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Una comunicación bilateral entre un sacerdote y el Gobierno permitió la salida de monseñor Rolando Álvarez, quien permanece bajo asedio de la Policía.
El obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, monseñor Rolando Álvarez, logró salir de la parroquia Santo Cristo, en el sector de Las Colinas, Managua, donde se resguardaba desde la noche el jueves y estuvo bajo asedio policial. Desde la mañana de este lunes 23 de mayo, monseñor Álvarez se encuentra en el Seminario de Matagalpa. Sin embargo, tal como ocurrió en Las Colinas, en Matagalpa se mantiene un cerco policial en los alrededores del Seminario y en la Curia Arzobispal, hasta donde no logró llegar el obispo.
La salida de monseñor Álvarez ocurrió tras una comunicación entre un sacerdote con el Gobierno, aunque se desconoce quién estuvo a cargo de la negociación. Una fuente ligada a la Iglesia confirmó a CONFIDENCIAL que los policías que acordonaron la iglesia de Las Colinas se retiraron del lugar cerca de las 6:00 a.m. de este lunes, y un grupo de sacerdotes de la Diócesis de Managua se movilizó al lugar para acuerpar la salida de Álvarez, quien fue encontrado por otro grupo de religiosos en el camino hacia Matagalpa.
Sin embargo, en el trayecto a Matagalpa, varias patrullas policiales escoltaron el vehículo en el que se trasladó al obispo. Las unidades de la Policía se colocaron al frente y detrás del automóvil. “Fue un despliegue policial increíble”, que estima en unas 15 patrullas en total, según la fuente.
Debido al descomunal asedio, el sacerdote no logró acceder a la Curia Arzobispal, que actualmente permanece sitiada por la Policía, y se retiró al Seminario.
El traslado de monseñor se logró después que la Conferencia Episcopal de Nicaragua intentó comunicarse con el jefe de la Policía, Francisco Díaz y este no respondió las llamadas. También intentaron llegar a la Presidencia, por medio del canciller Denis Moncada, pero las cartas presentadas fueron infructuosas, reveló una fuente bajo anonimato.
La denuncia de monseñor Rolando Álvarez
Álvarez denunció el jueves pasado que la Policía –brazo represivo del régimen orteguista– lo persiguió durante todo el día, e invadió la casa de sus familiares. Por esa razón, inició “un ayuno a agua y suero indefinido hasta que la Policía Nacional, a través del presidente o del vicepresidente de la Conferencia Episcopal, únicamente, me haga saber que van a respetar mi círculo de privacidad familiar”, señaló en un video.
El sábado, el obispo explicó que su ayuno “no es una huelga de hambre”, sino un “acto reflexionado a la luz del Evangelio, un acto de salvación. No es un asunto político, sino de fe”, dijo. Además, recordó que no permitirá que se violenten sus derechos. En respuesta, cientos de fieles católicos expresaron muestras de apoyo al sacerdote y se sumaron a jornadas de oración por su causa. También la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) se solidarizó con monseñor Álvarez.
Ocho días de asedio policial en Masaya
Este lunes también se cumplen ocho días desde que el sacerdote Harving Padilla, responsable de la parroquia San Juan Bautista de Masaya, permanece bajo vigilancia policial y de paramilitares. El hostigamiento se recrudeció a partir de este sábado, cuando la Policía impuso un cerco policial en torno a la Iglesia y prohibió la circulación vehicular y peatonal, con excepción de las personas que habitan en esas cuadras.
Este domingo, los oficiales impidieron que los fieles ingresaran al templo católico y uno de los agentes intentó capturar al religioso. “Me amenazaron con cárcel, hicieron ademanes que me iban hacer unas llaves, me gritaron improperios, vulgaridades, palabras soeces, hijo de la tal”, expresó a CONFIDENCIAL.
“Por la propia boca de ellos decían de que en algún momento yo iba a salir, y al no permitir ni alimento ni medicinas, ellos saben muy bien que en cualquier momento el cuerpo va a debilitarse. Ellos me esperan allá afuera. ¿Qué mas muestra puedo esperar yo de esta Policía?”, señaló. El sacerdote, de 54 años de edad e hipertenso, también denunció que hay personas que intentaron llevarle comida, pero los policías lo impidieron.
Narra que pasa las noches en vela por “cua}lquier situación”, que pueda presentarse. El padre Padilla, encargado de la parroquia San Juan Bautista desde hace 15 años, también enfrenta, desde 2018, una campaña de desprestigio en medios de comunicación oficialistas y redes sociales, involucrándolo con el asesinato de un antimotín durante la “Operación Limpieza” que dejó sangre y dolor en Nicaragua en el contexto de las protestas de la Rebelión de Abril.
Los propagandistas del régimen se basan en un supuesto audio, donde señalan la complicidad de Padilla en ese caso. “Ese audio es un invento de los sandinistas queriéndome inculpar de una situación que yo estaba ajeno completamente a ello. Yo denuncio que ellos están manipulando completamente toda esta situación, y que ese audio es totalmente manipulado por ellos… es un audio que ellos hicieron”, respondió el sacerdote en su defensa, que ha sido víctima de asedio en diferentes momentos.
El asedio y ataques orteguistas contra sacerdotes y obispos
El régimen Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, ha mantenido un ataque frontal contra obispos y sacerdotes de la Iglesia católica, a quienes califican de “terroristas” y “golpistas” desde 2018, cuando alzaron la voz contra la represión y masacre que dejó más de 325 asesinados entre abril y septiembre de ese año, y sus templos fueron usados como refugio de cientos de estudiantes y ciudadanos.
Durante los últimos cuatro años, el régimen también ha lanzado campañas de desprestigio contra la Iglesia y sus sacerdotes, promoviendo agresiones físicas y verbales por parte de fanáticos orteguistas, como ocurrió con la profanación de la Catedral de Managua en la misa de cuerpo presente del poeta Ernesto Cardenal, en marzo de 2020. También han amenazado con muerte a varios sacerdotes, obligándolos a exiliarse. El obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez cumplió tres años fuera de su patria, este 23 de abril, tras salir a solicitud del papa Francisco para protegerlo.
El padre Edwin Román, de la Iglesia San Miguel, de Masaya, también sufrió junto a las víctimas mortales de la represión en Masaya y debió exiliarse por su seguridad. Igualmente, el sacerdote César Augusto Gutiérrez, de Masaya, debió salir del país por el asedio de fanáticos sandinistas.
Otras decenas de sacerdotes en diferentes territorios del país han denunciado vigilancia policial y paramilitar, especialmente, durante los mensajes que ofrecen en sus homilías. Otra forma de presión que ejecuta el régimen contra los sacerdotes ha sido la negativa de ingreso al país, como ocurrió con dos franciscanos en febrero de 2021 y recientemente, con la expulsión del máximo representante del Vaticano en Nicaragua, el nuncio apostólico Waldemar Stalislaw Sommertag, en marzo.
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