«Cuando veo la carita de mi hijo no me puedo ni imaginar que no hubiera nacido»

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Jhoanna es una mujer de 33 años que cuando echa la vista atrás confiesa haber pasado episodios de mucho dolor. De desesperación infinita. Esta auxiliar de geriatría explica que conoció a un compañero en su trabajo del que se enamoró perdidamente. Poco a poco, y casi sin darse cuenta, la relación se volvió tóxica y muy turbia. «Me enteré de que estaba con otra persona y los dos comenzaron a acosarme de manera muy intensa. Lo pasé muy mal porque además yo vivía con una hija que tuve de una relación anterior. Aún así, me quedé embarazada de este compañero de trabajo. En una ocasión me pegó y ese fue el momento en que decidí definitivamente distanciarme al máximo y me quedé sola en casa».

Su mente se quedó muy afectada. «Comencé con problemas de depresión muy fuerte porque ambos seguían acosándome, me mandaban mensajes con vídeos en los que me enseñaban cómo quitarme la vida… Cambié varias veces de teléfono, de domicilio… En el trabajo sentía mucha ansiedad y solo lloraba. Perdí el empleo. El mundo se me cayó encima. Estaba decidida a abortar. Y hasta quitarme la vida», reconoce.

Finalmente fue a vivir a casa de su madre. «En mi estado de confusión y depresión y con los sentimientos a flor de piel por mi nuevo embarazo la relación con ella, que no era muy buena, fue a peor, tanto que me dijo que me marchara de casa. No tenía dónde ir. Coincidió que era mi cumpleaños y un primo, con intención de animarme, me invitó al cine. Cosas del destino, antes de que comenzara la película vi un anuncio de la Fundación RedMadre y mi primo me animó a que llamara. Lo hice al salir del cine y concertamos una cita».

Jhoanna reconoce hoy que es lo mejor que pudo hacer. «Me ha cambiado la vida. De estar hundida, pasé a tener fuerzas y esperanza. Ganas de vivir, de tener a mi futuro hijo. No se trata de lo material, que también, puesto que me ofrecieron ayuda económica para pagarme un piso y poder comer, sino de todo el apoyo emocional y psicológico. Lo primero que me dijeron fue: «no estás sola, nos tienes a nosotras. Aunque no podamos darte todo tendrás una solución para salir adelante»».

Esta joven vive actualmente en un piso como madre monoparental porque el padre se desentendió del bebé que ahora tiene un año y medio. «Mi estado ha mejorado psicologicamente y mi madre me ayuda a cuidar a mis hijos para que yo pueda encontrar un trabajo, que es lo que ahora más necesito. Me he dado cuenta de que es posible salir del agujero en el que a veces parece que es imposible abandonar. Animaría a todas las mujeres embarazadas que se encuentran en una situación muy difícil a que no dejen de luchar y que piensen en sus bebés. Yo ahora, cuando veo la carita de mi hijo no me puedo ni imaginar que no hubiera nacido. Al final, siempre hay alguien que te tiende una mano. En RedMadre yo la encontré. Mi hijo es una bendición».

Con información de ABC/Laura Peraita

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