«Lo que estamos viviendo en estas últimas semanas no es lo que esperábamos después de la difícil emergencia sanitaria provocada por la pandemia, que nos hizo experimentar un signo de impotencia y miedo, junto a la fragilidad de nuestra existencia». El mensaje del Papa Francisco a Monseñor Gintaras Grušas, con motivo de la tercera edición de las Jornadas Sociales Católicas Europeas, organizadas por la CCEE junto con la Comece y la Conferencia Episcopal Eslovaca en Bratislava, que se celebra del 17 al 20 de marzo, va directo al corazón de la guerra actual en Ucrania.
Escuchar el grito de los que sufren
«La tragedia de la guerra que está teniendo lugar en el corazón de Europa -dice el Pontífice- nos deja atónitos; nunca habríamos pensado volver a ver tales escenas, que recuerdan a los grandes conflictos bélicos del siglo pasado. El grito desgarrador de ayuda de nuestros hermanos y ucranianos nos insta, como comunidad de creyentes, no sólo a reflexionar seriamente, sino a llorar con ellos y a hacer algo por ellos; a compartir la angustia de un pueblo herido en su identidad, en su historia y tradición . La sangre y las lágrimas de los niños, el sufrimiento de mujeres y hombres que están defendienco su propia tierra o huyendo de las bombas sacuden nuestra conciencia. Una vez más, la humanidad se ve amenazada por un abuso perverso del poder y de los intereses de parte, que condena a gente indefensa a sufrir toda forma de brutal violencia «.
Gracias por ayudar a los que huyen de la guerra
El Papa agradece a los prelados la inmediata intervención humanitaria en favor de los refugiados e insta a seguir rezando, «para que quienes tienen en sus manos el destino de las naciones no dejen nada sin hacer para detener la guerra y abrir un diálogo constructivo que ponga fin a la inmensa tragedia humanitaria que está provocando».
Una nueva política
Francisco continuó diciendo que nunca antes había sido tan urgente como hoy «revisar el estilo y la eficacia del ars politica», para «hacer posible -citando la Encíclica Fratelli tutti- el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de lograr la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social». Que la guerra, que «deja al mundo peor» y es «un fracaso de la política y de la humanidad, una entrega vergonzosa a las fuerzas del mal», provoque en este sentido una reacción contraria, un compromiso para refundar una arquitectura de paz a nivel mundial, donde la casa europea, nacida para garantizar la paz después de las guerras mundiales, tenga un papel primordial.
Artesanos de la comunión, tejedores de la unidad
El Papa exhorta entonces, como cristianos y como ciudadanos europeos, a llevar a cabo con valentía la reconstrucción de la casa común, convirtiéndonos en «artesanos de la comunión, tejedores de unidad en todos los niveles: no por estrategia, sino por Evangelio». En otras palabras, afirma Francisco, «es necesario volver a empezar desde el corazón mismo del Evangelio: Jesucristo y su amor que salva. Quien ama supera el miedo y la desconfianza hacia quienes llegan a nuestras fronteras en busca de una vida mejor: si acoger, proteger, acompañar e integrar a tantos hermanos y hermanas que huyen de los conflictos, el hambre y la pobreza es justo y humano, es aún más cristiano.
Ciudad del Vaticano.