El sociólogo norteamericano Christian Smith, afirma que si los padres de familia quieren transmitir la fe a sus hijos, necesitan tener esta intención muy clara, como una prioridad declarada. Además, tienen que hablar específica y personalmente de religión con los chicos entre semana, no solo los domingos que van a misa. El especialista que ha estudiado la sociedad norteamericana que se declara creyente, especialmente a los menores de 35 años, afirma que en realidad estas nuevas generaciones no son ni católicos, ni protestantes, ni judíos: son “deístas terapéuticos moralistas”.
Los “deístas terapéuticos moralistas” están poco o nada interesados en Jesús, la biblia, o aspectos como el pecado o una relación personal con Dios. Así vayan a la parroquia, al culto protestante o a la sinagoga, sus creencias son básicamente estas cinco: Dios existe, creó y ordenó el mundo y vigila la vida de los humanos. Dios quiere que seamos buenos, capaces, amables… así lo enseña la biblia y la mayoría de las religiones. El objetivo de esta vida es sentirme bien conmigo mismo, y ser feliz. Dios no debería meterse en nuestras vidas… excepto si le pido ayuda para resolver un problema. Los buenos van al cielo cuando mueren.
La visión general de estas personas es la de un Dios supervisor, lejano, solucionador, sin necesidad específica de ser salvados del pecado, y con la vida eterna prácticamente asegurada… lo que deja poco espacio a Jesús o la posibilidad de convertirse.
El “teísmo moralista terapéutico”, se transmite con cierta facilidad natural o cultural. Lo que preocupa, es que no se está transmitiendo de forma natural ni cultural la verdadera fe cristiana, ni siquiera de padres a hijos, pues para poder lograrlo se necesita que se haga de una forma consciente.
El sociólogo enumera las 5 cosas que no funcionan para transmitir la fe a los hijos: Padres demasiado pasivos que no se esfuerzan, o lo hacen muy poco en transmitir la fe, no actúan sobre el niño en este tema, y así no es posible transmitirla. Deben ser padres creativos pero no abrumadores. Limitarse a dar ejemplo, pero sin hablar de la fe en casa. No funciona. No resulta modelar la fe y práctica religiosa de los niños sin que los padres les hablen con frecuencia de por qué el padre o la madre creen y practican; los niños necesitan oír hablar del tema a sus padres, no solo vivirlo. La hipocresía y la doble vida son contraproducentes. Evidentemente no es eficaz para transmitir la fe decir al niño que ir a misa el domingo u orar es muy importante si luego ve que los mismos padres no van a misa o no ayunan. La doble vida es un pésimo ejemplo.
Tampoco funcionan apenas, sin los padres, los campamentos, retiros, jornadas… Los niños han de ver que los padres dan ejemplo y lideran el proceso.
Con información de: Contra Replica