El fundador y director de la Comunidad de Bose, el ‘experimento’ postconciliar por excelencia en Italia, parece haber ignorado la decisión de Roma de cesarle y cerrar la comunidad, pese al humilde acatamiento verbal con que reaccionó inicialmente a la orden.
Enzo Bianchi sigue ahí, como si nada hubiera pasado. A finales del pasado mayo, el Vaticano decretó el cese y expulsión de Enzo Bianchi, laico, fundador en 1965 y superior de su comunidad de Bosé, un ‘experimento’ de organización religiosa cristiana interconfesional de monjes, formada por hombres y mujeres de diversas confesiones cristianas, muy en línea con el “espíritu del Concilio”, cuyo objetivo es el diálogo ecuménico y la convivencia entre las diferentes denominaciones religiosas.
Con fecha 26 de mayo de 2020, y con el argumento oficial de abuso de poder, Roma ordena a Enzo Bianchi abandonar la Comunidad con un decreto aprobado por el Papa Francisco: “Tendrán que separarse de la Comunidad Monástica de Bosé y mudarse a otro lugar, cayendo de todos los puestos que ocupan actualmente”. La decisión se produjo “tras un discernimiento y una oración prolongados y cuidadosos”, y en el decreto se especifica que “esta comunicación tuvo lugar en el máximo respeto posible del derecho a la privacidad de las partes interesadas”.
La primera reacción registrada de Bianchi fue de dolorida sorpresa, pero también de inmediata y humilde aceptación de las disposiciones de Roma. Solo que, al parecer, fue meramente de palabra, o se ha arrepentido en este tiempo de su sumisión original.
Ha sido la propia Roma la que ha alertado mediante una nota de esta anomalía, que confía en que se resuelva en breve. Así, el delegado pontificio para la Comunidad de Bose, padre Amedeo Cencini, escribe: “Allí, además de su hermano que atiende las necesidades diarias, recibe regularmente a otros miembros de la comunidad, y de allí se traslada en coche, solo o con otros, para diversas actividades, como siempre. Por tanto, aún no ha cumplido su promesa de aceptar y ejecutar las medidas notificadas con el decreto del 13 de mayo de 2020, que al término de la visita apostólica le fue entregado tanto a a él como a los otros tres destinatarios”.
Con información de InfoVaticana/Carlos Estaban