Si la Ucrania creada por los bolcheviques quiere una verdadera descomunización, esto le conviene a Rusia, dijo el presidente ruso, Vladimir Putin.
«Ahora, sus descendientes agradecidos han demolido monumentos a Lenin en Ucrania. Esto es lo que llaman descomunización. ¿Quieren la descomunización? Bueno, esto nos conviene bastante. Pero no deben detenerse a mitad de camino. Estamos listos para mostrarles los genuinos medios de descomunización para Ucrania», dijo Putin en su discurso a la nación sobre la situación en el sureste de Ucrania.
La Ucrania moderna fue creada en su totalidad por la Rusia comunista, recordó el presidente ruso.
«La Ucrania moderna fue creada total y completamente por Rusia, o más bien, por la Rusia bolchevique y comunista«, dijo el jefe de Estado.
“Este proceso comenzó casi inmediatamente después de la Revolución de 1917; Lenin y sus asociados lo hicieron de una manera muy brutal con la propia Rusia, separando y alienando partes de los propios territorios históricos de Rusia”, agregó Putin.
Según Putin, «nadie consultó nada a millones de personas».
«Luego, antes y después de la Gran Guerra Patria, Stalin adquirió un territorio que anteriormente pertenecía a Polonia, Rumania y Hungría, y se lo entregó a Ucrania. […] En 1945, [Nikita] Kruschev le quitó Crimea a Rusia por alguna razón. y también se lo concedió a Ucrania«, señaló Putin. «Así fue como se creó el territorio de la Ucrania moderna».
Vladimir Lenin es el autor y el arquitecto de Ucrania, puede llevar su nombre, dijo Putin.
«La Ucrania soviética surgió como resultado de la política bolchevique, e incluso hoy en día puede llamarse con razón Vladimir Ilich Lenin Ucrania. Él es su autor y arquitecto. Esto está plenamente confirmado por los documentos de archivo, incluidas las directivas de Lenin sobre Donbass que fue literalmente metido en Ucrania«, dijo Putin.
MOSCÚ, RUSIA.
TASS.
LOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS REALES:
El día en que Kruschev regaló la península de Crimea a Ucrania
En febrero de 1954, el entonces presidente de la U.R.S.S. cedió este territorio a los ucranianos en conmemoración del 300 aniversario de su «adhesión» a Rusia.
MANUEL P. VILLATORO
Han pasado pocas semanas desde que Rusia se embarcó en un proceso ampliamente criticado por la comunidad internacional que desembocó en la anexión del territorio crimeo . Sin embargo, lo que ha quedado olvidado en las páginas de la Historia es que, en febrero de 1954, el entonces líder de la U.R.S.S Nikita Kruschev regaló Crimea a la R.S.S. de Ucrania en conmemoración del 300 aniversario de su adhesión a Rusia. Aquel suceso, curiosamente, ocupó apenas un párrafo en los periódicos internacionales, nada comparable a 2014, donde Putin ha llenado horas de radio y televisión.
Corrían por entonces unos años convulsos para los europeos, pues acababan de ser testigos del final de una Segunda Guerra Mundial que no había dejado piedra sobre piedra y que había chupado hasta la última moneda de los diferentes países en conflicto. Y es que, aunque Adolf Hitler se había despedido del mundo en 1945 pegándose un tiro en la cabeza al ver la caída en picado de su nacionalsocialismo, sus fechorías iban a ser difíciles de olvidar y pagar.
Kruschev gobernó Ucrania antes de la invasión nazi
Al este de Europa tampoco marchaban mejor las cosas para la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.), la cual se había quedado sin líder después de la muerte del «tovarich» Iósif Stalin en 1953. No obstante, como para todo roto hay un descosido, a un presidente fallecido le sucedió uno impuesto: Nikita Kruschev, uno de los amigos del anterior líder y que había gobernado la República Socialista Soviética de Ucrania desde 1938 , región que, además, le había visto nacer.
Así definía un corresponsal de ABC, a finales de los 50, al sucesor de Stalin: « Kruschev es hombre regordete, y gran consumidor del refranero , jocoso a veces y con gran sentido de la propaganda, pero es tan comunista como su predecesor. La política de Kruschev es predicar el evangelio marxista por el mundo y que Rusia dirija esa evangelización. Stalin defendía lo mismo. Este prefería la acción militar y Kruschev es partidario de la acción política, de la subversión y de la confusión».
