Hay que reconocer que México, a pesar de los ingentes, esfuerzos muy grandes que ha realizado, todavía está lejos del ideal a alcanzar. El progreso debe estar orientado hacia el bien común; la sed de poder, “a cualquier precio”, lleva consigo un peligro craso, el cual genera errores de gran calibre que ponen en riesgo la integridad de la nación. Se debe tener en cuenta la dignidad de la persona humana porque ella no es una “mercancía” para lograr alcanzar el poder por medio del voto.
El partido del poder afila sus uñas para la elección 2024; busca no perder el poder a toca costa. Es más, las miradas se extienden hacia todos los responsables de los partidos; tanto independientes como agentes políticos deben dar respuesta en esta contienda. Se requiere librar desde ahora una singular batalla, no por el deseo del poder mismo, sino a través del ingenio, el trabajo y el efecto multiplicador que logre reorientar a nuestro país para lograr trascender. Esto mismo se dará si analizamos y reflexionamos entre lo que fue el gobierno pasado y lo que es el gobierno presente, con el fin de proyectar el gobierno próximo futuro.
Quien aspira a ser presidente, aspira a un gran cargo, debe ser ciudadano mexicano por nacimiento en pleno uso de sus derechos, hijo de padre o madre mexicano, así como haber residido en el país… es importante considerar que debe ser irreprensible, o sea, sin culpa, sin falta, sin tacha, impecable o lo más cercano a ello; que no exista nada de por reprocharle. La sensatez debe acompañar al aspirante de buen juicio, prudente y maduro en sus actos y decisiones. Sé que tal vez estés pensando en dónde se podría encontrar a alguien con este perfil; el gran reto es ver a todos los candidatos e identificar cuál se acerca a este perfil, sin descartar sus propuestas y demás consideraciones. Debe saber gobernar su propia vida, su casa, su familia y los espacios en donde se ha desempeñado. Hay que pensar cómo ha sido su trabajo, sus intereses, sus criterios y principios y preguntarse si ha respetado la dignidad de las personas o ha pasado sobre ellas. Esto es solo una idea que te presento para que vayamos pensando.
Quien no respete su vida y su dignidad jamás podrá respetar la vida de los demás; para servir a nuestro país se necesita más que buenas intenciones, servir a nuestro pueblo es un honor, del discurso a los hechos existe mucho trecho. “Servir a México es reinar”, sin embargo, hay servicios que tienen carácter honorífico, como el hecho de ser padre, madre de familia, o no serlo físicamente, pero en el sentido de la dirección y responsabilidad sí lo eres; todos los ciudadanos que actúan con honradez, pulcritud y se ponen al servicio de los demás, para mí son honoríficos, ya que a ellos, sin homenaje, les reconozco todo el bien que hacen a la humanidad pues, en general, contribuyen al bienestar común.
Quiero recordar, en efecto, que el buen servicio incluye cualquier acción que hagas en beneficio de los otros; es preciso reflexionar en que, si todos servimos, ¿por qué nuestro país está así? Porque no somos genuinos servidores, nos autoservimos, o buscamos el propio beneficio, haciendo a un lado el bien común.
Por lo tanto, hay que tomar consciencia de nuestras propias responsabilidades, por una humanidad que está próxima al ejercicio civil de las elecciones. Aquí solo puedo hacer consciencia, pues este artículo está centrado en la reflexión para acercarnos a un país mejor, de acuerdo con nuestras responsabilidades.