Hasta el 1 de agosto ppdo., el aborto inducido o a petición, es decir, el asesinato del hijo en el seno materno, estaba legalizado en Francia desde el año 1975, hasta las 12 primeras semanas del embarazo (primer trimestre).
La iniciativa de esta legalización había sido promovida por la abogada Simone Veil, como ministra de Sanidad del gobierno de Valéry Giscard d’Estaing. Esta acción formó parte de la primera oleada de legalización del aborto impulsada a nivel planetario por John Davison Rockefeller III, el “patriarca” de los planes de control de la natalidad (mutilación genital, anticoncepción y aborto) como política de Estado.
Llamativamente, los fundamentos de esta legalización fueron tomados literalmente del plan maestro elaborado en 1972 por la Comisión Rockefeller sobre Población, Crecimiento poblacional y el Futuro de Estados Unidos, a pedido del entonces presidente Richard Nixon. Plan maestro que fue aplicado por Henry Kissinger como consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en su famoso Memorando 200/74. Implicancias del crecimiento poblacional mundial para la seguridad de Estados Unidos y sus intereses de ultramar (1974) como plan mundial para el control de la natalidad.
La ministra Veil legalizó el aborto en 1974 según el modelo de la oligarquía financiera internacional representada por la familia Rockefeller y sus empleados, como el mencionado Henry Kissinger.
Pero ahora, en una nueva avanzada abortista, la Asamblea Nacional Francesa aprobó el 1 de agosto una nueva ley en la que el aborto legal se extiende hasta los momentos previos al nacimiento del bebé. Iniciativa que fue impulsada por el presidente francés Emmanuel Macron, representante de la Banca Rothschild en la política francesa.
Es decir, en Francia se ha legalizado la pena de muerte prenatal hasta el momento del nacimiento, contra un ser humano -varón o mujer- que es absolutamente inocente y está totalmente indefenso. Evidentemente, un criterio verdaderamente pre-cavernícola, por más “british” y progresista que se pretenda.
Esta nueva ley permite el asesinato prenatal en cualquier momento de la gestación, inventando la figura de la “angustia psicosocial”, expresión nebulosa no-científica por la que evidentemente se puede colar el deseo de cualquier persona para abortar.
La Asamblea Nacional Francesa, el Parlamento, tiene más de 500 miembros, pero para aprobar esta aberración feticida-infanticida sólo estuvieron presentes alrededor de 100 diputados. Y el tiempo de discusión para tema tan trascendente fue de sólo 25 horas. Síntomas inequívocos de que el orden de prioridades en las mentes legislativas está bastante trastocado.
Estamos en presencia de criterios pre-cavernícolas que constituye el retroceso a las épocas más turbias y oscuras de la prehistoria humana, en la que predominaban las bestias irracionales, pero menos criminales que los pretendidos “dirigentes” que pululan hoy en el ámbito de la política francesa y mundial.
Si bien es cierto que “la fuerza es el derecho de las bestias”, ni la peor de las bestias asesina a sus propias crías como practican y promueven los dueños de un sistema financiero especulativo y depredador, cuya ambición siniestra demuestra no tener límite alguno.
Como dice la madre Teresa de Calcuta, “el aborto es una decisión tan miserable que un niño debe morir para que tú puedas vivir como deseas”.
En definitiva, el derecho al asesinato prenatal (aborto) constituye la imposición contra natura de la ideología de la bestial plutocracia financiera internacional, inhumana y depredadora, como fundamento de la convivencia social y comunitaria, un modelo que ni las más crueles de las bestias conocieron en ningún momento de la prehistoria.
Pero las fuerzas del infierno satánico no prevalecerán ni se impondrán en el alma de nuestros pueblos de la América hija del sol y la cultura hispánicas