Hace tiempo que el descontento de los periodistas en el Vaticano se ha intensificado de manera particular y ha seguido viajando de manera kárstica, hasta desembocar en la sensacional protesta de ayer sobre cómo la prensa acreditada, o corresponsales de todos los diarios internacionales, Se trata de los más importantes y de cada país. En resumen, los vaticanistas se vieron desplazados y arrastrados, a su pesar, a un campo de batalla progresista.
Durante mucho tiempo en el Vaticano los briefings que antes se fijaban periódicamente junto a acontecimientos de particular interés y complejidad para explicar e ilustrar mejor procesos, documentos, hechos, se han diluido hasta desaparecer casi por completo; recientemente han desaparecido las quinielas de periodistas que podían acompañar a los jefes de Estado en la visita al Papa.
Y de nuevo, los domingos ya no se difunde el texto que lee el Papa al final del rezo del Ángelus, además las preguntas al Papa en la rueda de prensa en vuelo son cada vez más enjauladas y precocinadas, ligadas obligatoriamente a los temas de la país recién visitado por el pontífice, por lo tanto ahora privado de esa sacrosanta libertad que existió durante los primeros años de su pontificado, cuando no había imposiciones de ningún tipo.
Añádase a esto que para tener una respuesta oficial sobre cualquier tema de la Santa Sede, a través de la sala de prensa, hay que armarse de santa paciencia ya veces ni la paciencia de Job puede vencer. En esta ocasión la gota que colmó el vaso fue la sorpresiva publicación de la constitución apostólica “Praedicate Evangelium”, texto normativo fundamental, el más esperado del pontificado y en gestación desde hace al menos 7 años, considerado de especial importancia y complejidad. por las noticias que aporta no sólo a la curia sino al modo de trabajar ya la acción misma del gobierno de la Iglesia.
La constitución se publicó sin previo aviso el sábado pasado: un anuncio banal en el boletín, sin acompañamiento previo ni posterior. Sin sesiones informativas, y sin explicaciones de nadie. Bastante singular, tanto que Loup Besmond de Senneville, corresponsal en francés de La Croix y recién elegido presidente de la Asociación de Periodistas Acreditados del Vaticano (Aigav), en representación de la organización, leyó ante los tres exponentes de la curia en el rueda de prensa de presentación ayer (dos días después), un comunicado para expresar «asombro por las modalidades: la publicación de un texto tan importante, que se anuncia desde hace varios años, un sábado, al mediodía, sin previo aviso o con distribución bajo embargo.
«La organización de esta rueda de prensa 48 horas después lamentablemente no soluciona el problema. En efecto, tal vez revela desconocimiento de las exigencias de nuestro trabajo y daña profundamente nuestra capacidad de informar adecuadamente sobre este texto. Entendemos muy bien que este es un documento muy sensible y que podría haber riesgos de filtraciones de noticias. Incluso teniendo esto en cuenta, había otras posibilidades, como avisarnos con dos horas de antelación para la publicación de un texto importante o tener una rueda de prensa el sábado por la tarde». En el mensaje, Loup de Besmond pidió en nombre del Vaticano que llamara la atención del Papa sobre estas preocupaciones y que ajustara un poco el juego.
Por FRANCA GIANSOLDATI.