* Todos los pecados -me has dicho- parece que están esperando el primer rato de ocio. ¡El ocio mismo ya debe ser un pecado! -El que se entrega a trabajar por Cristo no ha de tener un momento libre, porque el descanso no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo. (Camino, 357)
Has de ser una brasa encendida, que lleve fuego a todas partes. Y, donde el ambiente sea incapaz de arder, has de aumentar su temperatura espiritual.
–Si no, estás perdiendo el tiempo miserablemente, y haciéndolo perder a quienes te rodean. (Surco, 194)
«Todo es nada, y menos que nada, lo que se acaba y no contenta a Dios» (Sta. Teresa de Jesús, Libro de la vida, 20, 26.). ¿Comprendéis por qué un alma deja de saborear la paz y la serenidad cuando se aleja de su fin, cuando se olvida de que Dios la ha creado para la santidad? Esforzaos para no perder nunca este punto de mira sobrenatural, tampoco a la hora de la distracción o del descanso, tan necesarios en la vida de cada uno como el trabajo. (Amigos de Dios, 10)
Por San JOSEMARÍA.