Blasfema el Parlamento Europeo: niega la Biología y que los embriones son seres humanos

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* El Parlamento Europeo ha aprobado un Reglamento que permite el uso de células madre embrionarias y equipara los embriones a células y tejidos. Pero los embriones son seres humanos en todos los aspectos, como lo demuestra la biología.

El 24 de abril de 2024 el Parlamento Europeo aprobó el nuevo Reglamento sobre normas de calidad y seguridad para sustancias de origen humano destinadas a aplicación humana. El 27 de mayo siguiente, el Consejo Europeo adoptó este reglamento.

En este último se puede leer : «El presente Reglamento debe aplicarse a la sangre y a sus componentes, […] así como a los tejidos y células, incluidas las células madre hematopoyéticas de la sangre periférica, la sangre del cordón umbilical o de la médula ósea, las células y tejidos reproductivos, los embriones , tejidos y células fetales y células madre adultas y embrionarias, según lo regula la Directiva 2004/23/CE» (p. 7).

Dos aspectos de este paso son críticos: 

  • El primero: se establece explícitamente que el uso de células madre embrionarias está permitido. Pero esto implica la muerte de los embriones y está en conflicto con el apartado 1 del art. 18 del Convenio de Oviedo que regula lo siguiente: «Cuando la ley permite la investigación con embriones in vitro , ello garantiza una protección adecuada al embrión».
  • Segundo aspecto crítico , en el que nos centraremos más detalladamente: en el Reglamento, los embriones se equiparan a células y tejidos. Pero los embriones, aunque están compuestos de células como todos los seres humanos adultos, son organismos pertenecientes a la especie homo sapiens sapiens , por lo tanto son seres humanos en todos los aspectos. Probemos esta afirmación, es decir, que los embriones ya son seres humanos, de hecho, que el cigoto -la primera célula que surge del encuentro del gameto masculino con el femenino- ya es un ser humano.

Para verificar que el cigoto es un organismo humano, primero es necesario dar la definición de organismo : si el cigoto tiene todas las características presentes en esta definición entonces puede presumir del título de «organismo».

El organismo es una individualidad -un ser ontológicamente unitario- compuesta por varias partes, coordinadas e integradas entre sí, dotadas de una identidad genotípica y fenotípica exclusiva, altamente especializada y de funciones propias que generan autonomía biológica.

La individualidad –ser “uno”– aparece evidente ictu oculi , es decir, tras la mera observación con el microscopio.

La individualidad está compuesta por varias partes que evidentemente funcionan de forma integrada:

  • los dos pronúcleos que luego se fusionarán en un núcleo,
  • la zona pelúcida,
  • los corpúsculos polares
  • y el citoplasma.

La alta especialización viene dada sobre todo por la presencia del genoma que es el conjunto del patrimonio genético que caracteriza a todo organismo vivo, su programa de desarrollo. En otras células no existe genoma, no existe esta alta especialización.

Pasemos a la identidad genotípica exclusiva haciéndonos una pregunta ya clásica : ¿es el cigoto un rizo de materia proveniente de la madre? No, porque tiene su propio genoma y por tanto su propio ADN cromosómico único, con secuencias específicamente humanas, distintas a las del padre y la madre. Esta característica le confiere una huella genética exclusiva y también morfológica (fenotipo): el cigoto tiene, por tanto, autonomía biológica propia. Es único.

La autonomía biológica también está provocada por un segundo factor, de carácter funcional;

En efecto, una célula es biológicamente parte de un tejido, un tejido de un órgano, un órgano de un aparato, un aparato de un organismo.

El organismo, desde el punto de vista biológico y fisiológico, no pertenece a nadie, es un ente independiente. La pertenencia a la que nos referimos no es sólo de carácter genético -todas las células de un organismo tienen el mismo conjunto cromosómico-, sino también funcional. Esto significa que las actividades de una célula de un organismo están necesariamente correlacionadas con las actividades de todas las demás células, otros tejidos y órganos del organismo.

Esta coordinación tiene como objetivo la supervivencia del organismo y su reproducción y está impuesta por el genoma de este mismo organismo. Es cierto que el cigoto se coordina con el organismo de la madre, pero -en primer lugar- no para los fines impresos en cualquier otra célula materna y que acabamos de mencionar, sino para su propia supervivencia y desarrollo.

Todas las células de la madre trabajan para la supervivencia de la madre y, si está embarazada, para dar a luz al bebé; la célula cigoto, en cambio, trabaja para sí misma, para su propia supervivencia.

En definitiva, observamos una funcionalidad del cigoto esencialmente diferente de la funcionalidad de las células, tejidos y órganos de la madre, una funcionalidad exquisitamente autónoma. De ahí su distinción y por tanto independencia respecto de otras células.

En segundo lugar, sus funciones las gestiona su propio genoma, no el de su madre. Por tanto, el cigoto se gobierna a sí mismo. Es el director de la orquesta.

Por tanto, se puede afirmar que el cigoto es plenamente un organismo (con ADN humano) porque no forma parte de un todo mayor, es decir, el organismo de la madre, tanto en el sentido genético como morfológico y funcional. Es una entidad orgánica por derecho propio, distinta de otras entidades biológicas y, por tanto, autónoma.

De esto concluimos que el cigoto, aunque compuesto de una sola célula, puede reclamar su propia individualidad-identidad diferente de la que puede predicarse a favor de cualquier otra célula del organismo huésped, una identidad propia de un organismo humano. El cigoto ya es plenamente un ser humano, real y no potencialmente.

Incluso las fases posteriores a la fecundación ofrecen una prueba de que el cigoto es un organismo humano, porque sólo son peculiares de este último. Por ejemplo, el crecimiento celular poscigótico es completamente diferente al de cualquier otra célula, porque las primeras células que surgirán de la división del cigoto se especializarán y se convertirán en tejidos y órganos: ninguna otra célula puede llevar a cabo un proceso similar. Durante la división celular, otras células se replican de manera idéntica a ellas mismas.

Otra característica que nos hace decir que el cigoto es un ser humano: en las etapas posteriores de su desarrollo necesita implantarse en el endometrio de la madre. Es un proceso absolutamente ajeno a cualquier otra unidad biológica.

Recordemos algunas propiedades del proceso de desarrollo que, en conjunto, son típicas sólo de un organismo, como la autonomía, la continuidad del crecimiento, la gradualidad, la coordinación, la teleología.

Queremos centrarnos en la continuidad del desarrollo: su carácter continuo, sin saltos, nos permite asignar, con una dinámica hacia atrás, la calificación del organismo humano al cigoto del mismo modo que se la asignamos al feto o al recién nacido.

El verdadero salto biológico es, en cambio, el de los gametos al cigoto. Y por eso lo llamamos cigoto, mórula, blastocisto, embrión, feto, recién nacido, lactante, niño, niño, joven, adulto, anciano, pero siempre es un ser humano. Los únicos dos factores que cambian son la cantidad de células que lo componen y su especialización.

Por todas estas razones , calificar al embrión como cualquier célula o tejido, como el Parlamento Europeo y el Consejo tuvieron el valor de afirmar, es una blasfemia desde un punto de vista biológico y, por tanto, científico.

Pero de esta forma el embrión puede utilizarse con fines terapéuticos y de investigación.

Tommaso Scandroglio

Por Tommaso Scandroglio.

Martes 25 de junio de 2024.

Roma, Italia.

lanuovabq.

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