Cada vez en más partes del mundo, padres y madres católicos recurren a iniciativas privadas que permitan a sus familias vivir la fe en comunidad, aunque esto conlleve incluso el cambio de hogar.
Es el caso de la conocida opción benedictina y algunos asentamientos y ciudades católicas, como la comunidad de la abadía de Clear Creek, la ciudad de Tom Monaghan, Ave María, o la comunidad Veritatis Splendor, en Tyler, Texas. National Catholic Register informa sobre la última incorporación a esta iniciativa, a la que llaman Relocatio, surgida una pequeña parroquia de Greenville, en Carolina del Sur: Nuestra Señora del Rosario.
“Cada vez más difícil ser católico”
La autora Kathy Schiffer destaca que, como en otros lugares de Occidente, “es cada vez más difícil ser católico”. Las últimas protestas violentas de Black Lives Matter o las restricciones al culto debido al Covid han desembocado en ataques directos a iglesias y protestas, y la inseguridad es común en las calles de Estados Unidos.
“Es difícil para los padres y madres católicos criar a sus hijos sin la intromisión del gobierno, en una comunidad donde la gente comparta su fe y sus valores”. Las escuelas católicas no satisfacen a los padres, y estos consideran cada vez más la opción de trasladarse con sus familias en búsqueda de una comunidad donde se respete la fe.
Relocatio: una parroquia con escuela y 145 alumnos
La parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en Greenville, es un ejemplo de ello, incluso han acuñado un término para definir lo que ocurre en torno a sus muros: Relocatio.
“Es lo que sucede cuando una familia se muda para participar en la cultura católica. Madres y padres católicos quieren criar a sus hijos en una comunidad sin riesgo de verse intervenida por la ideología estatal”, define su página web.
Tan solo en abril de 2021, 14 nuevas familias se trasladaron a Greenville desde estados tan lejanos e inconexos como Illinois, Minnesota, California u Oregón. A día de hoy, la escuela, con un programa similar al de otras comunidades como Veritatis Splendor, cuenta con 145 alumnos.
Medidas drásticas
El director de la escuela surgida en torno a la parroquia, Thomas Curtin, destaca que las consecuencias y restricciones surgidas a raíz del Coronavirus han motivado cambios que antes parecían impensables.
“El sentido de la gente sobre lo que está en juego ha cambiado. Ya no comparamos algo bueno con algo mejor, sino algo inaceptable con algo simplemente bueno”.
“Es innegable que las circunstancias están empujando a las personas a emprender medidas drásticas. No se mueven por la ciudad, sino por todo el país. Cuando la gente se da cuenta de que están participando de un movimiento, no son débiles. Ven confirmado su instinto de que lo que están viviendo no es bueno para su familia”, afirma Curtin.
Un párroco inquieto e iniciativas reales y prácticas
Algunas de estas familias conocieron la iniciativa gracias al párroco, Dwight Longenecker, un activo escritor en redes y blogs. Muchas de ellas quedaron impresionadas al conocer la reciente escuela de formación clásica, para potenciar y defender el papel de los padres como educadores de sus hijos o la construcción de una nueva iglesia de estilo románico.
“Al fomentar el amor por la belleza y la bondad, buscamos formar discípulos de Jesucristo, capaces de desarrollar todo su potencial viviendo de acuerdo a la verdad revelada por Dios a través de la Iglesia y la naturaleza”, destaca Curtin.
Sin disculparse por ser católicos
Pat y Michelle Langowski llegaron a Greenville desde Minnesota, separados por casi 2.000 kilómetros.
“La escuela de nuestros hijos parecía enfocarse más en imponer una agenda específica y cada vez menos en ofrecer una educación de calidad y de buenos valores”, destaca el matrimonio. “Tomamos la decisión de trasladarnos para vivir en una comunidad donde no tuviésemos que disculparnos por ser católicos”.
“Nuestros hijos están recibiendo una educación clásica, de calidad y genuinamente católica. Asisten a un colegio donde se explican y asumen nuestros principios católicos”, destacan, “frente a un mundo ansioso por imponer valores a los niños”.
Inseguridad y decepción con la escuela católica
Kyle y Molly Dardis son, con sus cinco ejemplos, uno de los casos más representativos. Residían en Oregón, a más de 4.000 kilómetros de Greenville.
La situación en su ciudad natal era insostenible. Convertirse en la mayor población de personas sin hogar de los Estados Unidos trajo consigo la delincuencia, drogadicción e inseguridad a su familia. Además, el colegio católico de sus hijos ya no le ofrecía garantías, y pasó a educar en casa a sus dos hijos de 5 y 11 años.
Tras mudarse a Greenville y ser partícipes de la iniciativa, los Dardis notaron el cambio de forma instantánea.
“Nuestro hijo llegó preguntándonos sobre el presidente católico de Polonia Lech Walesa. Tienen un plan académico orientado en la fe y las humanidades, y pueden estar con otros niños cuyos padres están comprometidos con su fe”, destaca Molly.
Misa semanal y familias educadoras
Ma`May Grimm y su esposos Greg se mudaron a Greenville con sus hijos desde California. “Se sintieron atraídos por la escuela de Nuestra Señora del Rosario por el programa de humanidades y literatura clásica incluidos en el plan de estudios, pero especialmente al saber que toda la escuela asiste a una misa semanal o el juramento de bandera”.
“El ambiente en la escuela de la parroquia Nuestra Señora del Rosario es similar al del homeschooling” debido al «énfasis en la participación de la familia en la educación”, destacó Molly.
J. M. Carrera / ReL.