro. Hubo que arreglar el desaguisado del que se había quedado compuesto y sin novia con una sorprendente promoción curial y la baja en el comité policiaco con la integración en el mismo de Escribano y de las Heras, marionetas omellanos ambos y fieles esbirros de aquel a quien le deben todo y del otro que en la sombra es quien mueve todos los hilos”.

El cardenal Cañizares ha protestado ante el Nuncio, monseñor Bernardito Auza, y también ante sus interlocutores romanos por la existencia de esta comisión. También ha pedido explicaciones sobre los criterios a la hora de elegir a los miembros que la integran.

Es evidente que si la comisión sobre el Nuncio estuviera formada por los cardenales en activo en España, tendría que estar, nos guste o no, Cañizares. Y si no lo está, es evidente que con el currículum de servicio a la Santa Sede, en Roma, en la Conferencia Episcopal, como obispo y arzobispo, alguien tendría que dar una explicación de esta ausencia. Sobre todo porque el papa ha garantizado que los cardenales españoles en activo estarán en sus diócesis hasta los ochenta años.

El cardenal Cañizares, que fue Vicepresidente de la Conferencia Episcopal, no es el único obispo que se lamentan de la forma personalista y secretista con la que están llevando las cosas en la Conferencia Episcopal Española. Por mucho que se habla de sinodalidad y de comunión, la percepción de no pocos obispos, según nuestro corresponsal valenciano, es que se ha vuelto al tiempo del ordeno y mando y al poco colegial gobierno de quien tiene el poder y lo ejerce sin consultar a nadie.

Diego Lanzas.

Infovaticana.

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