Según la agencia humanitaria patrocinada por el Papa Ayuda a la Iglesia Necesitada, un seminario menor en el este de Burkina Faso fue atacado la noche del 10 al 11 de febrero por yihadistas armados no identificados.
“Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha recibido la triste noticia de que el seminario menor San Kisito de Bougui, en la diócesis de Fada N’Gourma, East Burkina Faso, situado a unos diez kilómetros de Fada N’Gourma, ha sido atacado, ”, dice un comunicado difundido por la organización.
“Aunque no hubo pérdidas de vidas humanas, hubo muchos daños materiales”, informó ACN.
De fuentes en el terreno, la organización benéfica internacional pudo confirmar que unos 30 yihadistas en motocicletas ingresaron violentamente al seminario alrededor de las 8:00 p.m. Permanecieron durante más de una hora, tiempo durante el cual quemaron
abajo dos dormitorios, así como un salón de clases. También quemaron un auto y robaron otro.
También se destruyó un crucifijo, en lo que los residentes del seminario tomaron como una clara señal de los motivos islamistas radicales del ataque.
“Les dijeron a los seminaristas que se vayan ahora, porque van a volver y, si quedan algunos, los van a matar”, dice el comunicado emitido el 11 de febrero por ACN. En el momento del ataque había 146 seminaristas menores, junto con siete formadores.
Los seminaristas fueron enviados de regreso a sus hogares familiares, donde se espera que permanezcan durante al menos una semana. Muchos de los que viven en el pueblo donde se encuentra el seminario tienen “mucho miedo y algunos se están yendo”, informó ACN.
“Burkina Faso vive este tormento silencioso desde hace años. Es una agonía lenta que ha provocado un éxodo de más de 1,3 millones de refugiados internos”, dijo María Lozano, responsable de prensa de ACN.
La situación en este país africano de 21 millones de habitantes, ubicado en África occidental cerca de Costa de Marfil y Malí, se ha ido deteriorando durante varios años. En enero, un golpe militar derrocó al expresidente elegido democráticamente Roch March Christian Kaboe. El líder de la nueva junta, el teniente coronel Paul Henri Sandaogo Damiba, fue declarado presidente esta semana.
Damiba será inaugurado oficialmente el 16 de febrero, confirmaron oficiales militares el viernes, aunque su mandato como presidente es retroactivo desde el 24 de enero, cuando los soldados derrocaron al Kaboe elegido democráticamente.
El miércoles, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas expresó su «seria preocupación» por el «cambio de gobierno inconstitucional» de Burkina Faso, pero optó por no describirlo como un golpe militar ni condenarlo rotundamente.
Damiba se ha comprometido a restaurar la seguridad en la nación asolada por el conflicto y restaurar el estado constitucional cuando las «condiciones sean las adecuadas». El país ha visto un aumento dramático en los ataques de yihadistas vinculados a Al Qaeda y al grupo Estado Islámico, con unas 2.000 personas que se cree que han muerto desde 2018 en enfrentamientos entre los islamistas y el ejército de Burkina Faso y grupos paramilitares aliados.
Ahora se dice que los grupos islamistas se mueven libremente por todo el país, y en algunas regiones han logrado someter a las poblaciones locales a una interpretación estricta de la ley islámica sharia .
La junta ha recibido hasta ahora un amplio apoyo de la gente de Burkina Faso por sus promesas de reprimir la violencia, pero la comunidad internacional ha condenado en gran medida el golpe.
“Una vez que fue un oasis de estabilidad y paz interna, desde 2015 el país se ha hundido cada vez más en el caos”, explicó Lozano. “Los yihadistas y las bandas criminales están infligiendo violencia en gran parte del país predominantemente musulmán”.
Los motivos son múltiples, le dijo a Crux . En el Estado multiétnico, el rencor derivado del abandono de regiones enteras por parte de los gobiernos se ha unido a las rivalidades étnicas y al fanatismo islámico. A los yihadistas les gustaría establecer un nuevo califato. Los delincuentes se están aprovechando del caos para sus propios fines. El comercio de drogas y armas está floreciendo.
“Más de un millón de personas se han convertido en refugiados en su propio país, perspectivas sombrías para las personas que viven en uno de los países más pobres del mundo”, explicó Lozano. “Los cristianos, que representan alrededor del treinta por ciento de la población, también son blanco del terrorismo. Decenas de miles han huido de las regiones que están siendo atacadas por terroristas. Muchos han buscado refugio en la diócesis de Kaya y en la capital Uagadugú”.
El español estuvo en Burkina Faso en 2020 junto con algunos compañeros de ACN, justo antes de que la pandemia de COVID-19 restringiera fuertemente los viajes internacionales.
“Como nos dijeron en ese momento, no son solo los ataques mortales, sino sobre todo la situación de los refugiados internos, estimados en más de un millón, lo que presenta un desafío enorme”, dijo. “Mientras que algunos de los refugiados han podido encontrar refugio con familiares en el sur del país, otros han estado viviendo durante meses en campamentos improvisados”.
Entre los que se vieron obligados a huir se encuentran muchos miembros del personal de la Iglesia. En la diócesis de Dori, por ejemplo, 15 catequistas y sus familias tuvieron que huir tras recibir amenazas de muerte.
Los socios del proyecto de ACN sobre el terreno, dijo, han informado de que los terroristas vuelven a colarse en las aldeas donde luego amenazan a las personas y les ordenan que no vayan a la iglesia ni recen en público. Como resultado, existe un miedo cada vez mayor en estas áreas.
En muchas parroquias del país, dijo Lozano, las actividades de la iglesia han sido canceladas o fuertemente restringidas, y el horario de la Misa y otras actividades cambian ocasionalmente para tratar de prevenir ataques terroristas como el del jueves por la noche.
Inés San Martín.
Cruxnow
