La jornada electoral del 8 de noviembre en Estados Unidos aún no ha terminado de escribirse, y en el momento de escribirse estas líneas aún están por decidir las mayorías tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, y varios de los estados que elegían a su gobernador aún no saben con certeza quién será. Lo que parece claro es que la victoria republicana en al menos una de las cámaras, si se produce, no será de la magnitud esperada.
Estas midterms (nombre que reciben las elecciones celebradas a mitad de mandato presidencial), aunque en términos económicos estaban muy marcadas por la rampante inflación y en términos políticos por el radicalismo woke de Joe Biden y su cuestionada política exterior (que se estrenó con el desastroso abandono de Afganistán), tenían un importante punto de referencia en el aborto.
La sentencia Dobbs del Tribunal Supremo, que revocó Roe vs Wade y dejó la cuestión del aborto a criterio de los estados, ha convertido aún más al Partido Demócrata en adalid del aborto libre hasta el momento del parto, y lo ha convertido en argumento de campaña contra el Partido Republicano.
Resultados pésimos
Pero, además, en cinco estados se votaban este martes disposiciones sobre el aborto, en un sentido u otro. Y aquí sí que ya hay algunos resultados claros, y no son buenos para la causa provida, configurando una «noche preocupante», según LifeSiteNews.
La enmienda proabortista en la constitución de Vermont (estado tradicionalmente demócrata) gana con un 77% de los votos.
La iniciativa de California (un estado cuya decadencia económica y social no ha impedido la reelección aplastante del hiper-progresista gobernador Gavin Newsom) en el mismo sentido obtiene en torno a un 68% de los votos.
En Michigan, que votaba introducir una protección semejante en su constitución (y cuya gobernadora invitaba a luchar por ella «como en el infierno«), el resultado es más ajustado, pero la opción de la cultura de la muerte lleva la delantera con un 53% de votos.
Estos tres resultados eran esperables en estados con mayorías demócratas. Pero también llegan malas noticias para el derecho a la vida desde estados tradicionalmente republicanos.
La enmienda para introducir en la constitución de Kentucky el rechazo al aborto y a su financiación pública va perdiendo también por un 53% de los sufragios.
Y un 53% es también el porcentaje de quienes se oponen a la enmienda constitucional en Montana que reconocería personalidad jurídica a los niños supervivientes de abortos y obligaría a prestarles atención médica.
La esperanza provida
Junto a estos resultados poco alentadores, se han dado dos triunfos muy claros de sendos políticos católicos militante y activamente defensores del derecho a la vida de los no nacidos.
En Florida, Ron de Santis fue reelegido gobernador casi con un 60% de los votos. Católico de ascendencia italiana, padre de tres hijos, ex marine condecorado y formado en Yale y en Harvard, ha firmado varias leyes restrictivas del aborto y no ha temido el enfrentamiento directo con Planned Parenthood. Cuando era representante por Ponte Vedra, denunció las «prácticas repugnantes» de tráfico de órganos de niños abortados que desveló David Dalaiden con sus investigaciones con cámara oculta.
J.D. Vance, en sus primeras palabras como senador electo por Ohio.
Por su parte, J.D. Vance logró hacerse con el puesto de senador por Ohio con un 53% de los votos. Aunque las encuestas le daban ganador (y contaba con el respaldo de Donald Trump), era una carrera muy esperada porque se trata de un político de gran proyección. Es conocido a nivel nacional por el éxito en 2016 de su libro Hillbilly, una elegía rural. Memorias de una familia y de una cultura en crisis, que interpreta a la perfección el hartazgo de una buena parte de las clases medias estadounidenses, en particular las del interior del país, respecto a sus élites progresistas y globalistas que desprecian todo aquello que creen y viven.
Como De Santis, Vance es ex marine y formado en Yale y también tiene tres hijos, y está considerado «100% provida» por las asociaciones antiabortistas de Ohio. Además, es católico desde 2019. A su bautizo asistió Rod Dreher (el autor de La opción benedictina). El propio J.D. (James Donald) ha explicado cómo fue su conversión tras pasar por etpas de «ateo furibundo». «Hace tiempo que estaba convencido de la verdad del catolicismo», dijo entonces: «Fui criado como cristiano, pero nunca tuve grandes vínculos con ninguna denominación y no fui bautizado. Cuando empezó a interesarme más la fe, hice tabla rasa y busqué la iglesia que más me atrajese intelectualmente». La obra de René Girard y, sobre todo, la de San Agustín (las Confesiones y La Ciudad de Dios) le terminaron de convencer, pues el obispo de Hipona le abrió el camino «para comprender la fe cristiana en una forma fuertemente intelectual» que satisfacía las exigencias de su razón.
Los buenos resultados de De Santis y Vance no solo tienen una traducción política para su partido. Son también un contrapunto en la Iglesia al escándalo que para muchos católicos, pero también para muchos protestantes provida, es la determinación proabortista del actual ocupante de la Casa Blanca, que compagina con sus comuniones públicas.
Martes 9 de noviembre de 2022.
ReL.