Kruschev también tenía en su currículum multitud de años de continuos combates contra las tropas nazis en Ucrania –primero- y Stalingrado –después- y se había hecho famoso entre los oficiales rusos por hacer cumplir a rajatabla la regla de oro soviética de «ni un solo paso atrás» (la cual castigaba con la muerte o la deportación a aquellos que se retiraran del combate). Todas esas cosas era el hombre que, gustoso, se hizo en 1953 con la poltrona de la U.R.S.S; un tipo que, para su mala suerte, se dio de bruces con un territorio sobrepasado por los costes de la reconstrucción tras la guerra contra Hitler.
El regalo de Crimea
Una vez en lo más alto del poder soviético, pasaron los días hasta la llegada de 1954, un año muy representativo para Kruschev, pues se correspondía con el 300 aniversario de la adhesión de Ucrania a Rusia . Sus dos tierras más amadas se encontraban de celebración. Por ello, puso su cabeza a cavilar y tomó una repentina y desconcertante decisión: regalaría la península de Crimea, de 27.000 kilómetros cuadrados , a la R.S.S. de Ucrania.
Entre enero y febrero el gesto se hizo efectivo favorecido por la evidente cercanía entre ambas regiones. Sin titubear, Kruschev puso un lacito a la península y se la entregó en bandeja de plata a los ucranianos. En principio, la decisión no era tan descabellada como puede aparentar en la actualidad, pues Ucrania formaba parte de la U.R.S.S. bajo dominio de Nikita. En la práctica, por lo tanto, la transferencia se correspondía más bien con un presente sin importancia hacia una de las tierras amadas del líder y que, de paso, le ahorraría unas cuantas monedas debido a que no se encontraría bajo su responsabilidad directa.
El día en que Ucrania recibió su ansiado regalo, los principales diarios soviéticos no dedicaron más que un párrafo al suceso . Y es que, a pesar de todo, no era más que un bonito gesto realizado por Kruschev. De hecho, en ABC no ocupó más que unas líneas del periódico el 28 de febrero de 1954: «El Presídium soviético ha aprobado una petición conjunta de las regiones interesadas para transferir al región de Crimea a la República de Ucrania. Se anuncia en Moscú que la decisión se tomó “por la similitud de economías, la proximidad del territorio y los íntimos lazos económicos y culturales entre la región de Crimea y la República Socialista Soviética de Ucrania».
Por el contrario, con lo que no contaba Kruschev era con que su amada U.R.S.S. iba a resquebrajarse algunas décadas después y muchas de las regiones que albergaba iban a tomar las de Villadiego. Una de ellas fue Ucrania, la cual hizo válido el «Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita» y metió en la maleta la península de Crimea antes de marcharse.
ABC.
Cómo nació Ucrania y cuáles han sido sus vínculos históricos con Rusia
BBC.
27 febrero 2022
El conflicto que ha tenido a Rusia y Ucrania enfrentados durante los últimos ocho años sigue teniendo en vilo no sólo a sus poblaciones sino a la comunidad internacional.
Como otras naciones vecinas, los dos países tienen una herencia compartida que las une tanto como las separa.
Se remonta al siglo IX cuando Kiev, la actual capital ucraniana, era el centro del primer Estado eslavo, creado por un grupo de escandinavos que se hacían llamar Rus.
Ese gran Estado medieval, que los historiadores llaman Kyivan Rus, fue el origen tanto de Ucrania como de Rusia.
En el siglo XII se estableció Moscú, en lo que entonces era una extensa frontera nororiental.
La fe que se profesaba era cristiana ortodoxa, aceptada en 988 por Vladimiro I de Kiev o San Vladimiro Sviatoslávich «El Grande», quien consolidó el reino Rus desde la actual Bielorrusia, Rusia y Ucrania hasta el mar Báltico.
A partir de la gran cantidad de dialectos eslavos orientales que se hablaban en el territorio eventualmente se desarrollaron los idiomas ucraniano, bielorruso y ruso.
Esa historia entrelazada parece darle razón al presidente de Rusia Vladimir Putin, quien recientemente declaró que «los rusos y los ucranianos son un solo pueblo, un todo único».
Pero los expertos señalan que, a pesar de ese origen común, durante los últimos nueve siglos la experiencia de los ucranianos ha sido distinta, pues sus destinos fueron dictados por las distintas potencias que se repartieron el país.
Para el doctor Andrew Wilson, profesor de estudios ucranianos en la University College London, es importante ver a Ucrania, tanto su territorio como su identidad, más como un «rompecabezas cambiante» que como unidad coherente.
El rompecabezas
A mediados del siglo XIII, la federación de principados de la Rus fue conquistada por el imperio mongol.
