Arzobispo Aguiar a cuatro años, la debacle y pastoral de marionetas; fiestas guadalupanas, sin misas y la tristísima fiesta de la Inmaculada en el Seminario Conciliar de México

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Hace cuatro años, el 7 de diciembre de 2017, la arquidiócesis de México se amanecía con la noticia del relevo después de más de dos décadas de gobierno pastoral del cardenal Norberto Rivera Carrera. Un cambio previsible que ya se barajaba en el nombre del actual arzobispo Aguiar Retes. A la distancia, los deseos de una renovación son más que evidentes: frustración y debacle a pesar de los chayoteos y maiceos que los incondicionales al arzobispo hacen en medios –como sucede en un demeritado medio español digital- convertidos en voceros del velado fracaso. Y es que en este vergonzoso aniversario del arzobispo Aguiar, medios nacionales se han lanzado a hacer algún análisis que pone a este gobierno pastoral en serio entredicho. Esta semana, la revista Proceso publica la opinión del analista Bernardo Barranco en la cual se pregunta ¿dónde está el cardenal Aguiar Retes? En su análisis, no sólo hace un relato biográfico de quien aun considera amigo del Papa Francisco, ahí el sociólogo especialista en el estudio de las religiones subraya que para Aguiar “no hay excusas” sobre este fracaso pastoral a pesar de las dificultades como la del covid-19, la caída en las finanzas arquidiocesanas, las cuales, por cierto, ahora están en una franca presión por el diezmo que, desde hace tres años nomás no cae, o bien el fracaso pastoral que ha sumido a una Iglesia boyante en la simulación de la pastoral.

Según el análisis en Proceso, Aguiar es un “príncipe de las estructuras de la Iglesia” más que pastor y no ha estado ajeno de los escándalos que han salpicado su carrerismo eclesiástico, desde aquel ridículo y bochornoso episodio del BMW verde, pasando por su tácito aval a las narcolimosnas y el apoyo de las buenas obras de las delincuencia organizada y la posibilidad de ser lavadas con agua hasta los amasiatos con el PRI y el PAN que lo han convertido en el patito feo o bien el “obispito” feo en el gobierno del López Obrador. Para Barranco, en términos pastorales, Aguiar no hizo clic con el clero y “ni siquiera ha redactado una carta pastoral en estos difíciles momentos” que, de llegar, será demasiado tarde y sin el efecto propicio debido a la mala estrella de quien se dijo, tenía una magnética personalidad. Consumido ya más de la mitad de su tiempo en el gobierno pastoral, Barranco afirma que los 75 años están ya cerca y no vaticina un tiempo más allá que le permitan al decadente arzobispo un período extra después de a renuncia. Por increíble que parezca, a semejanza de los tiempos políticos, Aguiar tiene encima una sucesión urgente, pero no para consumar una transformación sino para el desastre de una arquidiócesis en franco estado de gravedad pastoral que ya está siendo aprovechado, primero, por el avance del rampante secularismo y, después, por las más variadas expresiones religiosas que están descatolicatizando a la Ciudad de México. Quizá el especialista de Proceso se quedó corto. Lo de Aguiar no es un abandono… él puso la dinamita de la debacle e implantar la pastoral de marionetas para decir que esto es una tremenda conversión pastoral.

