Teresa de Calcuta, uno de los modelos de vida cristiana que más han cautivado a nuestro tiempo. Una sencilla mujer que despertó la conciencia por los pobres en medio de un mundo centrado en el bienestar y la felicidad personal.
Pocas personas han cautivado más a nuestro tiempo como la Madre Teresa, el sencillo nombre con el que era conocido esta monja albanesa, dedicada al cuidado de los pobres y enfermos. La Madre Teresa no era la única religiosa que se dedicaba a esta tarea, de hecho, miles de hombres y mujeres alrededor del mundo trabajan incansablemente para servir a los pobres, gran parte de ellos por amor a Cristo Nuestro Señor, pero fue esta mujer pequeñita la que llamó la atención de una generación, convirtiéndose en una celebridad de nuestro tiempo. ¿Qué fue lo que hizo que la labor de la Madre Teresa alcanzase tanta difusión? ¿Porqué esta sencilla mujer hizo que la gente se conmoviera tanto? ¿Qué era lo que la inspiraba? ¿Qué hizo que miles de mujeres jóvenes quisieran imitar su ejemplo?
A sus doce años, Agnes estaba fascinada por las historias que escuchaba acerca de la vida de los misioneros jesuitas que en ese entonces iban a Bengala, y desde entonces tomó la decisión interna de hacerse monja. A los dieciocho años ingresó al convento de las Hermanas de Loreto, una congregación irlandesa dedicada a la educación de niños en la India. Como parte de su formación, Agnes fue enviada a Irlanda a estudiar inglés, tras lo cual fue enviada a Darjeeling, cerca de los Himalayas, a comenzar su noviciado en el convento de Santa Teresa. Al hacer los primeros votos, decidió tomar el nombre de Thérèse de Liseux, patrona de los misioneros, pero como ya había otra monja que tenía ese nombre, Agnes tomó la grafía española de Teresa.
VEN, SÉ MI LUZ
La vida y vocación de la entonces Hermana Teresa, estaba basada en un profundo amor al Señor, al que se unía un fuerte deseo por llevar su palabra a los lugares más recónditos y necesitados de la tierra. El 10 de septiembre de 1946, fue la fecha en la que Teresa recibió lo que ella describió como su “llamado dentro del llamado”. Estando en el tren que viajaba entre Calcuta y Darjeeling, la Hermana Teresa recibió una inspiración del Señor, quien le decía “No puedo ir solo…Ven, sé mi luz”. Para ella, esta fue la señal de que su vocación no era dar clases de matemáticas en un colegio de Bengala, sino ir a servir a aquellos a quien nadie más servía: “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba.”
El 17 de agosto de 1948, la Hermana Teresa abandonó su hábito de Hermana de Loreto, cambiándolo por un sari blanco con rayas azules (el más barato que encontró), y comenzó su vida al servicio de los desamparados, junto con otras hermanas, con las cuales fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad.
Dos años más tarde, las Misioneras crecían en beneficio de los pobres, atrayendo a una gran cantidad de vocaciones venidas de todo el mundo, impactas por el ejemplo de esta monja pequeñita que lavaba las heridas de los leprosos, cuidaba a los enfermos de tuberculosis y alojaba a aquellos que morían en la calle para que por lo menos murieran acompañados. Las misioneras comenzaron a llamar a su fundadora Madre Teresa, nombre con el que sería conocido hasta su muerte.
LA NOCHE OSCURA
Hay una faceta desconocida de la Madre Teresa, de la cual solamente tenía constancia su director espiritual. Años después de su muerte, él decide publicar las cartas que ella le ha enviado de manera privada, dando a conocer las profundidades más secretas del alma de Teresa de Calcuta.
La “noche oscura” es el término que utiliza San Juan de la Cruz para describir uno de los momentos más dolorosos del camino de santidad al que Dios llama a algunos. Tras momentos de gran efusión por la fuerte presencia de Dios, todo se oscurece, Él parece esconderse, no lo sentimos, nos cuesta encontrarlo, una “noche dolorosa” que es quizás una de las pruebas más grandes del amor: seguir amándolo y seguir sirviéndolo, aunque no lo sintamos.
No fue hasta la publicación de estas cartas privadas que el mundo descubrió que cada vez que Teresa de Calcuta entraba a una cueva de leprosos, cada vez que recogía a moribundos de las calles, cada vez que alimentaba a un niño desnutrido, por dentro, sufría por la ausencia de Dios en sus sentidos. Sin embargo, siguió adelante, siguió sirviéndolo, siguió amándolo en todo momento. En esa oscuridad, Teresa participó con los pobres de la sed del Señor en la Cruz. El mundo entero veía el sufrimiento de los pobres a quienes ella servía, pero nadie veía el sufrimiento que ella escondía detrás de su sonrisa.
AMAR HASTA QUE DUELA
La Madre Teresa recibió numerosísimos honores en vida, desde le Premio Nobel de la Paz, hasta el Bharat Ratna, máximo galardón del gobierno de la India. Nunca rechazó un premio, ni tampoco dirigirse a las Naciones Unidas como si fuese un jefe de Estado. Las críticas llegaban por todos lados, argumentando que ella disfrutaba estar frente a las cámaras. Sin embargo, la Madre Teresa ignoraba las críticas y seguía aceptando los honores, replicando que nada era publicidad para ella sino para los pobres y para el Señor. Entre más saliera ella en los medios, más gente reaccionaría ante la realidad de los más necesitados.
La estrategia funcionaba, pues para 1997 las Misioneras de la Caridad contaban con cuatro mil miembros y seiscientas diez fundaciones en ciento veintitrés países del mundo, así como cerca de un millón de voluntarios en comedores sociales y casas de asistencia.
Un año antes de su muerte, la Madre Teresa sufría de malaria, problemas cardíacos, así como de una fractura en la clavícula. Muchos hicieron grandes intentos por intentar salvar su vida, pero el 5 de septiembre de 1997 murió después de recibir los sacramentos.
El gobierno indio le hizo un funeral de Estado, y su entierro se convirtió en un importante lugar de peregrinación de manera inmediata. Dos años después de su muerte, el Papa San Juan Pablo II abrió su proceso de beatificación, dispensando los cinco años de espera que pide Roma debido a las miles de peticiones y evidencias de santidad que llegaban desde todas partes del mundo.
La Madre Teresa de Calcuta fue beatificada el 19 de octubre del 2003 en la Plaza de San Pedro, durante una ceremonia oficiada por San Juan Pablo II y en la que asistieron cerca de trescientas mil personas. Fue canonizada el 4 de septiembre de 2016 por el Papa Francisco.
«“Seré santo” quiere decir: me despojaré de todo cuanto no es Dios. Despojaré mi corazón y lo vaciaré de toda cosa creada; viviré en la pobreza y en el desprendimiento. Renunciaré a mi voluntad, a mis inclinaciones, a mis sueños y a mis fantasías y me convertiré en un esclavo voluntario de Dios». Santa Teresa de Calcuta
Con información de InfoVaticana