Una encuesta del CENSIS realizada en el verano de 2020 encontró que sólo el 8% de los italianos y el 11% de los católicos reconocen la capacidad de la Iglesia para “dar sentido” a la situación producida por el bombo de Covid-19.
Otro indicador es el “8 por mil” de la factura fiscal que el Estado italiano permite donar a la Iglesia o a otras instituciones.
En 2005, cuando Benedicto XVI sucedió a Juan Pablo II, el 89,82% de los contribuyentes dedicó este dinero a la Iglesia.
Durante el pontificado de Benedicto el porcentaje de firmas a favor de la Iglesia bajó unos puntos, pero el número absoluto de firmantes subió hasta 2011 (15.604.034).
Francisco comenzó con 15.226.291 firmas (80,91%). Luego, las cosas fueron cuesta abajo:
2017: 13,774,382 (75.36%)
2018: 13,520,527 (78.5%)
2019: 13,156,158 (77.18%)
2020: 12,056,389 (71,74%)
Un destino similar tuvo el Óbolo de San Pedro, las ofrendas al Papa que se recogen cada año en todo el mundo:
2014: 83 millones de euros
2017: 64 millones de euros
2020: 54 millones de euros.