Hoy el Evangelista nos marca dos casos donde aparece la compasión de Jesús:
1°- Por los discípulos al regresar de la misión.
2°- Por la gente sin pastor.
Descubrimos a un Jesús muy sensible ante las necesidades de los demás; se muestra atento. Digamos una palabra sobre estos dos acontecimientos:
- El regreso de los misioneros. Recordemos, hace ocho días escuchamos cómo Jesús envía a aquellos discípulos a realizar una misión; en este domingo escuchamos que han regresado de la misma y le cuentan a Jesús la experiencia; podemos imaginar el entusiasmo de aquellos evangelizadores contando lo que les ha ocurrido.
Es tanto el gozo, que Jesús desea un lugar solitario para escucharlos; propone un espacio para que se dé ese compartir de experiencias, para analizar los obstáculos, los logros en aquella primera misión, de allí que les diga: “Vengan conmigo a un lugar solitario para descansar un poco”. Busca ese descanso reparador y necesario para todo el que trabaja. Jesús emprende la travesía por el lago para estar a solas y tener ese momento retroalimentador pero cuando llegan a la otra orilla, ven a la gente que los espera. Podríamos preguntarnos:
¿Y el descanso? ¿Y el lugar solitario para compartir? Es claro que junto a Jesús el misionero recupera las fuerzas, se refresca, aprende; está dispuesto para ponerse al servicio de los demás. No olvidemos que el descanso es estar con Jesús.
Muchas veces, el mandato misionero de Jesús lo tomamos tan en serio que seguimos el mandato y olvidamos a Jesús. Nos cuesta regresar a contarle lo que nos está pasando en la misión, nos cuesta escucharle si esa misión es la que desea. Por eso es necesario descansar. Pero ¿qué es descansar?, ¿basta con recuperar las fuerzas físicas y olvidar los problemas y conflictos de cada día, metiéndonos en un mundo de ruidos, de fiestas, romerías o playas atiborradas?. A veces ocurre cuando se regresa de vacaciones, que hemos cambiado de ocupación, pero no hemos descansado. Para descansar, necesitamos en primer lugar, encontrarnos con nosotros mismos, con sencillez y con honradez. Necesitamos tiempo para buscar el silencio, la calma, la tranquilidad y estar con Jesús. No olvidemos que el descanso es reparador, ese descanso que debemos procurar todos los días al contarle a Jesús nuestra misión. Descansemos con Jesús para seguir en su misión.
2. La compasión por los demás. Jesús al llegar a la otra orilla, ve que hay mucha gente que lo está esperando y se compadece.
‘Poco dura la alegría en casa del pobre’, dice el refrán, desembarcan y se encuentran con un gentío que los buscan. Jesús no se irrita, no se lamenta, no los reprende, no se altera porque el pueblo les ha roto su plan, sino que otra vez se le conmueven las entrañas. Impresiona la reacción de Jesús ante la gente, no sólo no se molesta, sino que percibe que es “gente que anda como ovejas sin pastor”. Jesús nunca deja de mirar la vida desde la necesidad del otro, deja que su tiempo se lo marque la necesidad de la criatura, sus planes tan sólo son los planes del Padre Compasivo: “Generar vida y vida en abundancia”. Jesús vive todo desde la compasión, es su manera de ser, no sabe mirar a nadie con indiferencia, no puede mirar el dolor ajeno y quedarse sin hacer nada. Ve aquella multitud desorientada, que no tiene quién les guíe y alimente, así lo escuchamos hoy: “Se compadeció de ellos, porque estaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles muchas cosas”. Jesús reacciona siempre desde la compasión. Pareciera que Jesús está recordando al profeta Ezequiel 34 “ovejas débiles, a las que nadie conforta; ovejas enfermas, a las que nadie cura; ovejas heridas a las que nadie venda…”
Hermanos, el Evangelio de este domingo nos invita a reflexionar en dos aspectos de nuestra vida:
- En el descanso reparador. Vivimos en una época marcada por el trabajo; se han multiplicado los gastos y el salario que no alcanza. Esta situación lleva a las personas a vivir con estrés, con preocupación y se vive a prisa sin saber descansar. Se puede caer en la ansiedad o en la depresión.
Hago una invitación a los esposos, para que busquen ese momento para descansar, ese espacio reparador, donde se recuerden aquello que los llevó a unirse para formar una familia; para que compartan cómo les está yendo en su vida de pareja e individualmente. Descansen y ayuden a sus hijos a saber descansar; que en el descanso sean capaces de escucharse. No todo es trabajo, en la familia se descansa, se ríe, se comparte, se reza, etc.
Hermanos sacerdotes y todos los consagrados, analicemos nuestra vida y la misión que desempeñamos. Quizá nos falte saber tomar esos descansos reparadores junto a nuestra familia de sangre, junto a Jesús; compartamos con Él todo aquello que hacemos.
2. La compasión por los demás. Parecía que las personas le estropearían el plan inicial de descanso a Jesús, pero Él no se queda en la compasión pasiva, en el sentir lástima, da el paso a atender aquella multitud que lo busca, que pide
orientación. Jesús se pone a enseñarles con calma, dedicándoles tiempo y atención para fortalecerlos con sus palabras.
Hermanos, no perdamos la sensibilidad ante las necesidades de los demás; no nos quedemos en la necesidad de nuestros descansos individuales. Sepamos descansar en Jesús para ser capaces de sentir como Él; para preocuparnos y ocuparnos de las necesidades de los demás. En el fondo está la compasión, ese sentimiento que nos conduce a ayudar a los demás de manera desinteresada; allí se terminan nuestros cansancios. Hay quienes quieren descansar lejos de Jesús y terminan más cansados. Sepamos descansar estando con Jesús, para atender a los hermanos, como Él lo hacía.
Muchas personas han perdido, quién más quién menos, la paz en sus corazones, al ver cómo se pretende llevar a México al régimen comunista, y desde luego, hay muchas personas que aún no caen en la cuenta de la gravedad de esa realidad, es bueno que tratemos de conocer la Constitución que ha sido previamente preparada para tal fin (que está en las redes) y nos daremos cuenta cómo es una Constitución abiertamente contra la vida, contra la ley natural, contra la familia y contra Dios. Hermanos, ante esto, no dejemos de anunciar y proponer el Evangelio, ya que el Evangelio es Cristo quien no nos abandona y nos hace experimentar con el Salmo responsorial: “El Señor es mi Pastor, hacia fuentes tranquilas me conduce, me guía por sendero recto, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad”.
Pidamos al Buen Pastor, diciendo: Señor Jesús concédenos la compasión que tanto nos falta, pero también concédenos la valentía para enseñar tu Evangelio en coherencia. Concédenos la fortaleza para no desfallecer.
Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
¡Feliz domingo para todos!