Con el título “Cienciología en México: contratos de mil millones de años y chantajes”, el medio mexicano Excelsior publicó hace unos días un reportaje sobre esta secta, firmado por Magnolia Jocelyn Pacheco Ramírez, en el que cuenta su visita a la sede mexicana del grupo.
Sus orígenes: Hubbard, el fundador
En él comienza recordando que es la religión que profesan artistas como Tom Cruise y John Travolta, y que se trata de un conjunto de creencias y enseñanzas implementadas por la filosofía de L. Ron Hubbard, un escritor estadunidense de ficción.
Aunque estudió ingeniería en la Universidad de George Washington, nunca terminó, y decidió dedicarse a crear cuentos fantásticos, novelas de terror y comics.
Tras recorrer varias partes del mundo estudiando diversas religiones comenzó a creer que las enfermedades se podían curar con la mente, ideas que plasmó a principios de 1949 en Dianética, un libro en el que asegura que se puede vencer un mal físico “reactivando la mente”.Su teoría era tan inusual que, después de presentarla a distintas editoriales, ninguna se animó a publicarla, así que se tuvo que conformar con publicarla en la revista Astounding Science Fiction.
De Dianética a Cienciología
Para 1950 se habían vendido más de 50.000 copias con traducciones al francés, alemán y japonés. En 1952 tomó la decisión de fundar la Iglesia de Cienciología.
En la actualidad los involucrados más comprometidos (los que se integran en la Sea Organization) deben firmar contratos de mil millones de años como símbolo de su “compromiso eterno con la religión”, y comprometerse a rechazar —si fuera necesario— la psiquiatría y medicamentos porque “intervienen con el funcionamiento de la mente racional”.
Además, deben someterse constantemente a “auditaciones”, un proceso donde les realizan preguntas personales para “encontrar la raíz de sus traumas”. Estas charlas son grabadas y en caso de que algún miembro quiera abandonar la Iglesia utilizan los audios para hacerlo cambiar de opinión.
Cienciología en México
Al intentar encontrar respuestas —relata la periodista—, me dirigí al Macrotemplo que se ubica en la esquina de Balderas y Juárez, un enorme edificio de paredes color arena situado entre el Palacio de Bellas y el Caballito de Reforma.
En las aceras cercanas es común ver a mujeres y hombres enfundados en trajes sastres —impecables— repartiendo a los transeúntes folletos sobre cursos de personalidad, pero ¿esto que tiene que ver con L. Ron Hubbard? Aunque no lo creas, mucho.
Al querer entrar al lugar un hombre de estatura baja me prohibió el acceso —muy amablemente— y me explicó que sólo hay dos maneras de ingresar: ser miembro o resolver un test de personalidad gratuito —y puso énfasis en esa palabra—. Al no encontrar más opción acepté realizar el cuestionario.
El templo es una extraña mezcla entre un lujoso hotel, librería y centro de convenciones. Al poner un pie dentro, el caos del exterior desaparece. El ambiente pacífico se agradece. Sin perder la enorme sonrisa el hombre me guió hasta un cuarto con espacios semiprivados y me dio un lápiz, goma y por supuesto, el test.
El test de personalidad, anzuelo para captar
Según él, el “Análisis de Capacidad Oxford” tiene un costo real de 500 dólares, pero yo tenía “la fortuna de estar ahí en ese preciso momento” y realizarlo gratis. El examen consta de 200 preguntas que se responden con ‘Sí’, ‘Quizá’ y ‘No’.
Las preguntas varían, desde ¿Sonríes mucho? y ¿Es tu vida una lucha por la supervivencia? hasta ¿Aceptarías someterte a un trato estricto por parte de un líder? Cuando terminé y entregué el cuestionario me pidieron esperar en lo que calificaban mis resultados.
Para hacer la espera amena una señorita —con impecable sonrisa— me sentó frente a una televisión y me dijo que me pondría un video sobre Dianética que “cambiaría mi manera de ver la vida”.
El video, entre otras cosas, intentaba dejar en claro que las enfermedades (incluyendo el cáncer) se pueden erradicar del cuerpo al “reprogramar la mente”. Media hora después escuché que me llamaban por mi nombre.
“Tus resultados son interesantes, eres una persona muy abierta, con mucho que decir, pero sin el tacto para hacerlo, eso puede traerte un sinfín de problemas en tu día a día”.
Hasta ahí todo bien. Quizá en parte los resultados no están tan alejados de la realidad. Sin embargo, la seriedad —que hasta ese momento le había dado al asunto— se vino abajo cuando me dijo:
“Tienes el potencial para cambiar al mundo, pero no podrás hacerlo si no cambias tu manera de pensar. Por suerte para ti, tenemos el curso perfecto. Se llama ‘Valores e Integridad Personal’, se realiza en sábado y tiene una duración de 15 horas. Por tan sólo 700 pesos obtendrás conocimientos con los que mejorarás tu vida. Tu tiempo compartido es la felicidad eterna”.
Los cuestionamientos de la periodista
En ese momento recordé el contrato de mil millones de años y lo cuestioné al respecto. Su sonrisa perfecta cambió y su expresión amable se volvió seria. “Esos son temas que se tocan al pasar varios niveles de curso, si estás interesada puedes tomar los 18 cursos respectivos para adquirir esa información”.
Se me quedó viendo, esperando que sacara mi cartera y pagara el primer curso. Le dije que lo pensaría. Comenzó a cuestionarme: “¿Qué te detiene para hacer el cambio en tu vida?”. Contesté que el dinero, que no lo traía e hizo una mueca de desagrado.
Rápidamente se levantó, me guió hacia un estante de libros, tomó uno —pesado— llamado El Manual de Scientology —escrito, obviamente, por L. Ron Hubbard— y me prometió que si lo leía podría evitarme varios niveles de cursos. Claro, también tenía un precio. 500 pesos.
Al enseñarle mi bolsa vacía —sin cartera— continuó explicándome los beneficios de la Dianética, la felicidad y el bien de la sociedad.
La secta y el negocio
Tras el recorrido, que no pasó del primer piso, las respuestas a mis dudas fueron vagas. ¿En verdad ayudan a la gente o sólo es un negocio? Sinceramente no sé si salí con más preguntas que respuestas a como entré 2 horas antes.
Lo que está claro es que día a día miles de mexicanos —para ser exactos 5.500, según datos de Scientology México Centro Histórico— viven su vida inmersos en las reglas de la organización, entre ellas la llamada “desconexión”, que obliga a sus fieles a separarse de sus familiares que no practican la fe.
“Esto es muy parecido a intentar tratar con un criminal. Si él no está dispuesto a manejar la situación, la sociedad recurre a la única solución que queda: ‘desconecta’ al criminal de la sociedad. En otras palabras, retira al individuo de la sociedad y lo mete en la cárcel porque él no está dispuesto a manejar su problema o, de otra forma, a dejar de cometer actos criminales contra otros” (definición de L. Ron Hubbard).
A diferencia de esta reportera, muchísimos interesados que acuden a realizar los test de personalidad terminan inscribiéndose a cursos y comprando libros para “ser mejores personas”.
Los libros de L. Ron Hubbard —como cualquier otro bestseller— crean fascinación en las personas y en poco tiempo sus preceptos se vuelven el eje de sus vidas. Hubbard era un hombre que creía que la manera más sencilla de hacer dinero era creando una religión y… lo logró.
RIES.
miércoles 3 de agosto de 2022.