¿Cómo equilibra los diez años de un Papa muchas veces ilegible e indescriptible? ¿Cómo interpretar los muchos silencios y ambigüedades fuera del circuito mediático? Entonces, ¿por dónde empezar para evitar perder el camino de la mayor verdad posible como la enseñanza de la doctrina católica?
Tener un balance de los 10 años de pontificado, en vista del próximo aniversario (lunes 13 de marzo), es un reto exigente…porque en primer lugar hay que hacer una síntesis de innumerables millas de hechos, textos y gestos que son completos y contradictorios.
Ahora sólo hablamos de lo público y probable. Un día, leen en el tiempo, surgirán hechos y textos del magisterio que hoy se ignoran. Serán, pues, los historiadores quienes lleven a cabo esta tarea tan exigente. Ahora sólo nos queda hacer la crónica, narrar, una vívida enseñanza papal sobre experimentar con muchas novedades, sorpresas pero también muchas perplejidades y dudas.
Hay una diferencia entre la Iglesia de 2013 y la de hoy, pero en su mayor parte estas diferencias se refieren al ejercicio del ministerio petrino. He aquí la verdadera novedad de esta década, para que al final sigan, ahí, como antes, los problemas y los límites, las expectativas y las incertidumbres que había en el momento de la renuncia de Benedicto XVI.
En efecto, mientras han surgido tantos problemas nuevos, algunos muy delicados, hasta el punto de mostrar un horizonte de la Iglesia lleno de incógnitas, más bien oscuro. El Pontífice se ha propuesto proponer un modelo monárquico estricto para la cúspide de la Iglesia y hasta en las cosas más pequeñas ha descendido de un perfil personal autoritario, resolutivo y perentorio, que conoce desde hace décadas.
Estos diez años no son fáciles de leer. En muchos pasajes el papado es ilegible. En Argentina dicen del Papa Francisco, con referencia a esta dificultad, que el arzobispo emérito de Buenos Aires «coloca la flecha a la izquierda pero gira a la derecha y viceversa». En Roma, en la Curia, dice con palabras menos duraderas: «es una persona muy impredecible».
Al final de la iglesia
Diez años después del inicio del pontificado, la Iglesia si se encuentra claramente opuesta a dos Papas: por un lado el Papa Francisco y del otro el Papa Bergoglio. Cualquier valor, severo y veraz, no celebratorio, no propagandístico, lo más equilibrado posible, debe adaptarse a esta realidad completa que ha defendido duramente el gobierno de la Iglesia Católica en los últimos cinco años.
¿Por qué decimos «últimos cinco años»?
Porque la ruptura del hechizo Bergogliano vino en Chile, en lo negro de 2018, durante un viaje desolador. Conoció a un país que no era el que creía haber elegido para crear sobre el terreno a sus principales informantes. Y, por tanto, se cometió un sensacional error en su abordaje de la tragedia de la pederastia hasta el punto de pedir públicamente a las víctimas que «presentaran las pruebas».
Después de la visita a Chile, pero también a otras naciones latinoamericanas, todo se complicó terriblemente para el Papa al punto de no volver nunca más a la región salvo para la JMJ/2019 en Panamá.
El Papa Media y el Papa Soberano
En estos cinco años, cada día, la censura del pontificado, la convivencia de los Papas: Francisco y Bergoglio, se hecho cada cual más evidente.
– El primero es un Papa mediático, muy enardecido por ciertas prensas y círculos periódicos específicos, pero siempre un gran líder popular, con un importante carisma callejero, pero al servicio del orgulloso Evangelio de hacer política. En este contexto, cualquier valor, incluso algunos de los llamados anti-Bergoglios, será necesariamente sensacionalista. Si es verdad.
– El segundo es un Papa soberano, gobernante por excelencia, dueño de todo poder, muy abierto a las razones de estado, autorreferencial y en defensa permanente de los lobos que sedian el trono y de las conjuras de los cortesanos. Desde su fortaleza de Santa Marta lo controla todo mientras que en el Vaticano no se mueve un año sin su consentimiento.
No son realidades del todo superpuestas. A veces coinciden. En cambio, a menudo son diferentes, de echo, una figura acaba negando a la otra precisamente porque el Papa Francisco no siempre ha estado en la línea del Papa Bergoglio. La dulzura, la seriedad y el genio comunicativo de Francesco no siempre corresponden a su forma de implementar, legislar, mandar y utilizar los instrumentos del poder.
Se debe hacer una evaluación seria y honesta de estos 10 años frente a esta doble realidad, de lo contrario no sería posible comprender todo el pontificado con equilibrio en la verdad.
Por LUIS BADILLA.
CIUDAD DEL VATICANO.
MIÉRCOLES 1 DE MARZO DE 2023.