* El Espíritu Santo no elige al Papa: Benedicto XVI.
Con el anuncio de ayer de la creación de 21 nuevos cardenales, 18 de los cuales son electores, voló de inmediato un tema mediático recurrente y sabroso: el Papa Francisco en 10 años ha contado con más de 140 cardenales, por lo que ahora ostenta sobradamente el poder electoral (73%) para elegir con éxito que garantiza -a un sucesor auténticamente bergogliano– el vigor de las reformas que introdujo así como el estilo y la forma de ser del argentino.
Siguiendo este razonamiento, muy extendido en algunos ambientes, se produciría una especie de vínculo automático entre los creados cardenales por el Papa Bergoglio y formar parte de un consorcio que se formaría en un posible cónclave para elegir la tarea de Roma como sucesor del pontificado del Papa Bergoglio.
Fácil de descifrar y también de imaginar, pero muy difícil de registrar tan mecánicamente porque con todos sus defectos y miserias la Iglesia Católica no es un partido político ni una multinacional con un director general y miles y miles de empleados divididos en varias categorías.
Y entonces, pensar en esta forma equivocada significaría que la creación de los cardenales sería la forma del Papa reinante de establecer un alcalde preestablecido, en beneficio de su persona y su memoria. Una verdadera molestia.
Ratzinger enseña .
El Cónclave de marzo de 2013, siguiendo este razonamiento, debió elegir a un ratzingeriano, en términos concretos, la tarjeta. Angelo Scola, pero no sucedió.
Puede que tengas decenas de razones pero el caso es que no sucedió como predijeron los expertos en la solicitud de conexión automática.
En 2013, al final, el más votado y por el nuevo cargo de Roma se llamó Jorge Mario Bergoglio, el difunto Papa Francisco.
El vínculo mecánico fue explotado, y no fue la primera vez: también podría serlo en el futuro.
Durante el Cónclave, el Espíritu Santo tiende la mano a los cardenales electores… pero estos ilustres cardenales no siempre la entienden.
A juzgar por algunos de los Papas que han mantenido a la Iglesia fuera de su convulsa historia, parecería que el Espíritu Santo se hubiera tomado un período de vacaciones, del cual se ausentó.
Sin embargo, los cardenales electores, asistidos por el espíritu divino, deben pensar por sí mismos, tener una idea propia sobre el estado de la iglesia y del mundo, sobre las metas de la evangelización al inicio de la década del Gran Jubileo de 2033 , sobre toda la humanidad y sus emergencias y urgencias urgentes.
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Los cardenales no podrían ser militantes
Los votantes conclavistas, en el caso del Cónclave, nunca serían militantes o claques de consorcios pro-Bergoglio o anti-Bergoglio. Si sólo se puede registrar un caso de fanatismo no sentimental, pero la gran mayoría de los votantes en un cónclave entienden que no están ahí por voluntad de los soldados, para derrocar al gobierno de la iglesia, ni para cumplir una promesa a un amigo…
El comienzo de la pregunta es simple. pero gigantesca: encontrar en este momento la guía de la iglesia fundada por Cristo, pastor universal, que mejor puede gobernar la barca de Pedro “en el mundo de hoy, hacer cambios rápidos y agitados por cuestiones de gran importancia para la vida de la fe” y proclamar el Evangelio. Ningún cardenal elector estaría dispuesto a aceptar establecer un vínculo mecánico, casi una deuda a pagar, entre su boina roja y un compromiso electoral con el Papa reinante. Habría una verdadera ofensa, contra la observancia de Roma en el trono de Pedro.
Cada papa y cada pontificado tiene su propia historia única
No hay éxito dinástico en la Iglesia Católica.
El Papa reinante no es el sucesor de los que reinaron antes que él. El Papa, al igual que el Obispo Electo de Roma, es el Sucesor de San Pedro y esto es otra cosa que los aficionados a la lógica del vínculo mecánico deben tener siempre presente para no perjudicar a la Iglesia.
Cada Papa y cada pontificado tiene su propia historia y esta diversidad en la continuidad de la fe es parte de la misma esencia de la Iglesia de Cristo. El cónclave tampoco es sólo la elección del secretario general del partido.
Finalmente, una mínima pero importante nota: incluso en los Cónclaves de las últimas décadas, laicos o grupos de laicos se han dado a conocer entre sí y han sido tratados como influyentes en ciertos cardenales electores. Hay verdaderos lobbies laico-clericales que por distintas razones pretenden intervenir desde el exterior para reclamar las supuestas victorias de una línea sobre otra, de un candidato papal sobre otra, o simplemente para permanecer en la Iglesia como grupo de poder intocable. A menudo, estos grupos de presión, dañinos y tóxicos, pasan la factura.
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[1] ¿Es el Espíritu Santo responsable de la elección del Papa?
Respouesta del cardenal Ratzinger (1997)
L’Avvenire, del 13 de marzo de 2013, recoge la respuesta de que Joseph Ratzinger que dio en 1997 a la pregunta sobre la acción del Espíritu Santo en el Cónclave:
«Yo no diría eso, en el sentido de que es el Espíritu Santo quien lo elige. Diría que no es precisamente el Espíritu Santo quien retoma las cuestiones de la asunción, pero como buen educador que es, tenemos mucho espacio, mucha libertad, sin abandono de todo. De modo que el papel del Espíritu debe entenderse en un sentido mucho más amplio, no que dicta el candidato por el que debe votar. Probablemente la única seguridad que ofrece es que la cosa no puede arruinarse por completo. Hay demasiados ejemplos de Papas que evidentemente el Espíritu Santo no hubiera elegido».
Por LUIS BADILLA.
LUNES 10 DE JULIO DE 2023.
CIUDAD DEL VATICANO.