¡Una estupenda noticia para fieles y laicos! El próximo año se proyecta que podrán vivir y disfrutar sus misas al interior de hasta 80 templos religiosos, emblemáticos de la CDMX, los cuales permanecieron cerrados tras resultar dañados por el sismo de hace 3 años.
Así lo planteó el P. Salvador Barba, enlace arquidiócesano con autoridades civiles para la reconstrucción de los templos dañados del sismo del 2017, al tiempo que replicó las palabras de la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto, la cual se comprometió, -hace 2 días-, que para el 2021, se concluirá con la restauración y reapertura al culto de muchos inmuebles religiosos, considerados Patrimonio de la Humanidad.
El P. Barba en diálogo con la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto, afuera de la Iglesia de la Santa Veracruz
Sostuvo que, a finales de este año, se terminan cerca de 80 obras (templos dañados). “Son la tercera parte”.
Informó que, de los 180 templos dañados, se intervinieron 20, y puestos en actas para concluirlos, un total de 80.
“Tengo datos de que cerca de 20 (templos en la CDMX) están programados a más tardar para noviembre de este año, ya terminados”,
aseguró.
Respecto a los más graves que ya están en obra y que se prevé, concluirán en máximo 2 años, mencionó las Iglesias de San Fernando; Santiago Tlatelolco y el emblemático Santuario de los Ángeles”.
El clérigo, quien es director de la Dimensión de Bienes Culturales de la Arquidiócesis de México, habló para la Agencia Católica de Noticias (ACN) sobre el tema de las asignaciones que podrían significar partidas millonarias; sin embargo, “son insuficientes”.
Por lo anterior, explicó que se pedirá apoyo a las comunidades, a través del párroco, ya que el fideicomiso –Fonden-, “sólo cubre daños provocados por el sismo”.
“En todas las comunidades la autoridad ha dado la cara para presentar el proceso de las obras, y cuando los pobladores quieren donar, la autoridad federal los asesora; tal como pasó con la Catedral de Xochimilco”,
anticipó.
Dijo que los recursos están listos, pero por la forma en que se le pusieron candados desde antes de esta administración para evitar corrupción y desvíos, originó que se desarrollara una persistente burocracia para liberarlos; sin embargo, también reconoció que “hay coordinación, diálogo y apoyo mutuo”.
En ese contexto, aseguró que “ya no priva la mala acción de que algún funcionario ponga zancadillas”.
Precisó que ese movimiento telúrico ocasionó el mayor dañó en las Iglesias, por lo que la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH se le encomendó este cuidado, en el cual “ha sido asesora y normativa y, hasta ahora, operativa, campo que no era de su competencia, pero ha ido aprendiendo ese rubro”.
Puntualizó que la pandemia no paró los proyectos ya que el INAH siguió con los proyectos para la autorización, evaluación y el Proyecto Ejecutivo con el que se procede a licitar para asignar los recursos, mismos que deben ser razonables (presupuestos de las empresas restauradoras).
Con un dejo de optimismo, el P. Barba estableció que es testigo de que las autoridades trabajan “a todo lo que pueden”.
“(Las autoridades) están súper angustiadas y preocupadas y siempre están atentos; me lo han expresado”,
comentó.
En relación a las instancias que se reúnen de forma colegiada y compartida para hacer más eficiente esta reconstrucción en los inmuebles religiosos, citó la Secretaría Cultura, INAH, Alcaldías, Gobierno de la CDMX, Iglesia y empresas.
Consideró que lo más difícil de la obra es la planeación “ya con el dinero, la obra se realiza en el tiempo requerido que suele ser de medio año o algunas que son mucho más graves, hasta 2 años”.
Respecto al estudio que más tarda para lograr intervenir una obra de esta magnitud, señaló que el trabajo de análisis de suelo, el cual “nos puede llevar meses”.
Confió que en la Iglesia de la Santa Veracruz no se modificará mucho el proyecto, pues implicaría cambiar materiales y presupuestos.
Enfatizó que la Arquidiócesis Primada de México le pide cada 3 meses un reporte bien cimentado en el que demuestro que trabajamos en conjunto con todas las autoridades.
Reflexionó sobre muchos daños se pudieron haber evitado si se hubiera tenido el tacto y conocimiento de no usar cemento en la restauración de este tipo de inmuebles que son patrimonio cultural de la nación, ya que el material antiguo es flexible y sólo se echó a perder cuando se intervino con el concreto.
“Además, -remató-, siempre hay que establecer para su conservación un mantenimiento preventivo”.