«El mundo libre»: así, en la corriente dominante, alguien llama pomposamente al bloque occidental que se opone al «dictador de Putin» (o «El Imperio del Mal», para decirlo al estilo Reagan ). Eslóganes habituales de los simplones, que pretenden encerrar realidades complejas en las categorías del jardín de infantes de Mariuccia.
Pero esto del «mundo libre» es verdaderamente ridículo, no solo por lo que se ha visto -particularmente en Italia- durante la pandemia, sino también y sobre todo por lo que está sucediendo con motivo de esta repentina guerra. ¿Sigue existiendo la ley, o nos estamos precipitando hacia el Lejano Oeste?
Por ejemplo, las incautaciones de propiedades rusas. Tanto en Italia como en Alemania , la incautación de los bienes de los ciudadanos rusos se lleva a cabo con la mayor facilidad, sin tener en cuenta las leyes internacionales y el derecho normal en el que se basan nuestras empresas. Incluso en el estado de Bananas, los extranjeros inocentes no roban sus posesiones por capricho. ¿Cuál será el siguiente paso, meterlos en campos de concentración como hizo EEUU con los ciudadanos japoneses en la década de 1940, precisamente en el Lejano Oeste?
Los periódicos describen la riqueza (italiana) de los oligarcas rusos para fomentar la envidia social del ciudadano medio y evitar que se dé cuenta de que la injusticia se ha convertido en la norma. En cambio, se da cuenta de ello el ciudadano italiano, que tuvo la desafortunada idea de casarse con una rusa , y que ahora ve bloqueada su cuenta corriente. ¿Porque? ¿Qué ley lo prescribe? Ninguna. Por otro lado, todos estamos viendo, en canales y redes sociales, la censura contra RT y Sputnik expresada en el mensaje “Este canal ha sido cancelado porque contraviene las leyes locales”. ¿Qué leyes? No existen, pero da igual, se hace igual, para que nadie le haga caso y sobre todo nadie nos demande.
El premio Far West 2022, sin embargo, es para Francia, que con la mayor facilidad ha vuelto a normalizar la piratería en los mares. En el Canal de la Mancha, los franceses atacan los cargueros rusos (por lo tanto, barcos comerciales) y se los apropian . Volvemos a la «guerra de carreras» como en el siglo XVI, y nadie parpadea.
Pero incluso el bloqueo del circuito de tarjetas de crédito en Rusia no es una broma y, sobre todo, no augura nada bueno. ¿Un «penal» normal? No tanto: es la demostración de que una multinacional solo necesita apretar un botón, así por capricho, para bloquear las transacciones de estados enteros, o incluso grupos de ciudadanos, solo porque no les gusta cómo piensan. Y mientras los periódicos presionan por la abolición del dinero en efectivo, a todos les da escalofríos.
Edad Media o Lejano Oeste, esta es la situación en el «mundo libre»: la ley ya no existe y reina la arbitrariedad. Que ahora puede afectar a cualquiera.
por Débora Billi
