Al conocerse los diversos delitos que se le imputan al exsecretario de la Defensa Nacional, el Gral. Salvador Cienfuegos Zepeda, poco a poco se van conociendo los posibles nexos con los cárteles del narcotráfico y las presuntas redes de corrupción y protección que podrían involucrar a otros oficiales del Ejército mexicanos, incluso podrían escalar hasta los actuales mandos en el gobierno en curso evidenciando el tremendo poder de la corrupción de una de las instituciones de más confianza y credibilidad en la sociedad mexicana.
Salvador Cienfuegos Zepeda había estado bajo una profunda investigación de la DEA que no sería de años recientes. Bajo la impecable trayectoria del militar de confianza que llegó a tener cuatro estrellas e incluso se alzó como uno de los férreos defensores de la presencia del las Fuerzas Armadas en la calle con el traje a la medida, es decir, con la legislación adecuada para legitimar el actuar de los soldados en tareas de seguridad pública, las acusaciones indican que el General utilizó a la misma institución para defender a cárteles en contra de sus enemigos. Los millonarios sobornos garantizaban que esos grupos delincuenciales más violentos no fueran atacados ni perseguidos por el Ejército, afianzando su poder contra rivales en los estados de Sinaloa y Nayarit involucrando, además, a funcionarios para proteger a los capos del cártel en cuestión.
Las autoridades estadunidenses aseguran contar con pruebas y “miles de comunicaciones interceptadas” que evidencian la tremenda corrupción en la Secretaría de la Defensa Nacional. Con Cienfuegos al frente, la posible colusión de funcionarios llegaría a niveles inimaginables. Y esto cayó como balde de agua fría en la actual administración. El presidente de México aseguró que poco se sabía de una investigación contra el exsecretario Cienfuegos y, en mensajes ambivalentes, garantizó la limpia del Ejército de probarse las acusaciones que pesan sobre el General en retiro apodado El Padrino.
Otro asunto que abona a estos cuestionamientos son los hechos que han manchado el desempeño del Ejército en la presunta violación de derechos humanos. Cuando Cienfuegos Zepeda estaba al frente de la SEDENA, la masacre de Tlatlaya (2014) evidenció cómo esos hechos marcaron a las fuerzas armadas por el abuso al cometer ejecuciones extrajudiciales en un territorio donde elementos corruptos de la Secretaría de la Defensa Nacional actuarían para proteger a líderes de cárteles en esa región del Estado de México. Y qué decir de las desapariciones de los normalistas de Ayotzinapa en la noche de Iguala en la que se ha cuestionado profundamente el papel de los castrenses proteger a cárteles locales que posiblemente fueron responsables de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa.
La aprehensión de Cienfuegos podría hacer que el caso Lozoya fuera un juego de niños. No estamos hablando de un funcionario de segundo nivel que hizo transas y contratos al amparo del servicio público. Está en juego la reputación de una Institución del Estado mexicano. Sólo por arriba del Cienfuegos Zepeda estaba el expresidente de la República. ¿Quiénes más están en esa lista? ¿Cómo se ha usado a las Fuerzas Armadas para consumar la corrupción? ¿A quiénes ha tocado el poder del narcotráfico? Ese es el verdadero cañonazo que podría cimbrar la transformación anhelada por López Obrador.
Con información de CCM/Editorial