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Por más que busque entenderse -según por motivos de pandemia- no logra entenderse qué está pasando en Basílica de Guadalupe. Desde luego, las formas son fondo. Y es que en la pasada conferencia de medios donde las autoridades del gobierno de la Ciudad anunciaron el programa de festividades guadalupanas, destacó -nada raro- la ausencia del arzobispo Aguiar a diferencia del año pasado cuando fueron suspendidos todos los eventos presenciales del 12 de diciembre. Quien tuvo que sacar la cara fue el rector Salvador Martínez quien, como pudo, explicó las ´bondadosas´ medidas para cuidar los millones de peregrinos quienes sólo estarán de paso en Basílica para cantar una cancioncita o hacer oración sin posibilidad alguna de pernoctar o de otra devoción. Y a pesar de los millones de personas que se espera se den cita este domingo 12 de diciembre, con los riesgos que implica el contagio por covid-19, causa sorpresa que todo se lleve adelante, menos la celebración de la misa. ¿Por qué la Iglesia ha abdicado a este derecho como expresión de la libertad religiosa? Pero, sobre todo, ¿por qué ha vendido su primogenitura por un plato de lentejas? La misa es fuente y cumbre de la vida cristiana y cualquier cristiano sabe lo que implica la celebración que es el misterio de fe. Y por más creatividad pastoral, como uno de los trillados temas que dice predicar el arzobispo Aguiar, es lo que más falta en Basílica de Guadalupe cuando existe un amplísimo atrio y capilla abierta para celebrar, al menos, una misa al aire libre el domingo 12 de diciembre. ¿En qué abdicó la Iglesia? ¿Por qué no defendió este patrimonio? Por más excusas, los argumentos son más y más débiles sabedores de los eventos masivos, los partidos de futbol, la liberación de actividades e incluso, la normalización del flujo de peregrinos previos a los días guadalupanos. Tomemos como ejemplo, incluso,  el mensaje que el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias, actualmente en recuperación del covid-19, dirigió en el segundo domingo de adviento: “Celebremos a nuestra Señora de Guadalupe ya con las procesiones y todo lo que se tiene tradicionalmente programado”.  Algo, demasiado grave, está pasando en Basílica. Si no, el amable lector no dejará de dar razón cuando en Basílica de Guadalupe, en el templo de Capuchinas, a cargo del ecónomo de Aguiar, el canónigo Efraín Hernández, abrió sus puertas para que los ¡Fieles de la Cienciología!, una particular iglesia que tiene todo, menos ser cristiana, gozara de una misa especial reconociendo su voluntariado por sanitizar Basílica. Quienes sepan qué es la Cienciología y sus especiales señalamientos incluso criminales en otros países se darán cuenta del asunto. Sin embargo, en junio pasado, Luis Manuel Pérez Raygoza, obispo auxiliar de Aguiar, les concedió tan singular deferencia, como se ve en la imagen que ilustra este apartado, como representante del cardenal «en aprecio a la Iglesia de la Cienciología y al trabajo de los ministros voluntarios por sanitizar Basílica e iglesias en la Ciudad y el Estado de México…” Claro, esto no apareció en el alicaído, ineficiente y eclipsado medio virtual llamado Desde la fe, pero eso sí, los cienciólogos aprovecharon la foto. No sería la primera vez. Aguiar ha metido hasta al mismo presbiterio de Basílica a los mormones. Otra prueba más de que Aguiar no tiene amigos, tienen intereses y no importa abdicar de la misa o venderla a quienes no creen en ella, lo importante es libar al dios Mammon.

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No podíamos deja en estos cuatro años de fracaso lo que pasa en el Seminario Conciliar de México. El 3 de diciembre, una tristísima celebración a la Virgen Inmaculada dio cuanta del estado de agonía que vive el que fuera un poderoso centro del pensamiento y semillero de vocaciones, ejemplo nacional e internacional de pastoral vocacional. Viene a cuenta, la reveladora homilía de Luis Manuel Pérez Raygoza quien comenzó con la prefabricada frase de “reciban el aprecio y cercanía de nuestro arzobispo” sin jamás decir su nombre quien “por causas de fuerza mayor” no pudo asistir a la celebración. Parece que siempre el arzobispo tiene una causa de fuerza mayor que lo libra convenientemente de sus obligaciones pastorales a quien, por cierto, se le unió el gris obispo Carlos Enrique Samaniego quien puede dejar celebraciones arquidiocesanas, pero no el turismo y comilonas en casas de religiosas las cuales, sin ninguna vergüenza, exhibe como buen adicto a las redes sociales.

Vale la pena revisar la pía homilía del obispo Raygoza pronunciada el 3 de diciembre quien desgranó un rosario de alabanzas por las glorias de antaño para atenuar y disimular la caída libre del SCM la cual, en gran medida, tiene otro responsable, el actual rector, Federico Altbach. Ahora, en lo que fue corazón y semillero, resonaron más frases huecas que aturden ante el aguiarismo que hundió una afilada espada al corazón mismo de la arquidiócesis. Raygoza se esforzó por sacar frases para ocultar el desastre que ha desmantelado la formación por caprichos de Aguiar Retes empecinado en seguir impulsando un plan de formación sacerdotal que ya demostró su fracaso en Texcoco y Tlalnepantla. Lo que era la máxima expresión de convivencia del clero arquidiocesano, el 3 de diciembre fue la tímida reunión del recuerdo de glorias pasadas, mesas vacías, obispos aislados y notorias ausencias. No es raro. En el aguiarismo, todo lo que no produce, debe desaparecer.

 

Por Guillermo Gazanini Espinoza.

 

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