A fines del siglo XIV, aprovechando el declive del poder mongol, el Gran Principado de Moscú y el Gran Ducado de Lituania (que luego se unió a Polonia) se dividieron las antiguas tierras de la Rus.
Kiev y las tierras a su alrededor quedaron bajo el dominio de la Mancomunidad de Polonia-Lituania, lo que expuso a la población a influencias como el Renacimiento y la Contrarreforma.
Y Galitzia o Galicia de los Cárpatos, en el oeste de Ucrania, fue gobernada durante un largo período como parte del imperio de los Habsburgo, cuya huella cultural sigue presente.
Esa parte occidental de Ucrania, le dijo a BBC HistoryExtra Geoffrey Hosking, uno de los principales historiadores sobre Rusia y su influencia, «ha tenido una historia completamente diferente» a la del oriente.
Muchos de sus habitantes no son ortodoxos rusos, sino que pertenecen a la Iglesia uniata o Iglesias católicas orientales, que lleva a cabo su rito en ucraniano y reconoce al papa como su cabeza espiritual.
Otra parte de la Ucrania actual con un pasado muy distinto es Crimea, con sus vínculos griegos y tártaros, además de períodos bajo el dominio otomano y ruso.
Dos orillas
En el siglo XVII, la guerra entre la Mancomunidad de Polonia-Lituania y el Zarato ruso dejó las tierras al este del río Dniéper bajo el control imperial ruso. A esa región se le conocía como Ucrania de la «margen izquierda».
En ese mismo siglo, en las regiones centrales y noroccidentales de la actual Ucrania existió un Estado ucraniano cosaco, pero en 1764, la emperatriz rusa Catalina la Grande le puso fin, y procedió a adquirir grandes extensiones de las tierras ucranianas que Polonia tenía.
Durante los años que siguieron, una política conocida como rusificación prohibió el uso y estudio del idioma ucraniano, y se presionó a la gente para que se convirtiera a la fe ortodoxa rusa, para que constituir una de las «pequeñas tribus» del gran pueblo ruso.
Entre tanto, el patriotismo echaba raíces en las tierras más occidentales, que pasaron de Polonia al Imperio austríaco, donde muchos comenzaron a llamarse ‘ucranianos’ para diferenciarse de los rusos.
Pero con el siglo XX, llegó la Revolución rusa y la creación de la Unión Soviética, que hizo su propio reordenamiento del rompecabezas ucraniano.
Absorbida por la URSS
Ucrania occidental fue tomada finalmente por el líder soviético Iósif Stalin de Polonia al final de la Segunda Guerra Mundial.
Crimea fue transferida por Moscú a la república ucraniana dentro de la URSS en la década de 1950, pero conserva fuertes vínculos con Rusia, simbolizados por la base de la flota rusa del mar Negro en Sebastopol.
Y el gobierno soviético ató a Ucrania más estrechamente que nunca a la influencia rusa, a menudo a un costo terrible.
Millones de ucranianos que ya formaban parte de la URSS en la década de 1930 murieron en una hambruna orquestada por Stalin para obligar a los campesinos a unirse a las granjas colectiva.
Posteriormente, Stalin importó un gran número de ciudadanos soviéticos, muchos sin la capacidad de hablar ucraniano y con pocos vínculos con la región, para ayudar a repoblar el este.
Sin embargo, el Moscú soviético nunca dominó culturalmente a Ucrania.
Las decisiones económicas, políticas y militares se impusieron desde el centro, explicó Hosking, pero Ucrania «tenía cierta autonomía» en cultura y educación.
Si bien el ruso era el idioma dominante, los niños de la escuela primaria aprendían ucraniano, se publicaban muchos libros en ese idioma y, en la segunda mitad del siglo XX, «creció un fuerte movimiento nacional ucraniano en la Unión Soviética de personas que habían tenido una educación ucraniana».
Fallas profundas
En 1991 la Unión Soviética colapsó, y en 1997, un tratado entre Rusia y Ucrania afirmó la integridad de las fronteras ucranianas.
Pero los distintos legados en diferentes regiones del país dejaron fallas que a menudo parecen abismos.
Hay contrastes a cada lado del río Dniéper, marcados por la duración del dominio ruso.
Al oriente, los lazos con Moscú son más fuertes, y su población tiende a ser más ortodoxa y a hablar ruso.
Al occidente, los siglos bajo el dominio de potencias europeas, como Polonia y el Imperio austrohúngaro, hacen que sus habitantes sean más católicos y hablen su propia lengua.
Cada quien sueña su propio sueño: unos añoran retornar al seno de la que consideran su Madre Patria; otros anhelan transitar senderos independientes.
BBC.
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