El Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, Michael Czerny, ha dedicado un encendido elogio al difunto cardenal Carlo Maria Martini, arzobispo de Milán y cabeza del llamado Grupo de San Galo (*) de cardenales opuestos al entonces cardenal Ratzinger y ardiente partidario de una ‘Iglesia sinodal’.
Un «profeta», un «testigo auténtico de la palabra de Dios», un «punto de referencia» para la Iglesia: de todo eso y aún de más ha calificado el Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, Michael Czerny, a quien fuera una de las figuras señeras del ala progresista de la jerarquía eclesiástica y, desde mediados de los noventa, jefe del grupo de San Galo, un grupo clandestino de eclesiásticos de alto rango opuestos al entonces cardenal Joseph Ratzinger.
Cardenal Michael Czerny SJ.
En un encuentro en Milán sobre el sexto volumen de la Opera Omnia, publicado por Bompiani, titulado «Farsi prossimo» (Hacerse prójimo/próximo), Czerny dice de Martini que “ahora todos le entendemos mejor, reconociendo cómo sus visiones y las prioridades de su gobierno pastoral -quiero decir también su estilo de escuchar, rezar y vivir- anticipaban caminos que finalmente implican a la Iglesia universal».
Martini, añade el cardenal, «hizo lo que le pidió el Concilio, un evento que en su juventud, como en la del Papa Francisco, representó una primavera evangélica». De aquellas décadas de posguerra hoy se han desvanecido «las visiones» que «nos hacían anhelar la unidad de la familia humana». Sin embargo, hoy es «nuestro momento», concluye Czerny: «Es el momento de cambiar totalmente la estructura del mundo, su representación, repensando el modelo económico en sus raíces, de no ser así sólo nos enfrentaremos a los síntomas. El éxodo del que somos responsables y protagonistas, en el que se juega nuestra propia liberación, toma la forma de un sueño que el Papa Francisco ha llamado: «fraternidad y amistad social».
«Las opciones eclesiales de aquella época, en gran parte, continúan en sus efectos hasta hoy», concluye Czerny, y esta es la clave. Porque el asunto que ocupa a Roma y que trata con desigual fortuna de popularizar entre la grey es la sinodalidad, una idea especialmente cara al arzobispo milanés.
En 1981, Martini “comenzó a hablar de una ‘Iglesia sinodal’”, catalogando esta meta como un “sueño”. Diez años más tarde, en un sínodo sobre Europa, Martini compartió una versión de este “sueño”. Invocando el recuerdo del Vaticano II, habló de una futura “consulta colegiada y autorizada entre todos los obispos”. Luego enumeró los “temas clave” para abordar colegiadamente, desde la “sexualidad” hasta el “déficit… de ministros ordenados”.
Por Carlos Esteban.
Infovaticana.
(*) «La Mafia de San Galo, como muchos lectores sabrán, era un grupo de cardenales y obispos que se reunían regularmente, a partir de 1996, en San Galo (Suiza), para discutir su agenda de reforma de la Iglesia. Lo que discutieron -desde la Comunión para los divorciados y ‘vueltos a casar’, hasta la intercomunión, la colegialidad y la sinodalidad, la descentralización de la Iglesia, y así hasta el sacerdocio ‘casado’- también estuvo en la agenda del papa Francisco. Por nombrar sólo a algunos, estaban entre ellos los cardenales Karl Lehmann, Walter Kasper, Achille Silvestrini, Godfried Danneels, Carlo Maria Martini, S.J., Cormac Murphy-O’Connor y Basil Hume.
«Meloni muestra que Martini era el líder de este grupo y que su padrino era el padre Karl Rahner, S.J., el líder del grupo revolucionario en el Concilio Vaticano II.»
Marco Tosatti.
26 de octubre de 2021.
Traducción de Jospe Arturo Quarrcaino