Se llama María Herrera Magdaleno y es originaria de Pajacuarán, Michoacán. Es madre de cuatro hijos de quienes nada se sabe. Fue recibida por el Papa Francisco este miércoles, pidió oraciones por los desaparecidos y por las madres que buscan a sus hijos. Esa lucha que se ha prolongado por más de una década, llegó a la misma Plaza de San Pedro en el Vaticano.
El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro y la provincia de la Compañía de Jesús informaron que el encuentro del Papa y la madre michoacana es “un llamado a los gobiernos a buscar a todas las personas desaparecidas, a identificar a las personas que aún no han recibido digna sepultura por la crisis forense y a adoptar políticas públicas efectivas para reducir la violencia. También, es una invitación a las iglesias, comunidades de fe y a la sociedad a desarrollar mayor empatía con las víctimas de la violencia”.
María Herrero entregó un mensaje a Francisco en el que dice que México alcanzó la trágica cifra de 100 mil personas desaparecidas, víctimas de la violencia y pidió al Papa no olvidar a las familias y madres quienes han tomado en sus manos buscar a sus desaparecidos ante la incompetencia de las autoridades, además agregó:
“Llame a nuestros gobiernos a buscar a los desaparecidos y a detener la violencia, a nuestros pastores a acompañarnos más y a la sociedad a ser más empática con nuestro dolor”.
El momento transcurre cuando Herrera Magdaleno presenta al Papa la foto de sus hijos y el Papa pone su mano sobre ella. De acuerdo con el comunicado, acompañaron a María representantes de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez y recibió “palabras de consuelo del Emmo. Cardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio de Desarrollo Humano Integral; del General de la Compañía de Jesús, P. Arturo Sosa, S.J.; de Mónica Joseph, RJM, Superiora General de Jesús María; y del arzobispo anglicano Ian Ernest”.
La Guía práctica para familiares en búsqueda de personas desaparecidas que dan seguimiento a sus denuncias ante el Ministerio Público del Centro Pro, señala que “una desaparición es un delito y una violación a derechos humanos, pero sobre todo un dolor inmenso que las familias llevan a cuestas”. Y señala que en México “aun no tenemos suficientes autoridades que asuman el deber de buscar a las personas desaparecidas como una obligación propia; menos en las fiscalías que, salvo honrosas excepciones, se caracterizan por prácticas indolentes y revictimizantes. Por eso, en muchas ocasiones, el impulso a las investigaciones termina recayendo en las propias familias, que a su dolor suman la carga de tener que dar seguimiento a las indagatorias”.
El 17 de mayo, en el sitio de la Organización de las Naciones Unidas, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, el Comité contra la Desaparición Forzada y el grupo de trabajo sobre desapariciones forzadas involuntarias “expresaron una gran preocupación por tan desgarradora tragedia y llamaron a las autoridades a esforzarse más para poner fin a estos atropellos, que siguen ocurriendo”, al momento que México alcanzó las 100 mil desapariciones desde 1964 a 2022, señalando que “más del 97% de las desapariciones cuya fecha se conoce sucedieron a partir de diciembre de 2006, cuando el presidente Felipe Calderón asumió el poder y el país instauró un modelo militarizado de seguridad pública”.
De acuerdo con el Centro Pro, María Herrera es madre de ocho hijos, de los cuales, cuatro permanecen desaparecidos. Raúl Trujillo Herrera, de 19 años, y Salvador Trujillo Herrera, de 24, desaparecieron en 2008 en Atoyac de Álvarez, Guerrero. Dos años después, Luis Armando Trujillo Herrera, de 24 años, y Gustavo Trujillo Herrera, de 28, fueron desaparecidos en el Estado de Veracruz.
Toda la familia Trujillo Herrera ha dedicado todos sus esfuerzos a lograr el paradero de los desaparecidos. En 2012, contribuyó a la creación “de la Red de Enlaces Nacionales, que articula a colectivos de familiares de personas desaparecidas en toda la República y en 2014 fundaron Familiares en Búsqueda María Herrera A.C. vinculándose al trabajo del Centro de Derechos Humanos asociado a la Compañía de Jesús.
Por Guillermo Gazanini Espinoza