Hoy es viernes santo. La Iglesia hace memoria de la crucifixión y muerte del Señor. Jesús es condenado injustamente a morir en la cruz, es la figura del siervo de Dios de la que nos hablan las Escrituras, de manera especial, el profeta isaías quien profetiza de un servidor de Dios que injustamente es llevado a la muerte y él, como manso cordero, no dijo nada, se lo llevaron sin que nadie lo defendiera y pagó por los pecados de su pueblo, pero no eran suyos, sino nuestros los sufrimientos que él llevaba y nuestro peso el que cargaba.
Varón de dolores, como quien está acostumbrado al sufrimiento, por sus heridas hemos sido curados; el inocente muere por los injustos, el que no tenía pecado es entregado por los pecadores, el pacífico es muerto violentamente con una muerte de cruz.
Por la mañana, la Iglesia celebra el vía crucis, palabra latina que significa “el camino de la cruz”. Recorremos con Jesús la vía dolorosa del pretorio de Pilato donde fue juzgado hasta el monte Calvario donde fue crucificado. Lo acompañamos recorriendo, una a una, las catorce estacione de su sufrimiento meditando, paso a paso, el precio del rescate que tuvo que pagar por nosotros.
Por la tarde se realiza la celebración más importante del día, la liturgia de la Pasión del Señor. Es una celebración hermosa, única en el año, en que escuchamos la palabra de Dios que nos habla de Jesús, el cordero inocente inmolado por nosotros. Hacemos una oración universal por todas las necesidades de los hombres y del mundo, adoramos la santa cruz, al crucificado, que nos ha amado hasta el extremo y recibimos la santa comunión; en este día no se celebra la misa en ningún lugar del mundo, pero se recibe la sagrada comunión dentro de esta solemne celebración.
San Pablo, contemplando al crucificado, exclamó lleno de estupor: “Me amó y se entregó por mí”. Son las mismas palabras que debes pronunciar este día, la muerte de Jesús fue por una simple razón: Porque te amó, porque considero tu vida más importante que la suya y por la entregó en la cruz, por el perdón de tus pecados.
Hoy contempla a tu Señor y experimenta ese amor que tiene, no importa si eres digno o indigno; es más, si eres indigno debes sentir su amor con más ardor, debe brotar de tu corazón un mayor agradecimiento y no debes olvidar que no hay una sola manera de pagar al amor, sino amando, amándolo a él con todo tu corazón y con toda tu alma.
En este día santo busca momentos para estar a solas con Jesús crucificado. Reflexiona en el sacrificio de la cruz que realizó por el perdón de tus pecados, entra en su costado abierto por la lanza del soldado y descubre que ese corazón está herido de amor por ti, quiere que vivas y busca tu salvación eterna. No desprecies su vida entregada, no rechaces su amor sacrificado, no seas indiferente al corazón de Jesús que tanto te ama.