El sábado 5 de diciembre, unos amigos y compañeros tuvimos una charla sobre Voltaire y la repercusión que han tenido sus obras en el mundo moderno. Las tesis que profundizamos las podemos dividir en dos: 1) El mundo liberal, que tiene por base la tolerancia, ha reducido a la razón a ser un medio civilizatorio, es decir, una herramienta que permita llevar el proyecto de la ilustración a todos los rincones del mundo. La ilustración es, para el pensador francés, la maduración de la humanidad que la llevara a deshacerse de la superstición de la tradición, encarnada sobre todo en la Iglesia Católica. 2) El proyecto ilustrado burgués tiene como principio: “Dividir y vencer”. Entre más sectas haya dentro del Estado, más fácil será controlarlas. Es por ello por lo que dentro del Estado liberal ilustrado debe tener como base la tolerancia y el libre pensamiento. Y entiéndase librepensamiento como la practica crítica que una persona tiene sobre su tradición y religión. Esta acción crítica conlleva a despegarse de su comunidad religiosa, patriótica, etc.
No dudamos, mis amigos y yo, en señalar que el mundo donde actualmente nos encontramos es volteriano. Voltaire esta en la esquina de cada calle, universidad, catedral, etc. El valor que impregna en nuestra sociedad es el de la tolerancia y el librepensamiento que ha terminado, sin darse cuenta o por lo menos es lo que argumentan, por fragmentar toda comunidad humana. Las personas que habitan las sociedades volterianas no se logran entender del todo, y, por ende, han tenido que reducir su interacción a temas de producción de capital. No nos extrañe que el dinero en estas sociedades alcance a dominar todo ámbito humano, pues rota toda comunidad humana dentro de la sociedad ilustrada, a la persona le es imposible crear vínculos.
Ahora bien, ¿a qué se debe que los valores supremos e incuestionables sean la tolerancia y el librepensamiento? Se debe sencillamente a la falta de fe en la razón humana de poder encontrar y descansar en la verdad. Curiosamente en el proyecto que esgrimía a la Razón como diosa suprema de la nueva humanidad, ella misma se ha desintegrado ha hecho que la sociedad occidental caiga en los más nefastos sentimentalismos.
Por ende, el católico debe ser luz de vida, pero también luz racional ante un mundo que ha perdido la capacidad de reflexionar seriamente. Y la única forma de hacerlo es aceptar los límites de la razón y abrazar las verdades que Dios le ha revelado para guiar bien su razón. Sin embargo, ante la actitud de la sociedad volteriana debe ser sumamente crítico y darse cuenta de que ese mismo enemigo que pretende destruir toda tradición religiosa, parte de verdades y actitudes cristianas. En la próxima nota, analizaremos dichas actitudes que Voltaire y sus amigos ilustrados le robaron al catolicismo. Sin más preámbulos, aquí acaba la primera parte de varías notas que se harán sobre este tema.